Love me no lies ~Capitulo único~
Como le encantaba observarle desde la lejanía.
Aquel pelo castaño y corto, aquella manera tan coqueta de caminar, aquellos
cortos shorts con lo hacia que mostrara esa blanca y tersa piel de sus piernas,
ese ligerísimo maquillaje que le daba un toque natural y especial a todas sus
facetas y muecas. Y a pesar que estaba tan confiado de que aquella persona le
haría caso al instante ahora mismo llevaba de la mano a otro.
Era sumamente imposible que cualquiera
se resistiera a sus “encantos”, que simplemente dejaran pasar tan a la ligera
su estilo tan especial de vestir, aquella manera tan genial de peinar su
cabello o sus gafas oscuras con las que siempre llegaba. La verdad no creía aun
el hecho de que no le miraba ni una milésima de segundo.
- Kenzo-kun, por favor salgamos a tomar
algo~…
A pesar de que odiaba de sobremanera
que las chicas le rodearan a cada momento, tenia que aguantarse, vaya, tal vez
de esa manera podía llegar a tomar la máxima atención de aquella persona que
aun le traía babeando la banqueta. Asintió como el máximo tonto, solo por mirar
como pasaba a su lado, movía las caderas.
- ¡¿Eh?! ¡¿De verdad saldrás conmigo?!
Diablos, que diablos había hecho. Ni
cuenta se había dado que había aceptado a salir con aquella fastidiosa
chiquilla y solo por mirar a cierta personita. Se golpeo mentalmente, e incluso
quiso negarse pero no quería que después la chica anduviera diciendo lo malo y
desconsiderado que era cuando de verdad no era asi.
- Nos vemos el fin de semana. -
Contesto con cierta resignación solo observando la sonrisa de la otra.
***************
Y claro que lo había visto, y por
supuesto que lo había escuchado. No podía negar que esas gafas le hacían ver
tan guapo, y porque no decir que sentía hasta que el cuerpo le prendía. Había
optado por tomar de la mano a su acompañante, de pedirle el favor de a que le
ayudara solo para que el otro se diera cuenta lo que había perdido. Pero ahora
resultaba que el muy maldito saldría con otra, y para su pesar con una chica.
Le dolía, le daba una rabia enorme el
que Kenzo de verdad prefiriera a aquellas personas de voluptuoso cuerpo, de
maquillaje excesivo en la cara, de llevar siempre uno de esos exagerados
vestidos con holanes. Había pasado a su lado con tal de solo poder inhalar esa
colonia que le había regalado y que estaba seguro traía todos los días, pero
ese comentario de la mujer lo había dejado desorbitado.
- Escuchaste… - murmuro agachando la
mirada, apretando más su agarre en la mano del otro – prefiere salir con una
verdadera chica. –
- ¿Verdadera chica? – El otro hecho una
risita – Yume-chan, tu eres una verdadera chica a comparación de ella, llevas
todos estos años vistiéndote de esta manera y solo para poder caminar a su lado
sin que les digan algo… -
- Pero… ella es bonita…
- Tú eres hermoso.
- Lo dices porque eres mi primo y
porque me quieres.
Y si, Yume llevaba todos esos años de
universidad vistiéndose con shorts cortos, con tenis en forma de botín y
siempre con una chaquetita que le llegaba a sus partes bajas solo para
ocultarlas. Siempre iba tan bien combinado, con su cabello corto peinado de
diferentes maneras y su voz siempre sonaba baja para no dejar salir aquella
gravedad de sus labios, con una colonia de esas que Kenzo amaba, tan dulce y
delicada, con sus cortas uñas pero muy bien arregladas.
Todo de él era envidiado, que si Yume
llevaba tal ropa, que si Yume tenia tal linda mochila, que si Yume quisiera
salir conmigo o hasta que si Yume regresara con Kenzo. Una chica le llamo.
- Nee~ Yume-chan vayamos de compras…
- ¿Eh? Pero hoy no puedo…
- Anda, anda~
Aquella chiquilla daba saltitos
dramáticos con tal de que Yume aceptara y como era seguro de esperarse, acepto
con una sonrisita nerviosa, siendo para después jalado de la mano por aquel que
le acompañaba y decía ser “su nuevo” novio de mentiras.
Caminaba con desganes, era
prácticamente arrastrado por el otro hasta el jardín, donde se despidieron con
un simple beso en la mejilla para no levantar sospechas. A los cinco minutos de
haberse sentado a esperar a que el timbre sonara ya se encontraba rodeada de todas las metichitas
compañeras.
- ¿Eh? Yume-chan ya estas saliendo con
él~ - dijo con la ceja alzada, con aquel tonito de voz juguetón. Yume solo
sonrió nervioso.
- Si, bueno… no, es que…
- Pero nosotras te vimos que venias
tomadita de la mano con él~
- No bueno si, pero…
- ¡Admítelo! admite que sales con él.
Yume no sabia que contestar, eran muy
pocas las personas en la universidad que sabían de su verdadera sexualidad, de que en verdad entre
aquellas piernas había un bulto que le decía ser un hombre. No sabia que
contestar porque si lo hacia tendría a todas metiéndose en su vida privada y hasta
podía llegar a tenerlas en casa haciendo una de esas juntitas que las chicas
hacían solo para contarse sus intimidades.
- ¡Hey! porqué no se van y me dejan a
solas con ella… - sonrió cínicamente
al pronunciar la ultima palabra – anden, váyanse que necesitamos hablar. –
Todas con una sonrisa tonta al verle se
marcharon dejándolos completamente solos en la banquita donde habían acorralado
al castaño. Este quiso levantarse e irse antes de que sus miradas se cruzaran o
antes de volver a escuchar su grave voz. Pero fue detenido, sus dedos se vieron
entrelazados entre aquellos del otro.
