Forever -Capitulo Único-
Amarle de la manera en que lo hacía, era bellamente enfermizo…
Sus cabellos
largos, aquellos castaños que con cualquier movimiento revoloteaban libres. Sus
ojos marrón, porque de verdad que lo eran, pero ahora, esos pupilentes
completamente oscuros, negros que resaltaban el delineado del mismo color le
hacían ver maravilloso.
Sabía que lo que
pensaba estaba mal, que incluso podía llegar a ser pecado, pero simplemente no
me podía resistir a lo que me provocaba. Sus sonrisas me pertenecían, sus
miradas tal como sus besos solo eran para mí, pero algo había en aquello que
simplemente no me conformaba.
Hasta ahora…
Obsession “Ni-ya…”
- ¿En qué piensas? – su ronca voz le delato al instante
provocando una sonrisa instantánea en el otro. Suspiro - ¿Estás cansado? –
simplemente asintió.
Aquellas agiles manos se posaron en sus hombros apretándole
con suavidad. Estaba fascinado por sus cualidades, personalidad, y todo lo que
pudiera describirle. Completamente loco que le tenía. Sintió como el otro sin
ningún pudor se colocaba justo al frente mirándole fijo, mientras desabrochaba
los botones de su camisa. El pelinegro sonrió. Le deshizo de aquella prenda
resbalándola por sus hombros, tocando sus brazos mientras se acercaba a su
rostro.
Se acomodó mejor subiéndose a sus piernas, sentándose en
ellas mientras aferrado a masajear sus hombros comenzaba a besarle con
lentitud.
Estaban en horas de trabajo.
Una sesión fotográfica a la mitad, cada uno había cumplido
con aquella toma personal y ahora solo esperaban porque la banda amiga
terminara con ello.
“Baroque x Nightmare” sin duda era algo, fuera de lo común.
Nadie más que sus propios amigos sabían de su relación y al
parecer les hacía algo tierno el verlos juntos, Yomi riendo en cada muestra de
cariño, Hitsugi haciendo dramas porque quería algo parecido y Ruka, solo
suspirando con una sonrisa cuando les encontraba como ahora, pegados, besándose.
Su beso se cortó abruptamente cuando un jadeo les alerto,
cuando justamente el vocalista del otro grupo y su propio vocal se acercaban,
aquella mirada horrorizada les pareció algo realmente gracioso. Sakito no hizo
más que levantarse de las piernas del otro y ayudarle a acomodarse la camisa.
Yomi sonrió con burla cuando el otro les miraba con los ojos
completamente abiertos y sin decir alguna otra palabra solo le jalo y se lo
llevo del lugar dejándolos una vez más completamente solos. Ni-ya rio despacio.
- Eres tan obvio Sakito. – el nombrado simplemente le dio
una palmada en los hombros.
- No te volveré a besar frente a nadie.
- ¿Tendré que esperar a llegar a casa?
- Como siempre, cariño.
La mano del guitarrista se elevó al aire, despidiéndose para
irse y terminar con las tomas. El
bajista solo pudo perderse en aquel cuerpo cubierto en ropas negras,
mostrando sus hombros y brazos bajo aquella camisola blanca, cubriendo más asi,
aquel chaleco color obscuro. Aquella hermosa piel le tentaba como siempre.
Dreams “Sakito…”
Los tres puntos de amarle eran simples. Su carácter, su
personalidad y esa manera de tratarle. ¿Qué había sido aquello que de momento a
otro le envolvía? Como había sido posible que el, al ser un hombre, se
enamoraba de uno por igual, no había belleza como la de una mujer, no había tal
cuerpo escultural femenina y mucho menos no había aquella voz delicada y suave
al hablar.
Recordaba como aquellos días su propio carácter había ido a
los suelos gracias a su descubrir, como entre cada sueño por las noches se
envolvía completamente de aquel que sin saberlo, también le observaba desde la
oscuridad.
¿Desde cuándo había comenzado a sentir todo aquello
desbordarse al exterior?
“Desde el día en
que descubrí cómo me mirabas, desde el día en que sin saberlo, me tenías
rendido a tus pies…”
Esas palabras le descolocaron, le provocaron como un
chiquillo, perderse completamente por él, arrastrase a su lado hasta que sus
propios pensamientos se aclararan y dijeran que esos sentimientos estaban
equivocados y por lo obvio nada bien, mas nunca desde hacía años, sucedió.
- En una semana es nuestro aniversario…
Sentado sobre la cama, suspiro el castaño alisando aquellos largos
cabellos oscuros sobre sus piernas, enredando las puntas de ellos entre sus
dedos. Las cuatro paredes que compartían eran grandes, pero bastante cálidas,
cada objeto les pertenecía a los dos, cada mínimo detalle del decorado había
sido escogido por igual.
