Vampire Love ~Capitulo 1~
CAPITULO 1
“Llamando a la muerte…”
Un año, solo un año después de haber
perdido todo, todo en el ámbito personal, su madre y su padre habían muerto,
sus hermanos después de haber sabido todo salieron huyendo a cualquier parte
del mundo en busca de la felicidad que
sus padres le habían prohibido, gastándose todo el dinero que cada uno había
recibido en herencia.
Pero que podía hacer él si lo único que
necesitaba era el amor de su madre, quería volver a tenerla con él entre sus
brazos, y a pesar de ya haber pasado un tormentoso año, no se daba a la idea de
que desde ahora estaba completamente solo en aquellas paredes de una gran
mansión a la cual ahora le pertenecía hasta el fin de su existencia.
Cuál sería la única salida a partir de
ahora? Que tendría que hacer para salir muerto de una vez por todas y asi
terminar con ese maldito sufrimiento.
- Joven es peligroso salir a estas
horas de la noche.
- Isabel, se perfectamente lo que hago.
- Pero Joven ayer llego mal herido y
estamos preocupados…
- Isabel, no insistas…
Sin poder objetarle más a su amo salió
de su habitación. Como podían hacer entender al joven que esos lugares a donde
él iba podrían ser peligrosos, como podían hacerlo entrar en razón para que
cada noche que pasara no tuvieran que estarle bajando aquella borrachera con la
que siempre llegaba, aquellas ropas sucias y aquel cabello castaño tan
maltratado después de haber tenido una riña por ganar un juego de póker.
Partir hacia el mismo lugar de siempre,
con la misma cantidad de dinero en manos salió de sus gloriosos aposentos. Una
vez más deseaba volver a ganar para tener una riña y que alguno de los
jugadores al pensar que hacia trampa tratase de matarlo al empuñar un arma
justamente en su cráneo, y esta vez no era la excepción.
Entro como si fuera completamente el
dueño de aquel casino, elevando una mano hacia el costado para que le dieran
paso sin que alguien lo tocara, caminando como si de una excelencia se tratase
con el cuidado de su chofer justamente detrás de él.
- Señor?...
- Espera afuera en el coche, si te necesito
yo te avisare – ordeno y con el asentimiento del otro se adentró a aquella
apartada habitación.
Las miradas se plasmaron en él al ser
un chico bastante joven, rico y con una elegancia inimaginable, tomando asiento
en una de las sillas mientras cruzada las piernas y acomodaba su perfecto
cabello, observando de la misma manera a los demás tal y como las miradas se
plasmaban en él.
- Joven Takashi acaso no entiende que
un niño como usted no puede
adentrarse en un lugar como estos.
- Algo a lo que usted no debería de
importarle.
- Le han dicho que es una persona
bastante grosera.
- No, pero tendré en mente que usted me
lo ha dicho.
Una sonrisa ladina se escapó de los
labios de uno de los jugadores, como le encantaba esa actitud del castaño, aquella
arrogancia que él desprendía se le hacía cada vez más maravillosa, tanto que para
no tratar de hacerle algo opto por dejar de mirarle y desviar su vista hacia
aquel que comenzaba a repartir la baraja.
Aquellas señoritas que hacían compañía a cada jugador hicieron acto de
presencia y él al ser alguien bastante amigable? Las rechazo, sacudiendo la
mano mientras su rostro mostraba una mueca de desagrado.
- No debería de rechazar a la señorita.
– dijo un viejo.
- Cuando este una señorita aquí,
prometo no despreciarla – las mujeres lo miraron con rabia.
- Su comportamiento me asquea.
- Y a mí su cara, no da la mejor
satisfacción.
El señor de algunos 30 años y pasados
se levantó de golpe, sacando aquella cuatro milímetros apuntándola a su cabeza,
y al ser miembro de Yakuza estaba claro que no se tentaría el corazón si es que
lo tuviera. Que hizo Takashi? Nada, simplemente aquella sonrisa socarrona se
formó en sus labios, hartando cada vez más con su comportamiento a aquel hombre
mientras todos los demás jugadores salían corriendo, a comparación de uno más
que miraba la escena maravillado.
- Tienes la idea de con quien estás
hablando?
- Y que si no la tuviera. – poso uno de
sus codos sobre la mesa, recargando su mejilla sobre la palma de su mano.
- ¡Date por muerto!
Un balazo resonó en toda la habitación.
Aquella bala había ido directo a su pecho, pero no precisamente al del castaño
sino a aquel que había tenido el arma desde un principio. Takashi se levantó de
golpe, tenía una mirada de total terror, su cuerpo se había quedado trabado
mientras sus ojos presenciaban un asesinato imposible, llamándole imposible al
observar como aquel hombre giraba el rostro de su agresor para dejarlo
completamente colgado de su cuerpo.
Retrocedió pero choco con la puerta,
observando como la mano de aquel pelinegro la ponía a un costado de su nuca
impidiéndole moverse, acorralándolo entre la puerta y su cuerpo sin dejarle
escapatoria alguna.
Sabia ahora que moriría de la manera
más cruel posible, tenía en frente a tal vez un psicópata el cual podría hacer
pedazos su cuerpo mientras se divertía con ellos, pero ya que más hacia si era
lo que desde un principio quería.
- Lo siento, no era mi intención
conocerte de esta manera… - aquella voz ronca, bastante grave le causo
escalofríos al castaño – Pero es que odio que est… -
- Máteme si lo va a hacer… -
interrumpió.
- Quien dice que quiero hacerlo…
- Lo has hecho con ese, no… – desvió su
mirada – entiendo porque no lo haría conmigo.