- ¿Quieres soltarme? – su verdadero
tono de voz se dio a relucir en uno bajo – No tengo nada que hablar contigo –
frunció el seño jalando su mano, deshaciendo el contacto que el otro mantenía
unido.
- ¿Quien es ese con el que venias? –
pregunto firme mirándole por sobre las micas oscuras de sus gafas, viendo la
sonrisa irónica en el otro.
- Ahora viene a preguntar eso, alguien
que tiene una cita el fin de semana… que patético.
- No es una cita, solo acepte por
aceptar.
- ¿Asi? Yo también soy su novio solo
por aceptar.
- ¿Sabe que eres hombre? – pregunto
sorprendido, casi con la boca abierta.
- Crees que hay personas como tu que
preferían mas su lado machista a que todos se dieran cuanta que en verdad eres
un maldito mari… – se quedo callado – no es como tu… -
- Pero sabes que no me importa lo que
la gente diga, solo lo hacíamos para que mis padres no se dieran cuenta y
dijeran que su único hijo era un maldito mariquita… sabes que no quiero que me
dejen de querer.
- No me importa…
Y con indignación le dejo solo,
caminando con sumo enojo hacia su clase, bufando por lo bajo ante su mismo
comportamiento. Le entendía, comprendía cual era el miedo del más alto,
comprendía que no quiera provocar a que sus padres quienes lo creían el hijo
mas genial terminaran por odiarle.
Pero si Kenzo quería ser feliz, tenia
que entender, tenía que aceptarse y hacer que sus padres lo aceptaran tal y
como era y hacerlos entender que lo que el tenia no era una enfermedad, que lo
que el solo tenia eran gustos diferentes, manera y forma de ser muy diferente a
la de los demás.
Estaba claro que lo amaba y que lo
único que quería era hacerlo entrar en razón, de darle ese empujoncito que
necesitaba para que se aceptara y para que lo aceptaran. Y sabía que de alguna
manera u otra lograría su objetivo porque Kenzo también le amaba.
**************
Kenzo no había dejado de pensar por
toda la noche en todo aquello que Yumehito le había dicho. Pero no podía
hacerlo, no podía dejar que sus padres se desilusionaran de él solo por ser
como era. Necesitaba a su castaño ya desde hace mas de tres meses en los cuales
se habían dejado, necesitaba de sus besos
tiernos que le provocaban
calmarse. Tanta era su desesperación que ni atención ponía a la platica
que según estaba llevando.
- Hijo, ¿estas escuchándome? – no
obtuvo respuesta y suspirando se acercó a su hijo el cual solo dio un saltito
al ser tocado su hombro – me siento ignorada, cariño. – sonrió dulce.
- Lo siento mamá, estoy un poco
distraído… - suspiro con pesadez.
- ¿Ha pasado algo en la escuela? –
Kenzo negó rápidamente – ¿entonces, que pasa? Sabes que puedes confiar en mí…
- No es nada… de verdad no es nada…
- Eres mi hijo y te conozco, dime que
fue lo que paso.
Resignado, estaba tan desesperado por
el hecho de que ahora alguien mas le había quitado a su castaño, y de que para
terminar de fregarle su jodida vida si se aceptaba ser como era. Y de que no forzara a Yume a vestirse
de aquellas maneras las cuales el mismo hacia para que pudiera ir a visitarle a
su casa y convivir un poco con sus padres los cuales le querían mucho por ser
una niña honesta, linda y educada.
- Yume esta saliendo con otro. -
frunció el seño con enojo por solo recordar el hecho de verles caminar tomados
de la mano.
- Hace ya mucho que se dejaron,
deberías de comprenderla.
- ¡Fueron solo tres meses! No puedo
creer que después de pasar tanto juntos, ahora salga con… con alguien más.
- Entonces si le quieres porque no la
buscas.
- Su segundo nombre es terquedad, mamá.
- Pues tú bautízala con otro segundo
nombre y ve a buscarla, no quiero a un hijo que me ignore cuando platiquemos o
a uno que se termine arrepintiendo por haber dejado “lo mejor que le ha pasado
en la vida”. – Kenzo frunció los labios ante la última frase, pensaba que su
madre no recordaba esas palabras – nosotros te apoyaremos, te queremos y no
dejaras de ser nuestro hijo solo porque hayas matado al otro novio… -
- ¡Madre!
Kenzo por un momento rio con ganas,
sintiendo ese amor que su madre desprendía, para después de unos minutos de
platicas verse obligado a ir a comprar algo para hacer la cena, y de paso ir a buscar
a aquel que le causaba su desesperación y celos. Su madre nada mas le vio
marcharse al momento que tomaba el teléfono de la casa y hablaba animadamente.
Después de un rato no pasando los
veinte minutos se escucho el timbre de la casa y con una sonrisa fue a abrir a
aquel que esperaba con ansias. Le vio con unos jeans, una camisa blanca con un
cuello largo caído y una sudadera negra algo ajustada, con unas gafas de sol
adornando su rostro y con aquel cabello lacio algo desordenado. Le sonrió.
- Pasa, pasa…
Asintió despacio con una sonrisa,
quitando aquellos lentes para mirar a la cara a la mujer y sonreírle con
amabilidad. Entraron hasta la sala donde ambas personas tomaron asiento. Donde
ni un silencio se hizo presente al ya conocerse tal y como eran.
- Eres mas guapo ahora ha como cuando
andas vestido normalmente. – sonrió ganando una risita nerviosa por porte del
otro.