- ¿Cuántos son ya?
- Tres Ni-ya, son tres.
- No mientas, son cuatro.
Una sonrisa se dibujó en aquellos maravillosos labios. Si lo
sabía, para que preguntaba cuanto tiempo había pasado ya, solo lo entendió a
los segundos. Sin lugar a dudas, no habría ningún otro que como el bajista
recordara con exactitud cada día importante para ambos, sin duda alguna, no
habría persona que después de tanto evitara una sola pelea y se echara la culpa
para no discutir.
Su silencio era más que simple rutina y sus cortejos eran
más que simple obligación. Se podían ver como una pareja unida, pero más que
eso, eran una especie de pareja de esas no comunes que prefieren hablar, comer,
y disfrutarse cuando están completamente a solas, en intimidad.
- Es mucho tiempo con la misma persona. – Comento de pronto
el más alto – merecemos festejarlo como es debido. ¿A dónde quieres que te
lleve a cenar? –
- ¿Donde sea? – pregunto el guitarrista sonriendo.
- Donde tú quieras, el dinero no importa.
- Hagamos la cena en casa…
Como era de suponerse Ni-ya recibió al otro sobre su cuerpo.
Sabía que a Sakito le agradaba la soledad y el compartir momentos importantes
con otras personas, las odiaba. No espero a besar aquellos labios que conocía a
la perfección, en abrazar su cuerpo en medio de jadeos. El guitarrista giro
sobre la cama con una sonrisa, jugueteando con aquel que a pesar de la edad
seguía por igual sus berrinches.
“No sé qué haría a
partir de ahora si no te tengo…”
Recordar las palabras de su primera y única pelea habían
sido solo una expresión feliz que le dejo más que por bien enterado a que por
ninguna circunstancia podría escaparse de aquel que sin pudor alguno, le tocaba
por sobre la ropa, aquel que sin pensarlo dos veces, entre besos, le desvistió
por completo delineando cada parte ya aprendida con la lengua.
|| Flash Back ||
“Dime que simplemente
tú, no eres la persona que yo esperaba...”
Sus palabras dolían, oprimían su pecho estrangulándole,
impidiendo el bombeo a su corazón. Su mirada estaba clavada en el azulejo de
aquella casa, sus ojos completamente rojos le advertían que si no salía de ese
lugar terminaría por lanzarse al piso a llorar. No comprendía por qué había
llegado a sufrir por una única persona, porque incluso esas palabras que el
mismo recalcaba ahora le dañaran a tal grado de quererse matar.
“Solo es cuestión
de esperar a que esto que sentimos se esfume…”
Llevaban más de cuatro meses esperando a que aquello se
borrara como cual palabra al aire. Estaban juntos por aquel poco tiempo sin
decirle a nadie, sin hacer siquiera aquello oficial. Solo disfrutaban de sus
besos tontos, de aquellos abrazos que de momentos se daban, esperando el
momento porque su amor se fuera y pudieran decir con una sonrisa que había sido
solo confusión.
- No lo tolero, no puedo seguir con esto tan enfermizo.
- P-Pero Sakito…
- No puedo esperar a que esto termine. – Apretó sus puños –
a que me digas de un momento a otro que lo que sentías si era pura
equivocación. –
- Estoy seguro que ya no…
- ¡¿Cómo es que tu si puedes estar tan seguro?! – se deshizo
de todo aquel autocontrol lazándose hacia aquel que le miraba con tristeza,
abrazándose al bajista que hacía poco no quería dejar ir.
- Porque el verte llorar me duele… - sus manos le tomaron
con fuerza entre su cuerpo, olfateando y besando aquel cabello castaño. El
sentir como era que el otro se aferraba lograba que a pesar del momento en que
se encontraban, su corazón latiera tal cual la primera vez, como aquella
ocasión en que sus labios se habían juntado en un pequeño y simple beso - No sé
qué haría a partir de ahora si no te tengo… -
Por primera vez en toda su vida se sintió tan dichoso de
escuchar aquellas palabras que pensó nunca escucharía. Por sentir aquellos
brazos no querer soltarle por ningún segundo. Aquella lejanía que tal vez ellos
mismo habían establecido en un principio se borró con un simple contacto de su
piel y labios. Con el simple hecho de pronunciar dos palabras que no siempre en
ocasiones escucharían sí en realidad no lo sentían.
|| End Flash Back
||
Un suspiro por sí mismo le hizo despertar en aquella
oscuridad de la habitación, recibiendo una caricia en sus cabellos, un abrazo y
un cuerpo que a su espalda se aferraba. El pelinegro aún estaba despierto,
contemplándole.