- Me encantas y por eso no lo haría.
- No sabes ni… quien soy…
Aquellas palabras las había tomado por
sorpresa. Como era posible que una persona con la cual solamente unas ocasiones
había jugado sin decir ni una sola palabra ahora le estuviera diciendo todo esto.
No dudo en sentir sus mejillas algo calientes cuando la mano del otro se posó
en una de ellas.
- Sakamoto Takashi – dijo el pelinegro –
Tus pocos amigos te dicen Saga, tienes 22 años cumplidos, tu madre y padre
murieron hace poco más de un año, tus hermanos viven en el extranjero y ahora
tu manejas todo en relación a la fortuna de tu padre, tus deseos hacia el
desaparecer de este planeta son cada vez más lúcidos… me equivoco? -
Takashi abrió los ojos sorprendido,
nadie, absolutamente nadie sabía lo de que sus hermanos mayores estaban en el
extranjero y mucho menos que él manejara ahora todo lo que había pertenecido a
su padre. Nadie sabía absolutamente nada.
- Quien eres tú? – pregunto con miedo.
- Alguien que lleva más de lo que crees
observándote… tus deseos eran tan parecidos a los míos y eso es lo que me
maravillo de tu persona.
El pelinegro se abrió paso a una de las
manos del castaño y ante su atenta mirada la beso, subiendo hasta su cuello
dejando también uno plantado, subiendo a su mejilla para besarla despacio.
Takashi solo se había quedado estático, aquellos labios helados le erizaban la
piel.
- Ven conmigo, juro no te arrepentirás…
- susurro esa vez en su cuello, lamiendo con la punta de su lengua mientras el
cuerpo del otro se tensaba.
- Suéltame… déjame en paz…
- Prometo protegerte, solo necesito tu
ayuda, necesito ese corazón frio que se ha formado con el tiempo, aquí…
Poso su mano justamente en el
palpitante pecho del otro, sonriendo mientras aquellos filosos dientes se
asomaban con descaro, asustando al castaño al posar sus labios lentamente una
vez más en su blanquecino cuello, enterrando rápidamente sus dientes mientras él
otro se retorcía reprimiendo lo gritos que querían salir. Podía escuchar como
gente fuera trataba de abrir pero él
al tener su mano sobre la puerta se los impedía.
Aquella sangre caliente pasaba su
garganta dejándole una sensación tan placentera una gran excitación de seguir
succionando, mas no lo hizo. Se detuvo antes de dejar al otro sin ninguna
fuerza, separándose lentamente mientras que por la comisura de sus labios
resbalaba ese líquido color carmín, mirando con detenimiento como el castaño
comenzaba a resbalarse por la puerta hasta quedar sentado en el suelo. Lo
imito.
- Aun llamaras a la muerte? O es
suficiente… - susurro sobre sus labios
restregándolos, como si limpiase la sangre con los del otro.
- Su-Suficiente…
- Te buscare… - choco sus labios una
vez más, sonriendo ante la respuesta del otro – Te he elegido y no puedes
cambiar eso.
Saga entrecerró los ojos y aun sin
querer perder de su vista aquellos ojos de iris blanco, tuvo que hacerlo al sentir
las manos del otro acomodarlo a un lado de la puerta para que al abrirse no le
hicieran ningún daño, sintiendo como la herida era limpiada con la propia
lengua del pelinegro. Estaría bien todo esto? Estaría bien sentir intriga por
aquel hombre que le había mostrado que la muerte podía llegar en una milésima
de segundo?
Estaría en lo correcto de creer que una
leyenda urbana o mito sobre aquellos seres nocturnos fuera real?
- Estarás bien, comprendes? No bebí lo
suficiente como para matarte.
- Por… porque…
- Eso no está en mis planes, no
habiendo encontrado a la persona correcta.
- Yo de que te serviría…
- En más de lo que tú crees, no eres
como los demás. – El otro no le contesto - Eres como yo… - sonrió, aquella
sonrisa algo diabólica, una que solamente algún espectro podría lograr hacer.
- Su nombre… - jadeo cansado – cómo te
llamas…
- Tora… solo trata de recordarlo hasta
nuestro próximo encuentro.
Asintió lento mientras el otro lo
soltaba y acariciaba su cabello por última vez y antes de pronunciar una cosa
más o parpadear se había visto completamente solo, con aquella ventana abierta
dejando entrar un viento fresco que le petrifico por completo. Mirando aquel
cadáver a pocos metros mientras sentía desvanecerse.
La puerta se abrió rápidamente, dando
paso a la seguridad del lugar, revisando todo antes de acercase al castaño y
tratar de ayudarle para llevarlo a algún hospital.
- Joven, se encuentra bien? – dijo uno
de los empleados.
- No me… toques… ¡Llama a mi chofer! Dile que entre por mí.
Y asi fue, aquel hombre había salido
corriendo del establecimiento para encontrarse con el chofer de Takashi,
exaltado diciéndole sobre una riña dentro justo donde estaba su señor, entrando apresurado para
ayudar a levantase y sacarlo rápidamente de ahí.
Takashi se vio obligado a caer
desmayado en la parte trasera del lujosos vehículo, aquella pérdida de sangre
lo había dejado totalmente desorbitado, sin ninguna fuerza, quedándose entre
sueños con el rostro de aquel vampiro
en su mente, que aunque fuera imposible creerlo lo era, él lo había visto y
sentido, y lo había obligado a hacer algo que nunca en su corta vida se
imaginaria hacer.
Sin querer le había entregado su vida a alguien más… sin querer todo él
ahora pertenecía a ese vampiro…
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