- Supongo que los short no me van. –
aquella voz grave no le sorprendió en lo mas mínimo.
- Todo lo contrario Yume, ahora
entiendo porque fue que te ganaste a Kenzo, tu belleza es engañosa pero me
alegro a que seas tú.
- Supongo que gracias. – Cruzo las
piernas – Perdón es la costumbre. – ambos rieron.
Era más que obvio el que la señora
conociera ese secreto que su hijo le ocultaba pero que Yume al querer algo formal le había confesado. Entendía el miedo y el amor de ambos
pero se alegraba de que Yume hubiera sido honesto y se hubiera presentado ante
ella tal y como era, un hombre. Pero mas
que alegrarle ahora estaba convencida de lo grande que había hecho, de todo lo
que Yume le confeso casi hasta las lagrimas para que los comprendieran, para
que les diera una oportunidad de darles a demostrar el que no por que fueran diferente eran las peores personas, y
eso era lo que admiraba.
- Y… no esta él ¿verdad? Digo, no quiero
que se enfade por faltar a mi palabra y presentarme así, tal y como soy…
- Le he mandado a traer algo para la
cena, aun tenemos tiempo para charlar.
- Bien…
Un silencio que no fue para nada
incomodo reino el lugar por unos segundos, ambos solo se miraban con una
sonrisa expresándose solo con aquellas miradas. Yume claro que estaba nervioso
¿Qué pasaría si Kenzo lo viera en su casa vestido casualmente? Estaba más que
seguro ahora si lo perdería.
- A donde piensas ir a buscar plaza
cuando terminen la carrera. Porque supongo que… querrán irse juntos, ¿no?
- ¡¿EH?! No bueno, este… no creo que…
bueno yo…
- ¿Lo quieres?
Aquella pregunta le llego como baldé de
agua helada, nunca se imagino que la señora fuera tan directa y que de un
momento a otro le preguntara precisamente eso. Solo agacho la mirada
completamente ruborizado y nervioso. La mujer solo hecho una risita poniéndolo
mucho mas colorado.
- Supongo que eso es un si. – El otro
asintió torpemente – Kenzo me conto que salías con alguien mas… -
- ¡¡Eso es mentira!! – Elevo la voz
interrumpiéndola – P-Perdone, no quise gritar… -
- No importa – sonrió – supongo que esa
era la manera para hacerlo entrar en razón, ¿no? -
- La persona con la que me vio es un
familiar que viene del extranjero y acaba de entrar a la universidad, aun es
joven y me hizo ese favor… - explico – yo solo quería verificar si Ken aun
sentía lo mismo y si estaba dispuesto a contarles de una vez por todas lo
nuestro, pero supongo que no lo hará, yo sabia que ayer tenia una cita con una
chica y pues… - guardo silencio – supongo que preferirá ser el hijo perfecto… -
- Nunca dejara de ser el hijo perfecto
solo porque te acepte o por que salga con alguien mas – aquella voz sorprendió
a ambos provocando que Yume se levantara de golpe e hiciera una reverencia
rápida – Escucha, sé que hicieron mal y que el hecho de forzarte a hacer algo
tan humillante no tiene perdón, aun asi, es nuestro hijo y estamos agradecidos
porque hablaste con la verdad y aceptaste hacer todo lo que el quisiera solo
para tenerlo a tu lado y aunque me duela… él te quiere. –
- Señor… sé que fue humillante pero yo…
lo hice por él, porque es una persona especial para mi… - mantuvo la cabeza
gacha – y sé que me odiara por haber roto la promesa de no decirles hasta que
el estuviera listo, pero yo no me quiero ocultar, quiero estar con el. –
Levanto su mirada completamente
cristalina, dando paso a una lágrima traviesa que se desprendió de sus ojos
color avellana, apretando sus labios, manteniendo temblorosas sus manos con los
puños apretados. Súbitamente y realmente preparado esperaba algún grito o hasta
golpe del señor mayor pero lo único que sintió fueron aquellos dedos limpiando
sus lágrimas.
- Un hombre no llora Yume. – dijo el
hombre.
- Pero un verdadero hombre si, señor…
Levanto su rostro mirando hacia el
techo dejando paso a una lágrima tras otra, apretando sus labios con fuerza tratando
de controlarse. No comprendía cual era el miedo de Kenzo si en realidad sus
padres eran una excelentes personas, unas que lo apoyarían a lo que fuera.
- Lucha Yume… - y dicho esto el señor
desapareció por las escaleras.
Se dejo caer de rodillas al piso,
sonriendo y llorando, entremezclando sus sentimientos, sintiendo aun el éxtasis
del miedo y la calma de la felicidad. ¿Eso quería decir que le había aceptado?
¿Qué tenia todo el permiso para luchar por su felicidad junto a Kenzo? La mujer
solo se acercó a él abrazándolo como si fuera su hijo.
Y al entrar solo le había visto como se
dejaba caer, como lloraba desconsoladamente. No podía creer que fuera él, que
hubiera llegado a su casa a buscarle. Pero ¿Por qué venia asi? ¿Por qué estaba
llorando? Es que acaso había hablado y sus padres le habían hecho algo. Cerró
la puerta con fuerza provocando que su madre y Yume se sobresaltara de
sobre-manera.
Le vio acercarse, vio aquellos ojos con
una furia envolverle, agacho la cabeza, levantándose despacio para darle una
sonrisa ladina a la mujer y pasando junto a Kenzo trato de salir del lugar.
Pero fue detenido, sintió la mano del más alto sobre la suya con fuerza.
- Yume… - susurro.