- ¿Qué sucede? – susurro sobre su oído algo alarmado, el
guitarrista simplemente negó con una sonrisa.
- Solo fue un sueño…
Sin lugar a dudas había caído rendido, satisfecho de cada
envestida que el otro le había dado. No recordaba en que momento había caído
dormido y por cuanto tiempo había pasado soñando ese pedacito de su pasado.
Solo sonrió cuando el otro aun confundido le miraba con extrañeza. Giro su
cuerpo por completo mientras el otro le daba espacio, solo, simplemente susurro
un “duerme” antes de abrazarle y volver a quedarse completamente dormido
Present. “Ni-ya…”
Solo un día más, uno y serian algo más apegados, más
experimentados, más completos del otro a tal grado de volverse locos.
Evidentemente estaba nervioso como cada aniversario, o hasta como cualquier día
sin importancia y aun asi aunque diera risa, festejaban. No era su cumpleaños,
no era ni siquiera un simple “festejemos por un buen live” absolutamente eran
cuatro años que pensó no pasarían de dos semanas.
Estaba feliz pero nervioso a la vez, como siempre…
Era doce y para joderle, estaban en Marzo. Solo a él se le
había ocurrido confesársele un día trece que a su vez al siguiente día por
obvias razones de calendarización era catorce.
“El día blanco,
blanco como tu pureza, blanco… como el dulce al que me sabes…”
Una sonrisa se formó en sus labios. Aquel catorce de
febrero, por más que sonara gracioso, no había podido evitar el soltar la
carcajada como cada año. Ver a Sakito con una caja de chocolates no era nada
normal, “solo las chicas lo hacen” y ¿Por qué el no? Evidentemente amaba esos
detalles que el castaño tenía para con él.
Era hora de regresar con creces aquel pequeñísimo detalle,
jugar un poco con los sentimientos del guitarrista era algo divertido. “En
marzo catorce, los chicos dan los regalos como agradecimiento a esa niña que
por alguna razón confeso sus sentimientos con un chocolate” justo como la
tradición.
- Mañana es su aniversario ¿no?
- ¡Como es que todos lo saben!
- Oh, vamos Ni-ya, Sakito lo pasa diciendo a cada momento.
Vaya, una sonrisa tonta se formó en sus labios al escuchar
aquello. Justo ahora se encontraba caminando por los pasillos de la compañía
junto a uno de sus amigos, un baterista en ocasiones algo ido, como siempre, le
seguía muy de cerca. Era evidente que desde hacía dos o tres días atrás, de
cada año, en estas mismas fechas, estuviera que se lo cargaban los demonios por
no tener ese “toque” que le ayudara a comprar un simple regalo.
- ¡Lo tengo!
- Siempre lo has tenido.
- No, estúpido, cuando digo “Lo tengo” con esta expresión… –
puso cara de felicidad con el puño en la palma de su mano – es porque tuve una
idea. –
- Ahh~
- Ruka, yo sé que quieres ayudarme. – le miro con tristeza
fingida.
- ¡No pienso ir de compras contigo! – Dijo alarmado dando en
el blanco – Es tu novio, deberías de saber que le gusta, yo que tengo que ver
en todo esto… - bufo.
- Joyería, tu sabes de ella, por favor, ¡acompáñame! – El
batero negó con seriedad – podrás comprarle algo a Yomi de paso y mañana po… -
- ¡¡Andando!!
Sin lugar a dudas, con una sonrisa juguetona, había
descubierto que al bastardo ese que tenía como batero le gustaba ese enano el
cual según era el mejor cantante. Vaya, que amigos era los que tenía, tan
estúpidos como para no darse cuenta que precisamente desde hacía un tiempo
estaban más unidos, gustándose y mirándose desde la lejanía. Tanta nostalgia…
……………………………………………………………………….
Sus pies caminaron un poco más acelerados. No era de esas
personas que estuviesen en un aparador escogiendo una simple cadenita brillante
o algún brazalete de perlas para alguna pequeña mano. Sakito era especial y no
precisamente especial en el sentido de ser una persona “especialmente única”.
Sakito era realmente inconforme si las cosas no le gustaban.
Si, en veces tenia celos, si, de que le recalcara en la cara
que Ruka tenía incluso muchas más argollas, aretes o hasta ligeras y exquisitas
cadenas envueltas en plata, más que él. Le tenía envidia.
- ¿Cómo que le gustaría…? – susurro el baterista observando
los aparadores.
Había tanto por escoger, cada accesorio que a él
personalmente le gustaban. Pero, ¿Qué podía regalarle? necesitaba algo tan
fuera de lo común, algo que nadie más hubiese pensado regalar en la vida. Si,
necesitaba algo de aquella platería, pero más, necesitaba ver una sonrisa del
guitarrista diciendo lo bien que se le vería al presumirle al batero.