- Con su permiso…
Kenzo no podía creer el hecho de que no
le mirara, de que se hubiera zafado para casi salir corriendo de su casa. Giro
a ver a su madre quien esperaba una respuesta y agachando la mirada tomo sus
manos entre las suyas. ¿Cómo hablar? Como decirle que aquella persona era a la
que amaba y a la que no tenía pensado dejar ir.
- Mamá, yo…
- ¡Tu pedazo de imbécil! – Kenzo solo
cerro los ojos cuando escucho la voz masculina tras de si soltando con rapidez
las manos de su madre - ¿Sabes lo que acabas de provocar? ¡¿Acaso crees que lo
que haz hecho es algo digno de esta familia?! –
Sabia, estaba cien porciento seguro que
su padre le golpearía, y si no hasta le mataría. Pero cuando le tuvo cerca y
cerro los ojos para sentir el golpe, solo sintió uno pequeño y con cariño en la
mejilla y un fuerte agarre en su hombro. Abrió los ojos con lentitud topándose
con una sonrisa triste.
- No me alegra el que salgas con un
hombre, ni mucho menos que nos lo hayas ocultado, pero eres mi hijo y eso no
hará que lo dejes de ser. Eres mayor y sabes lo que haces.
- Yo… lo siento. – Agacho la cabeza en
una reverencia – tenia miedo, no sabia que hacer. –
- Lo único que tienes que hacer es
traerlo de regreso y ya hablaremos cuando estén aquí.
Su madre le dio un empujoncito hacia la
puerta, arrojándolo casi a la calle para que partiera y trajera a aquel que se
acababa de marchar. No espero siquiera a poner su cabeza en orden, lo único que
pensaba en estos momentos era en traerle consigo de una vez por todas a su
lado.
**********
Yume había salido corriendo, sintiendo
ahora arrepentimiento por haber estado ocultando al más alto el hecho de que su
familia ya sabía la verdad. Llego a casa tumbándose al sillón, tallando sus
ojos para no llorar mas, para hacerse a la idea de que al haber sido
descubierto ahora si perdía toda esperanza. No duro nada para cuando sentía un
sueño tratando de inundar su cuerpo con mucha pesadez.
Escucho entre algunos susurros su
nombre, unos golpecitos que verdaderamente eran de lo más fuertes. No quería
levantarse pero si no lo hacia no se callarían, o tal vez seria aquel de su
familia que había llegado a vivir a la ciudad.
Pero nunca se imagino que al abrir la
puerta se encontrara con precisamente él.
Retrocedió, dejando total espacio a que
el otro entrara y aunque estaba a la defensiva por cualquier grito que le diera
no dejaba de sentir esa sensación de querer abrazarle. Y ahora que decirle al
tenerle delante, ¿Lo siento? ¿No quise decirles nada? Sabía que el pelinegro
estaba enojado. Y moviendo sus manos con desesperación, trato de articular
palabra.
- Yo no quería decirles, pero tenia que
ha…
Lo acalló, sus labios fueron presos en
un beso magnifico e intenso, en uno tan necesitado que rápidamente
correspondió. Sus manos volaron a su cuello y sus caderas se vieron presas en
un abrazo celoso. Mantuvieron sus ojos completamente cerrados hasta que el
contacto se desvaneció lentamente, dejando un beso suave tras otro, separándose
para verse directo a los ojos.
- Me haz dejado solo con ellos cuando
tu habías prometido estar conmigo… - susurro sobre sus labios – porque les
dijiste… -
- Porque tú no lo hiciste…
Sus labios esta vez fueron buscados por
los del castaño, adentrando su lengua al instante, sus manos viajaron hacia sus
nalgas, apretando y pegándole más a su cuerpo. Subió sus manos lentamente
llevándolas bajo esa chaqueta negra y camisa que llevaba, tocando su abdomen
con tal lentitud con la que pudo apreciar sus jadeos dentro del beso.
- Ken…
- Te necesito ¿tu no…? – Besó su cuello
despacio – No me importaría si engañas a tu novio conmigo… - susurro sobre su
oído mordiéndolo levemente.
- ¿Y tu engañaras a tu nueva novia…?
- Solo contigo. Anda, vamos a la cama
Yume necesito tenerte ya y necesitamos ir a casa...
No se reprimió ni opuso resistencia. El
mismo Kenzo le guiaba abrazado hacia su recamara la cual dejaron completamente
sin cerrar la puerta. ¿A quien le importaba si sus gritos los escuchaban los
vecinos? A quien diablos le importaba si gemían como el mismo demonio si todos
sabían que eran pareja y que el castaño vivía completamente solo.
Su necesidad se vio obligada a aparecer
desde los tres meses en que se habían dejado pero no distanciado. En aquellos
tortuosos días en los que al cruzar mirada podían ver la misma necesidad que
ahora tenían.
Le giro despacio dejándolo de frente a
él, dando aquellos pequeños y ligeros besos a sus labios, aquellos que sabía le
encantaban al más bajo. Le sentó despacio sobre el colchón, quitando la maldita
chaqueta y esa camisa que tanto le estorbaban, pisando los zapatos del otro
para que se los quitara y el hacer lo mismo, sintiendo como al poco tiempo las
manos del castaño le pedían que se acercara más. Sus cabellos se vieron jalados
hacia adelante permitiéndoles un beso totalmente asfixiante y delicioso.
Adentro su lengua despacio, sintiendo la de Yume chocar con la suya, jugándola
sin descanso.
- ¿Tu nuevo novio… te besa como yo…? –
pregunto entre el beso, llevando sus manos al botón del pantalón de Yume para
desabrocharlo – porque la chica no lo hace como tu… -
- ¡Idiota~! – Grito ofendido
empujándole – la besaste~ - frunció los labios.
- Claro que no, chun~ al único que he
besado en estos años es a ti… - le recostó sobre el colchón, subiéndose a su
cuerpo aun riendo por el pucherito del otro – Oh vamos, ya eres un adulto, no
pongas esa cara. –
- ¿De verdad no lo hiciste? – Elevo sus
manos para abrazarle por el cuello mientras el otro negaba con una sonrisa
divertida – Yo no puedo salir con mi primo ¿sabes? –
Yume sonrió cuando un suspiro algo
aliviado salió de los labios del pelinegro. Quitaba su camisa despacio,
tocándole del mismo modo mientras dejaba que el otro besara su pecho, que le
excitara al sentir aquella lengua jugar con sus pezones. Solo jadeaba, solo
movía sus piernas abiertas de un lado a otro reprimiendo todo lo que quería
salir de sus labios.
Kenzo tocaba todo lo que hace tiempo se
le había prohibido. Aquellas piernas, sus caderas, su cintura, su pecho,
moviendo sus manos por debajo de su cuerpo para apretar sus nalgas. Su lengua
seguía jugando, lamiendo como si toda aquella suave piel fuera como una paleta,
tan deliciosa, tan dulce.
- Chun… ¿Regresarías conmigo, cielo?…
- Si no… nhhh… si no mientes más… lo
are…
- Entonces lo hacemos rápido y
regresamos a casa… - subió su cuerpo al otro, tallando con su pantalón aquella
parte sensible del castaño, juntando sus labios a los suyos, hablando sobre
ellos sin ningún espacio de por medio – Mis papás quieren hablar con nosotros…
-
- Ellos quieren hablar contigo… - llevo
sus manos al pantalón de Kenzo, desabrochándole rápidamente para meter sus
manos y masajear aquella hombría – yo solo escuchare lo que les tienes que
decir… -
- No me toques asi, que me prendes…
- Entonces muévete y métela ya…
Yume cambio posiciones poniéndose sobre
el más alto y jugar con su lengua hasta la parte mas baja de su abdomen,
quitando de una vez por todas su pantalón, arrojándolo a donde no le estorbase.
No espero ninguna milésima de segundo para cuando sus dedos jugaban con su
glande tomándole con suma delicadeza.
Esta era una de las cosas que amaba de
su castaño, le encantaba aquella manera delicada de tocarle, de hablarle, de
verle sonreír. Sus pensamientos ocupaban solo aquello para cuando se vio
interrumpido por si mismo, por aquel gemido tan ronco que había gritado cuando
la lengua del otro jugaba contra su sexo. Su vista se nublo al instante,
dejándose llevar por las succiones, por los gemidos ahogados que el otro daba
sobre su miembro y para cuando reacciono, Yume ya se encontraba lamiendo sus
labios de manera sensual.
- Yo aun no me corro~
Jugueteo. Su manera tan infantil de
hablar le prendió mucho mas, girándolo sobre la cama, ganándose un golpecito en
el hombro al haber sido bastante tosco. Le miro con lujuria, riendo bajo al ver
el sonrojo de su pareja.
- Nadie dijo que podías tocarte cuando
me la estuvieras chupando. – el otro solo frunció los labios en un puchero.
- Ahhh eres tan vulgar… - se quejo con
un jadeo – ahh Ken… nhhh… -
Una mano se movía tan rápidamente
bombeándole, y la otra tocando su bajo abdomen. Se relamía los labios,
necesitaba estar dentro ya, necesitaba hacerlo gritar de locura, escuchar su
nombre entre los jadeos que aquellos labios le regalaban cada noche. Llevo de a
uno sus dedos a sus propios labios sin dejar de observarle. Adentrando el
primero a la estrecha entrada de Yume.
- Ahhh…
- Silencio…
Sin dejar de mover sus ahora dos dedos
en el interior del otro con su lengua jugo la punta de su pene, tratando de
adentrarla a la pequeña abertura.
Yume mordía su muñeca, había tratando
de ocultar su rostro de la mirada persistente que el otro le regalaba, ahogando
sus gemidos en su propia piel para retener el orgasmo cercano. ¿Cuánto había
sido la resistencia? Ciertamente no lo sabia, para cuando trato de sacar una
conclusión aquel orgasmo esperado había llegado provocándole correrse sobre la
lengua y mano del otro.
- Métela duro Ken… te necesito tanto…
Como decirle no. Como negarse a un
pedimento de esos que avergonzaban al propio Yume. Se movió despacio subiéndose
una vez mas a su cuerpo, levantándole sus piernas para poder acomodarse entre
ellas. Adentrando rudamente su duro miembro hasta tocar esa parte de su
interior que sabia de sobremanera le provocaría delirar.
Yume a cada estocada gemía con
desesperación, perforando leve con las uñas la espalda de Kenzo. Le abrazaba por
el cuello, besando como le fuera posible sus mejillas, sus labios, su barbilla,
su cuello, dejando entre cada contacto un suspiro sobre la piel ajena. Sentía
que en poco tiempo explotaría, su próstata era tocada a cada momento, a cada
penetración que su pareja y amante le daba.
Al momento en que su último gemido se
sincronizaría ambos habían arqueado la espalda terminando cansados sobre el
colchón. Yume había cambiado posiciones al haber Kenzo caído sobre su cuerpo.
Besaba sus labios con lentitud mientras era abrazado por la cintura, sonreía al
dejar plantados fugaces besos sobre su barbilla o comisura de los mismos y el
otro solo tratando de atraparle para fundirse en uno de esos besos que ellos
solos podían darse. Kenzo palmeo su trasero fuerte y descaradamente.