Seguía nervioso…
- Te estoy hablando. – regaño sacándolo de sus pensamientos.
- ¿Eh?
- Te digo que tú eres el que le conoce más, ¿supongo tienes
idea de que le gustaría y que no?
“Odio no parecerme
a los demás, odio simplemente que me quieras confundir con alguien más…”
|| Flash Back ||
Sus sentimientos eran sinceros, tan reales tal cual la estación
de cada mes. No entendía su pequeño berrinche, aquellas muecas
desagradablemente graciosas que hacía. Llevaban apenas unos cuantos meses, ocho
meses y catorce días para ser precisos.
- No me compares con el… - susurro despacio dándole la
espalda, cruzándose de brazos.
- No lo estoy haciendo Takahiro.
No lo estaba molestando, en lo absoluto, simplemente su
nombre real se había escapado de sus labios. Sakito le había mirado con
tristeza y miedo una vez escucharle, girándose y dándole la cara al instante. A
pesar de que su mirada le provocaba flaquear, de que esa muequita en sus labios
le estaba a punto de doblegar, no lo permitió.
- Siempre pasas más tiempo con Ruka, con el estúpido de
Yomi, y ahora te enojas conmigo.
- Lindo, no lo estoy haciendo y mucho menos me he enojado
contigo.
No estaba harto, sino rendido. No soportaba ver esa faceta
del otro, incluso no le hubiese gustado descubrirla nunca. ¿Porque había
empezado todo esto destruyendo el momento a solas que pasaban en un abrir y
cerrar de ojos? Cierto, Sakito le reclamaba el mínimo tiempo que pasaba con sus
amigos, que jugaba a aquellos “jueguitos” con los que siempre salían, obvio por
pura diversión y nada más.
- Estoy celoso… - sin lugar a dudas, Sakito no le tenía
miedo a la vergüenza.
- Te he dicho que no debes de estarlo. – trato de acercarse
pero el otro le apunto con el dedo índice, molesto – Saki… -
-¡No te me acerques!
- Pero…
- Odio cuando me recalcas en la cara que no me parezco a
ellos porque no sigo sus juegos, ¿pero sabes qué? No lo hago porque tengo
trabajo, porque hay cosas que tengo que hacer, porque termino agotado y porque
simplemente no quiero ser él.
- Te estas confundiendo Sakito, yo entiendo todo eso y no te
presiono.
- Pero te hartas de que no te ponga atención, te aburres de
mí y por eso te vas con Ruka.
- Eso es mentira.
- ¡¿Qué tiene el que no tenga yo?!
- ¡Nada, Takahiro! Nadie es como tu…
Sus labios presionaron los del castaño aun sintiendo que se
quería separar. No tardó más de unos segundos para cuando Sakito, rendido,
respondía con hambre aquel apasionado beso. Se colgó completamente a su cuello,
se juntó tanto a su cuerpo que su propia respiración se esfuma en la piel del
otro obligándole a separarse. Su lengua choco por fuera de sus bocas tomando el
oxígeno necesario para volver a devorarse.
Sus manos se dirigieron rápidamente a tomarle por la
cintura, abrazarle y deslizándolas hasta sus caderas, jalándole una vez más
hacia sí, pegándolo incluso mucho más de lo necesario. El otro se aferraba a
sus cabellos.
- No me compares, lo odio…
- No lo volveré a hacer.
- Lo odio a él.
Quiso sonreír y burlarse un poco. Ruka como Yomi era unas
excelentes personas, sus mejores amigos, incluso aun, en esos segundos se
preguntaba el porqué de ese odio. “Estoy celoso” cierto, ahora lo entendía. No
lo odiaba por ser una persona traidora, mal amigo, una escoria, le odiaba por
robarle esos pequeños momentos que bien pudiesen ellos compartir.
|| End Flash Back
||
Sus ojos se pasearon sobre aquellos vidrios muy bien pulido,
limpios.
- Algo no tan extravagante ni muy simple. – Ruka ladeo la
cabeza sin entender – quiero decir, supongo, no algo que a ti te agradara
mucho. –
- Comprendo…
- Sakito, bueno el…
- No me des explicaciones. – Rio no tomándole importancia –
sé que me odia por quitarle el tiempo a su lindo y adorado novio. – hizo
ademanes.
- ¿Tu cómo es que dices eso? – rio nervioso.