- ¡¿Que te pasa~?! – se quejo con una
sonrisa.
- Tengo miedo, ¿sabes? – El castaño
entrecerró los ojos preocupado – Tengo miedo a lo que puedan decirme. Sé que ya
lo saben gracias a ti, pero no quiero que al vernos juntos en casa se arrepientan.
–
- No lo harán, lo prometieron.
- No les conoces del todo… - suspiro.
- Si no aceptan la verdadera realidad,
solo… te dejo libre y…
- ¡¿Estas loco?! – Interrumpió
asustando al mas bajo - En todo caso nos fugamos, te pongo un vestido de novia
de esos cortos y nos casamos y nos vamos lejos y...
- E-Espera – rio ampliamente –
Fugarnos, lo pudimos hacer hace mucho, un vestido, puedo hacer excepción, pero, ¿casarnos? no somos unos niños como
para pensar de tal manera, amor. Sé que podemos hacerlo pero estamos a unos
meses de terminar la universidad y no quiero arruinar ni tu futuro ni el mio.
Además como asegurar el hecho de que en algunos pocos meses o semana aun
estaremos juntos… -
- Piensa positivamente… - frunció los
labios.
- Lo hago Ken. Pero sabes que el
casarse para cualquier pareja es porque estarán juntos todo el resto de su
vida, de su existencia, porque crearan una familia y eso es lo que menos y
puedo darte… una familia con hijos…
- No quiero hijos, te quiero a ti y eso
me basta como familia. Juro que podre soportarte y que are todo lo posible para
no hacerte el amor todas las noches… - Yume rio nervioso y Kenzo solo le abrazo
mas fuerte – si no lo aceptan vayámonos a donde tu quieras… -
No respondió absolutamente nada, solo
se dejo abrazar por un par de minutos antes de levantarse de la cama y comenzar
a vestirse. Kenzo se había dado cuenta de aquella ligera expresión de temor en
el otro. Tal vez había sido rudo de su parte hacer una propuesta de ese tipo en
una situación como estas y le entendía, sabia que su comentario no había sido
el mejor.
Salieron de la casa a paso lento,
tomados de la mano como si fuera un acto normal para todo el mundo. Era noche,
y claro que el viento refrescaba de más, sus pasos eran lo único que se escuchaba
además de los suspiros helados del castaño. Kenzo rio y rodeo la cintura del
otro por detrás.
- Hace frio ¿verdad? – Yume solo
asintió despacio frutando sus manos – Dame aquí – pidió abriéndolas,
entrelazando sus dedos con los del frio castaño para dar algo de calor – Eres
muy vulnerable al frio… -
- ¿Es burla? – entrecerró los ojos
girando un poco su cabeza sin dejar de caminar.
- No…
Siguieron caminando en la misma
posición. Una oleada de emociones pasaba y estrujaba el estomago de Kenzo. No
era ningún miedo porque se había dado cuenta que sus padres le comprendían,
pero, que pasaría cuando les dijera lo que llevaba pensando desde hace mucho,
que lo que ellos querían para él no iba a ser posible y también como era el que
su Yume lo tomaría. No tardaron para cuando Yume le abrazaba por la cintura,
juntando sus labios con los suyos sin moverlos.
No se había percatado que se
encontraban ya en la puerta de su casa.
- Como lo tomaran… - dijo con nervio.
- No lo tomaran de ninguna manera,
vamos.
Yume llamó despacio a la puerta
esperando a que fueran atendidos por cualquiera que se dignara a abrirles a su
llamado, pero lo que nunca se imagino ver ahora lo presenciaban sus ojos. La
mujer mayor le jalo hacia adentro y por instinto el mismo se llevo en arrastre
al pelinegro. Trago saliva y giro despacio a ver una expresión desconocida en
el otro.
- Venga, siéntense… - la mujer o mejor
dicho madre del mas alto les hizo una seña.
Solo se escuchaban suspiros y una que
otra articulación tronar por los nervios. Como decir Kenzo todo lo que
necesitaba hablar teniendo a su padre enfrente, mirándole con enojo y con algo
de tristeza. Y Yume, Yume solo mantenía su cabeza gacha a cualquier reclamo que
les fueran a dar.
- No tengo toda la noche – dijo
sobresaltándoles – necesito dormir, mañana hay trabajo y ustedes tienen
escuela. –
- Yo, sé que están decepcionados de mi
y que les falle como hijo… pero no puedo y no pude cambiar lo que siento. –
Guardo silencio por unos momentos al no recibir ninguna critica o reproche –
Amo ser como soy, no me quejo de nada de lo que me gusta, yo… si ustedes lo
aceptan o no, estaré con Yume porque él es lo que me gusta, lo que amo… y solo
quiero disculparme por mentirles… - giro para ver a Yume quien no decía nada –
perdóname tu también por tratarte como te trate, por obligarte a hacer cosas
que no debías… -
- Lo hice por ti ¿recuerdas? Solo asi
podías estar contigo, caminar a tu lado… es mi culpa también por no darme mi
lugar y no obligarte a que hicieras lo correcto para el bien de los dos… -
sonrió con dulzura.
- Kenzo. – Los dos giraron al instante
– El verdadero hijo del que tu tanto hablas, es tal y como ahora te has
comportado. No por ser como eres dejaras de ser muestro hijo… -
- Asi te amamos, cariño…
- S-Solo una cosa más… - trago saliva –
yo terminando la universidad y ya que tenga un trabajo estable… me mudare con
Yume… - el nombrado le miro sorprendido.