- Pregúntaselo a Hitsu
Ese otro bastardo… bufo con gracia, ahora solo para joderle
le diría a Sakito que ese guitarrista enano estaba hablando a sus espaldas. Rio
sin importar nada, incluso llamando la atención de la chica del mostrador. Todo
aquello en estos momentos era tan raro, tan diferente a como siempre. Ruka solo
le dio un golpe a su hombro jalándole, casi estampándolo en una de las
ventanitas.
- Ese. – Apunto con asombro – ese es pequeño, no negare que
es genial y supongo que por lo simple que es, le encantara. –
- Pero a ti te gusta. – rio.
- Me gusta para él, no para mí.
- No está nada mal.
Asintió alegre ante aquello. Era algo sencillo pero hermoso,
sin duda no se había equivocado a pedir la ayuda de alguien como Ruka. Su
dilema fue algo mucho menos sin importancia al llegar al mostrador. Sacar la
tarjeta de crédito le obligo a agachar su cabeza, a clavar la mirada en algo
más que sencillo pero lindo, sin un precio sin la mínima importancia. Pero más
que eso, era algo que a él le había gustado, que el brillo plastificado de
algún modo le había hechizado.
“Mi amor por ti no
es como el cristal, ni como el diamante, es como algún plástico mucho más
brillante. Irrompible, y maravilloso…”
Sin lugar a dudas algo como aquello, le encantaría mucho
más.
Feelings “Sakito…”
Sus pies se movían ágilmente y sus manos con precisión. Había
acabado en la cocina con un largo mandil, haciendo prácticamente una cena algo
un poco más impresionante de lo normal. Podía escuchar los pasos del más alto
en toda la sala, los movimientos que hacia e incluso el pequeño ruidito que
hacía con su voz. Había sido algo irresistible reír cuando salía de la cocina y
se acercaba a la sala-comedor.
Una balada que solo se escuchaba en sus oídos. Una que le
provoco reír cuando aquella garganta desafinaba al cantar. Se había alejado un
poco de ahí, escondiéndose detrás de la pared. Ni-ya seguía con los audífonos
puestos y un pequeño trapo en las manos, limpiando la mesa de centro, la
pantalla de televisión y cada uno de los objetos aparentemente sucios,
limpiando.
Le era ya una costumbre no salir cuando festejaba, que mejor
que tu casa para divertirte como gustes. Ellos pensaban asi.
- ¿Eh? – Brinco un poco al escuchar la risita una vez
quitarse los audífonos - ¿Qué tanto me mirabas? – Sakito negó cubriéndose la
boca, corriendo prácticamente una vez más dentro la cocina.
- Nada, no miraba nada. – se tiro, literalmente, a reír.
Sintió aquellas manos apoderarse de su cintura, aquellos
labios besar su nuca. Su risa se esfumo al sentir su cuerpo bien pegado a su
espalda, sentir aquella hombría del otro restregarse sin cansancio. Jadeo, gimió
cuando la mordida del otro en su hombro se hacía presente, cuando sin dudarlo
comenzaba a meter su mano bajo aquel pantalón holgado.
- Ni-ya estoy preparando la cena…
- No te estoy deteniendo. – susurro a su oído.
- Estas quitándome el tiempo, la comida se quemara.
- Compraremos más.
- Ni-ya…
Giro su cuerpo para mirarle de frente, caminando a ciegas
hacia atrás, logrando que con un solo vistazo el bajista terminara por apagar
aquella flama de la estufa. Se hicieron
a un lado, recargándose en la barra de cocineta.
Cuanto era lo que el otro le provocaba, lo que aquella mano
dentro su pantalón podía llegar a hacer. Ni-ya le tocaba, masajeaba su miembro
mientras pegaba su frente a la suya, mientras escuchaba sus gemidos y esos
movimientos rudos hacia adelante. Su sonrisa burlona le prendía, pero más que
eso, negarle sus labios en un momento como estos le provocaba delirar.
- P-Para… - gimió besando su mejilla, jalando su cabello con
una mano, deteniéndose con la otra para no caer – Ni-ya, detente… -
El bajista se negó, movió la cabeza con una ligera sonrisa.
¿Por qué era que esa vista le volvía loco? Porque era que si a cada momento le
tocaba y le besaba nuca se aburría.
Era día catorce.
La mano del pelinegro se movió con más velocidad, con una intensidad
justamente provocante y Sakito no dejaba de pedir por que se detuviera. Aquel
mandil color blanco salió disparado una vez el bajista jalar el cordón,
quitándolo y arrojándolo al suelo. El castaño no hizo nada más que aferrarse en
un abrazo y con la cabeza hacia atrás correrse dentro el pantalón.
Aquellos labios entreabiertos le llamaron, le pedían por ser
probados con salvajismo, adentrando su lengua sin ningún tipo de pudor o
vergüenza, recibiendo el contacto con algo mucho más apasionado. Las manos del
guitarrista bajaron hacia el trasero del otro apretando con ganas.
- Me quieres dentro ¿no es asi? – Sakito simplemente asintió
– No puedo esperar a la cena, desde hacía horas que te traigo ganas. –
- Y que esperabas para hacerlo… - jadeo sobre sus labios,
jalándole por la cintura sintiendo una corriente en su bajo vientre al sentir
aquel duro bulto dentro la mezclilla – Estas duro… -
- Me pones duro.
Y era por esto que descartaban la ida a un restaurant o a
alguna invitación que sus amigos le hacían para ir a cenar.
“lléname de ti,
mátame incluso si es posible… “
Los recuerdos vagos, incluso sus propias palabras se
agolpaban en su cabeza. Había sido arrojado a la mesa con brusquedad, había
presenciado como el otro sin ninguna importancia arrojaba la loza de la mesa al
suelo, quitaba el blanco mantel y le empujaba sobre la dura madera. Sus actos
provocaron que se deshiciera de su propia ropa, que observara con detenimiento
como el otro lo hacía de la suya misma, como con la seña de su dedo índice le
pedía que se acercara.
- ¿Algún día lo habías hecho sobre la mesa, lindo?
Sakito negó ante aquello, sentándose justo sobre su miembro,
levantándose y bajando sin dejar que el otro entrase tan fácilmente. Su cuerpo
desnudo, aquel calor que este mismo desprendía y que decir de aquellas manos
que por sobre cada milímetro, le inspeccionaba.
- Nunca me habías ayudado a utilizarla…
Incluso después de eso no le permitió hablar. No importaba
el vidrio blanco y trasparente que estaba regado en el piso, que aquellas copas
y vino hubiesen caído por igual. Simplemente lo que ahora tenía importancia
para ambos era esa manera de amarse como siempre.
Sus caderas se movían de arriba-abajo y su cuerpo se fregaba
con impaciencia. La claridad de la tarde a sus seis y treinta y nueve minutos
aún era algo fastidiaste. Moverse de ahí, en lo absoluto. Sus manos tocaban su
espalda, su entrada con el dedo índice, introduciéndolo de a poco al momento de
bajar.
El golpe de la mesa hizo eco en la primera envestida.
Se había prendido de sobremanera al tenerlo bajo sus glúteos
recibiendo aquel movimiento al besarle, mordiendo cualquier parte que le fuera
posible. No se hizo esperar, tanto como el pelinegro necesitaba tenerlo ya.
Dejando desconcertado al otro se levantó, subiendo y
gateando sobre la mesa, relamiendo sus labios como solo el mismo podía hacer.
- Dentro Ni-ya, ahora…
El otro levanto la ceja con una sonrisa de medio lado, sin
pensarlo o imaginarlo, el castaño se había acostado sobre la mesa, con las
manos sobre su cabeza aferrándose de la madera. Sakito sin ninguna vergüenza a
que el otro le mirase, solo abrió las piernas lentamente, levanto su pecho e
imito un futuro orgasmo. Sin lugar a dudas, aquel movimiento rápido del bajista
le advertía que estaba en su límite.
Mordió fuertemente su labio cuando el otro levantaba una de
sus piernas guiándola a su hombro, cuando si avisar siquiera le jalaba por la
cintura apegándolo y entrando a su interior con rudeza. Su gemido ahogado de
placer resonó en ambos oídos, en las paredes mismas.
No había necesidad de que pidiera por mas, de que le
provocara, de que se pusiera en el papel de una verdadera puta como para gozar.
Ni-ya le tenía bien sujeto, le envestía con tal fuerza que a cada estocada
llagaba al punto clave de su cuerpo donde le provocaba arquear la espalda,
gemir como era debido.
- Gírate… - pidió saliendo sin avisar, arrancándole un
rugido por la intromisión – Vamos Sakito, Date la vuelta… -
Tan sensual que había sido esa escena que presencio en
cámara lenta. Verle girarse despacio, levantando sus caderas hacia atrás y
recargar su cara sobre sus manos fue sumamente impresionante. Beso su espalda.
Sakito sentía como aquella lengua recorría desde su entrada hasta su espina
dorsal aquella humedad de su saliva.
Frenéticamente, una vez más, le envistió con rudeza,
hincado, provocando que los movimientos hicieran tronar la mesa, que se
moviera, que simplemente rechinara en el azulejo. Sus gemidos se acortaban más,
se apagaban en la madera tallada, se esfumaban a oídos del otro, ¿y que
provocaba aquello? Que le hiciese gritar
al mover sus caderas de manera circular, el envestirle y empujarle hacia atrás,
que su frente se pegara a momentos.