- Si es tu decisión la apoyaremos…
Le vieron desaparecer por las escaleras
dejándolos con la respiración ajetreada. El padre de Kenzo podía llegar a tener
esa mirada asesina pero era un buen hombre y su madre, ella solo había sonreído
con nervios a cada momento. Después de una pequeña charla -donde
por obvias razones no participo el padre- ya sin esa maldita tención, los dos
salieron de la casa sin decir ninguna palabra o sin ninguna de las tantas
muestras de afecto.
- ¿Porque siempre tomas las decisiones
tu solo? – dijo en susurro agachando la mirada.
- Habíamos dicho que estaríamos juntos.
- Pero tú nunca me preguntas lo que yo
quiero…
Kenzo por fin entendió. Aquel tonito de
voz en el más bajo era tan evidente, dios, no eran mas que los nervios que el
castaño había tenido a cada momento. Rodeo sus brazos a sus hombros permitiendo
que el otro se acorrucara a su pecho y ambos con unas cuantas risitas se
dispusieron a caminar.
**************
Cuanto había pasado ya ¿meses? ¿un año?
Realmente que importaba si habían pasado dos, tres o cuatro años después de su
bochornosa situación, bochornosa en el sentido en el que no pudo siquiera
reclamar absolutamente nada de los planes que Kenzo le decía a sus padres en
aquella cena, por los tantos regalos y por uno en especial, pero a pesar de
todo, la sonrisa desde aquel momento no se había borrado, ni la suya misma ni
la de su pareja.
Detrás del gran mostrador se encontraba
mirando y jugando aun sin poder creerlo, un solo artículo que adornaba su dedo, aquella platería fina y realmente
cara que nunca en su vida se hubiese imaginado tener. Podía observar al dueño
de su felicidad caminando de un lado a otro como todos los días, con carrera,
con cansancio, mostrando esto y lo otro siempre con una sonrisa esplendida al
atender. Nunca se hubiesen imaginado que después de terminar la carrera que a
ambos les encantaba pudieran haber llegado a tener ese gran establecimiento,
ahora propio de ellos mismos.
- Cielo~... – chillo con sumo
cansancio.
- Que es lo que quieres, Kenzo. –
arqueo una ceja.
- Oye, no seas tan frio cuando te hablo
bonito.
- Solo dices “Cielo~” cuando quieres
algo… - ironizo en esa única palabra,
llamando con la mano al otro quien se acercó a recibir los brazos del castaño
en su cuello con un solo obstáculo entre ellos, el mostrador - Que necesitas,
Ken… - susurro sobre sus labios.
Las sumas insinuaciones no pasaron
desapercibidas en sus movimientos, o en la forma en que sus labios se movieron
sobre los suyos al terminar de completar su oración. Vaya que le conocía a la
perfección y si no era por eso mismo ni cuenta se hubiera dado de todo aquel
show que anteriormente había hecho para que un cliente se llevara de una vez
por todas lo que andaba buscando y asi les dejara completamente solos.
- Atrás, en los estantes del fondo, en
donde están las acústicas…
- Que paso con ellas. – interrumpió.
- ¿Cerramos un poco y vamos a
desempacar las nuevas que llegaron? – rodeo lentamente el mostrador de vidrio
recargándose en el tomando de la cintura al mas bajo, pegándolo con rudeza a su
cuerpo – solo tomara un par de horas y después regresamos al trabajo. -
- ¿Quieres que vayamos a desenvolver
solo las guitarras y colgarlas en los aparadores? – entrecerró los ojos.
- Si. – Sonrió – necesito tu ayuda, es
muy pesado, ¿sabes? Si me ayudas terminaremos más rápido. –
Yume solo rodo los ojos imaginándose
los pensamientos del otro. Camino hacia la puerta de cristal y sacando las
llaves de su pantalón cerro por dentro, camino despacio tomando el control de
aquel gran aparato reproductor y subió el volumen de la música arrojándolo una
vez mas a aquellos silloncitos que se encontraban en el establecimiento.
No duro nada para cuando fue perseguido
por el otro hasta los aparadores traseros de la tienda, asi que tomando la
primera acústica la desenvolvió y de puntitas trato de colgarla en la parte más
alta.
- Te amo tanto, chun~… tanto que es
insoportables…
Sintió las manos de Kenzo moverse
descaradamente desde sus piernas, apretando su trasero deliciosamente, hasta su
espalda por debajo de su camisa. Sintió sus besos en su oído, su respiración
acelerada un momento después sobre su cuello, sus dedos delinear ahora todo el
contorno de su pecho para bajar y desabrochar su pantalón y asi meter su mano
con agilidad.
- ¿Tu me amas Yume? – El nombrado
asintió despacio – Entonces, anda y déjame hacértelo aquí… - susurro adentrando
su lengua levemente al oído del mas bajo – nunca me dejas y además, no
permitiré que esto… - apretó fuertemente el sexo del otro dentro por sobre la
ropa interior – comience a dolor… -
- K-Ken… dijiste que solo arreglaríamos
las guitarras… ¡ahh! Kenzo maldición… espera, deja de tocarme así.
- ¿Asi como? – movió su cadera hacia
adelante frenéticamente simulando envestidas sin dejar de apretar su miembro –
date por vencido y déjame tenerte ya. –
- Espera a que lleguemos a casa… -
suspiro.
- En casa lo podemos repetir cariño…
solo déjame entrar ya.