Su mano se movía con agilidad masturbándole, bombeando desde
la base hasta la punta, jalando con fuerza, impidiendo que se corriera al tapar
con su dedo aquella delicada abertura. Y Sakito comenzó a moverse por sí mismo,
haciéndose hacia atrás, logrando que el pelinegro callera sentado, y sin ningún
aviso se moviera, saliera y de frente, junto a un sentón, comenzara a cabalgar
por si solo.
-E-Eres único… - Sakito no contesto, simplemente tomándole
por las mejillas le beso – Te amo tanto, como no tienes idea, sin ti… sin ti me
volvería loco. –
Sin ningún aviso más que su propio movimiento y gemido, le
aviso que era hora en que el guitarrista se correría, y que a los segundos o
pocos minutos el terminaría por hacerlo en su interior, como siempre. Sakito no
aguanto más, aquellas palabras, aquellos sentimientos mutuos se auto mezclaron,
se aferraron a sus neuronas teniendo un orgasmo glorioso, el primero de tantos
por la noche, el poco de aquellos más que tendría por el tiempo en que
compartirían de ahora en adelante.
“Contigo desde
ahora, aunque la palabra “por siempre” no
exista…”
Whim “Ni-ya…”
Sus movimientos le provocaron abrir los ojos con lentitud.
Habían tenido una noche maravillosa, habían pasado más de horas repitiendo,
aprendiendo y haciendo innumerables de cosas sobre aquella sucia mesa. Ahora,
aquel ligero cobertor le cubría parte del cuerpo y aquel cálido lugar de junto
estaba completamente vacío. No se levantó, incluso no se preocupó a que el otro
hubiese a alguna parte, sabia y conocía cada una de sus manías y estaba más que
seguro que aunque el otro no fuera un aficionado a tomar, estaría probando una
copa de vino.
Si vista se fijó hacia el oscuro techo, a suspirar con una
sonrisa boba en los labios. ¿Cuándo se cansaría de todo aquello? ¿Cuándo
dejaría de sentir lo que hasta ahora desde aquella vez sentía? Sin lugar a
dudas, ese castaño no le dejaría escapar fácilmente. Un quejido le hizo
levantarse de la cama
- Takahiro… - susurro incluso saliendo descalzo - ¿Q-Que
pasa? –
- Idiota, no salgas asi, hay muchos vidrios aun.
No le importo dar saltos tontos tratando de esquivar los lugares
repletos de añicos cristales. Su mano estaba completamente ensangrentada y eso
era lo que sin duda le alarmo, le coloreo la piel de un blanco pálido y le
provoco una enorme preocupación.
- ¿En qué diablos estabas pensando? – regaño serio, ayudando
a que el otro se levantara, soltara aquella escoba y arrastrándole hacia si le
llevara a sentarse a uno de los sillones de la sala.
- Estoy bien. – Sonrió – simplemente me sentí mareado y no
agarre bien los vidrios, solo eso. –
- No deberías de hacer limpieza a estas horas de la noche,
incluso no deberías de tomar.
- Pero me gusta hacerlo.
- No seas tonto.
El bajista se encamino rápidamente a la recamara a tomar
unos zapatos cualquiera y buscar aquel botiquín que tenían en algún lugar del
baño. Regreso a la sala y con un suspiro se sentó justo a un lado del otro,
jalando su brazo y limpiando la muñeca con algún algodón.
- Estas enojado ¿verdad? – susurro el guitarrista.
- No lo estoy.
Y en verdad no lo estaba, solo que la preocupación obligaba
a que sus facciones se hicieran tensas a tal grado de parecer enfadado. Sakito
se mordió el labio llamando la atención del otro gracias al ardor de la mano,
bajo la mirada algo apenado.
- Perdón…
- No hay porque pedir perdón. – Contesto simple el pelinegro
– vayamos a dormir, odio no verte a un lado cuando despierto. –
Si, aquello le decía a Sakito que su pareja no estaba
enojada en lo absoluto. Negó lentamente con la cabeza impidiendo que el otro se
levantase del sillón. Sus movimientos lentos extrañaron al otro dejándolo
plantado en su lugar. Fue solo cuestión de tiempo para cuando el otro
prácticamente estaba sobre su cuerpo, abrazado suspirando sobre su oído.
- ¿Qué pasa? – rio bajo.
- Que día es hoy. – pregunto triste, aferrándose mas, Ni-ya
simplemente sonrió al entenderlo.
- Quince de Marzo.
- No eso, quiero que me digas que día es hoy.
Sus manos se movieron rápidamente a su cintura, jalándole y
acomodándose para posicionarlo entre sus piernas, le giro abrazándole por sobre
su vientre, dejando confuso al guitarrista.
- Cuatro años y un día, algunas horas y minutos… - suspiro
con vergüenza – siempre me has tenido a tus pies. –
- Me engañas con alguien más ¿verdad? – la seriedad de
Sakito le sorprendió.
- ¡¿Q-Que?! ¡No! Por qué piensas eso.
- Dime que me amas. – El bajista negó avergonzado.
Sakito se había zafado de su abrazo y se había arrodillado
mirándole, sus ojos claros, su mirada tan hermosa le provoco tragar saliva,
dejándolo completamente callado, el guitarrista frunció el ceño con enojo, sonrió
complacido a sus adentros.
- T-Te, amo…
Había sido tan hermoso, tan sensacional escuchar ese
susurro. Nunca había ocasiones en que el bajista le dijera un “te amo” a la
cara, siempre los gritaba cuando no estaba atento, siempre los susurraba cuando
dormía, pero rara la vez lo hacía mirándole a los ojos.
“Siempre te recordare que quien ocupa mi cabeza y corazón,
no es nadie más que tu…”
Un beso intenso, uno que le quedaría grabado por toda la
noche, le provoco recordar, le amaba pero quien siempre lo decía con confianza,
sin apenarse, era aquel castaño que besando con lentitud sus labios, le decía
cuanto era lo que le quería.
Forever Sakito…
Su cuerpo se sentía completamente liviano, y aquellos brazos
que le envolvían hacían que su calidez en el cuerpo aumentase, que aquellas
ganas de levantarse y terminar con otro día se elevaran. Estiro su brazo
abriendo el cajoncito de la repisa a un lado, sacando una cajita roja de ella.
Rio del simple hecho de verse haciendo aquello, pero, se detuvo al instante
poniéndose completamente colorado al ver aquello roja sobre el suelo al
levantarse.
Aquella caja callo a un lado de su cuerpo, provocando que el
pelinegro le soltase y girara su cuerpo aun dormido. Sus ojos se abrieron
desmesuradamente parándose y agachándose con lentitud.
Nunca, nunca pensó que algo como aquello, tan lindo
estuviese tirado en su recamara, que justo en aquel color rojizo se encontrara
algo dorado y cristalizado. Y como si el ver aun dormido al bajista le diera la
respuesta, no hizo más que susurrar un “gracias” y arrodillarse a levantarle.
El oro era sensacional, le encantaba, pero aquel brillo del
platico, ese toque diamante en él, provocaron que un jadeo saliera desde el
fondo de su garganta.
“Eres como el cristal,
como el brillo diamante, tan irrompible como las cuentas de colores…”
Aquella pulserita llena de cuentas plastificadas, brillaban
como un hermoso vidrio pulido. Sabía que ese objeto le pertenecida, que aunque
aquella cadena en baño de oro también lo fuera, sin lugar a dudas el articulo
más sencillo tenía un lazo, un significado tan grande como el que les unía.
- ¿Te gusta?
Sakito tuvo que girar sorprendido, aun con un nudo en la
garganta asfixiándole. ¿Por qué hacía eso? ¿Por qué Ni-ya jugaba con sus
sentimientos de aquella manera? Se levantó rápidamente mirando la pulsera ya
puesta en su muñeca, colorando sus mejillas por los sollozos que saldrían de
sus ojos, arrojándose sobre la cama a ocultar su mirada.
- ¿Por qué haces esto…? – susurro el guitarrista abrasándole
por sobre las sabanas.
- ¿No te ha gustado?
- ¡No! – Alterado – Haces que recuerde momentos que no
quiero. –
- Eres como el cristal…
- Calla.
- Mi precioso diamante…
- No sigas amor, me ha encantado, pero no sigas.
Sus brazos, su cuerpo, sus suspiros, aquellas ligeras pero
perforadoras miradas. Un “dame aquí” fueron las únicas palabras que el bajista
artículo. Colocando aquella delgada cadena, aquella cruz dorada por sobre el
cuello del castaño. “Gracias” infinidad de ellos salieron de sus labios,
millones de ellos fueron acallados con sus besos.
- ¿Qué haría sin ti? – dijo el guitarrista.
- Lo mismo que yo sin ti. – Respondió sin ninguna vergüenza
– morir si fuera posible… -
- Idiota.
- El idiota que más te ama…
Una inolvidable cena, esta vez no importo, un chocolate que
rodo bajo la cama por sus movimientos, tampoco lo fue, lo único importante para
sí, fue que sus palabras llegaron a lo más profundo de su ser, como desde
siempre, como la primera vez.
“Siempre, dime que
me amas, y no te dejare ir nunca…”
Sin lugar a dudas, desde ahora, tenía que estar preparado
para no escapar de un inexistente “para siempre”…
F I N
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