- Maldita sea Kenzo, me prendes tanto…
Se giro poniéndose de frente,
lanzándose a él provocando que
retrocedieran y pegaran en una de las paredes. No perdieron ninguna milésima de
segundos para cuando ambos con desesperación ya se había desecho de toda su
ropa, besándose y buscando una posición que le diera toda libertad a Kenzo de
hacer aquel cuerpo lo que quisiese.
Sentía que sus manos recorrían cada
parte de su cuerpo hasta la más oculta piel. Kenzo le arrojo a la pared con
cautela abriéndole las piernas con la rodilla, besando sus hombros y parte de
su espalda, su lengua recorrió su nuca cuando sus dedos se aferraron a su
cabello y con la otra mano libre comenzó a bombear su ya dura erección.
Yume sentía que si el otro seguía
masturbándole terminaría de inmediato corriéndose en su mano. Pero era
insoportable, aquella agilidad de su pareja era esplendida. Su espalda sintió
aquella corriente y su bajo vientre solo alcanzo a contraerse para cuando el
orgasmo había llegado. Gimió y giro despacio para cuando Kenzo lamia sus dedos
con sensualidad.
Sus miradas se habían cruzado, aquella
tierna del castaño y la lujuriosa del más alto. Yume se recargo de los hombros
del otro jalándole hacia abajo para que ambos cayeran sentados en el frio
suelo, abrió sus piernas alzando un poco los brazos para que el otro se
acercara y de una vez por todas entrara a su interior.
- Anda… házmelo de una vez.
- Pero si no te preparo…
- Lo hicimos anoche… - interrumpió - no
me dolerá, solo entra amor. -
- Como me encanta este lado tuyo…
Hincado y pegando al otro en la pared
entro a su interior de una sola estocada. Yume había ahogado el grito de dolor
mordiéndose el labio fuertemente. Sus manos estaban presas por sobre su cabeza,
siendo detenida por una del mas alto. Su espalda pegaba rudamente a la pared,
aquellas estocadas precisas le provocaban un delirio siempre nuevo. Experimento
una vez más esa corriente por su bajo abdomen a los que se detuvo al instante.
Kenzo le miro dudoso, ¿acaso había
hecho algo mal? o es que estaba siendo algo brusco. Le tomo por las mejillas
para que le mirara y lo primero que vio fueron sus ojos cerrados con fuerza,
con esa mueca que le decía que estaba reteniendo el orgasmo.
Sin salir de su interior le tomo
fuertemente por la cintura girando posiciones mientras Yume se aferraba a su
cuello. Ahora él se recargo en la pared y tomando las caderas del otro comenzó
a alzarlo y Yume entendiendo la indirecta comenzó a moverse rápidamente
auto-penetrándose hasta llegar por fin a eyacular sobre sus vientres y el otro
en su interior soltando un sonoro gemido. Después de regularizar su respiración
ambos se miraron.
- Gracias por todo lo que has hecho… -
dijo en un susurro manteniéndolo abrazado y sin salir de su interior,
repartiendo unos de los tantos besos fugaces que tenían entre “cada descanso” – sin ti estos años no
hubiesen sido nada, Yume… -
- No seas tonto, sabe que haría lo que
fuera por estar contigo, no me importaría volver a usar aquella ropa de nuevo.
– Ambos rieron – Gracias a ti por darme mi lugar, aceptarme y por hacerme tan
feliz… maldición Ken, te amo tanto… - fingió una mueca de desagrado con enojo,
susurrando sobre sus labios y tomándole de los cabellos con fuerza.
- ¿Lo haces…? – pego su nariz con la
del castaño.
- Lo hago…
Ambos con una sonrisa tonta comenzaron
a besarse, adentrando lentamente su lengua a la cavidad del otro. Repetían
aquellas dos simples palabras cuando trataban de tomar algo de oxigeno,
comenzando a mover una vez mas sus caderas y terminar con ese pequeño juego que
habían empezado, llevando minutos o tal vez horas repitiéndolo sin descansó.
Y aun asi, lo que la gente ahora dijera
no era importante, aquí lo único que realmente importaba era que se querían,
que su muestra a ello eran aquellos gemelos anillos que ambos llevaban y que
por supuesto vivirían su vida solo para ellos dos.
Y si tenían que mentir una vez mas para estar juntos, lo harían aunque eso
tuviera que ver con unos nuevos short y maquillaje…
~ F I N ~
Notas finales:
Esta vez quise comentar porque me ha encantado como quedo esta pequeña historia, creo que experimente algo que esta muy apegado a la realidad ¿no? y por supuesto lo de Yume~ con Shorts ya no es novedad.La idea me salió sola, no tenia nada como esto pensado y para cuando estaba revisándolo me di cuenta que se escribió completamente sin que yo me diera cuenta, ¡solo sé que no paraba de escribir!
Realmente espero que les haya gustado y que se haya entendido la idea clara de este escrito, explico algo mas que yo sé que se preguntaron, lo de los anillo pues ¡si! eso quiere decir que ambos los dos (?) si se casaron aunque no dije si Yume~chun lo hizo con vestido o no ^ω^…El lemon siempre se me da con esta pareja pero hubo en unas partes donde me bloquee totalmente y pues el segundo lemon solo fue algo pequeño.
Sin duda se convirtió en mi favorito, porque hubo partes de los diálogos cuando Yume estaba con el papá de Kenzo que me provocaron lágrimas cuando el mismo lloraba.Sus sentimientos me llegaron bastante…
No me queda nada más que agradecer por seguir ustedes aquí leyéndome una vez más, porque sé que este les gustara como a mí… Nos vemos en el siguiente que anda rondando por ahí ;DRecuerden comentar o pegarme por si algo no les gusto…Besos y cuídense mucho~ ♥
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