Vampire Love ~Capitulo 2~

14:47 *Mony-san* 2 Comments


CAPITULO 2
“Invitación aceptada…”

Habían pasado alrededor de tres días en el cual él castaño no podía levantarse de la  cama, en el cual muchas cosas se le juntaban, no comía ya que todo le daba asco, tomaba pastillas para dormir sin ningún efecto  y por supuesto, lo más importante, la anterior pérdida de sangre.

Preocupado por ese sentido? No, en lo absoluto, le divertía ver como él castaño seguía perdido en sus sueños todos esos tres días y noches, si alguien lo viese muy bien le podrían llamar acosador, un acosador bastante astuto al entrar como si nada en la casa sin ser visto o escuchado. En pocas ocasiones había presenciado que el castaño se removía al cerrar los ojos fuertemente, como si algún tipo de pesadilla le atormentase. Pero se estaba desesperando, necesitaba ver esos ojos color avellana y esa sonrisa socarrona de la cual se había maravillado y como si sus deseos fueran ordenes el castaño comenzó a removerse.

Saga choco su mirada con la del pelinegro, horrorizándose al instante, agarrando lo primero que encontrase en librerito de junto para arrojárselo directamente a la cara, frunciendo el ceño al ser esquivado.

- ¿Qué haces en mi casa?

- Vengo a responder a tus plegarias… - rodo la cama lentamente

- Ha que has venido…

- La vida ya no tiene sentido ¿Verdad?, La comida te comienza a dar asco ¿No es asi? – Se acercó más, subiendo su pecho a la cama mientras se arrodillaba - ¿Quieres que te lo devuelva todo?  Te lo dije, no? – Susurro cerca de sus labios – Vine a darte una vida que jamás te podrías imaginar, y que fuera… para siempre. La muerte jamás volvería a tocarte a menos que yo te la imponga.

El pelinegro se levantó y tomando a Saga por la nuca le ayudo a que hiciera lo mismo. Saga por más que dijera que todo lo que sentía no eran precisamente  nervios estaría mintiendo, porque los tenía, tenía además de miedo una especie de trance ante aquellas palabras algo convincentes, convincentes en la manera que el pelinegro le hablaba, aquellos susurros le obligaban a confiar.

- No tengas miedo…

Saga se dejó guiar y con la ayuda del otro salieron de la oscura casa, dirigiéndose a aquel jardín trasero que tenía para descanso, mirando hacia el aun cielo oscuro y grisáceo que se coloreaba antes del amanecer. Caminaron uno abrazado al otro ya que la caminata para Saga era cansada. Dejo al castaño solo mientras el retrocedía un poco, caminado hacia otro lado que no fuera donde Saga estuviera, dejándole solo para que su decisión obligada fuera mucho más rápida. Saga por su parte, caminaba despacio, mirando su ultimo amanecer, dejando un recuerdo marcado en su cabeza de aquel alba con toda su magnificencia, como si fuera la primera vez que la observara, perdiéndose en el resplandor de ella hasta que la luz pego completamente en su rostro.

- T-Tora?... – pregunto, regresando hacia donde el otro se había ido, no encontrándolo.

Siguió caminando por todos los lugares de la casa, claro estaba, aquellos lugares a donde la luz resplandecía a un cien por ciento.

Reclamos recibía por parte de la servidumbre, su apetito no era para nada bueno, cualquier cosa que había en el plato lo asqueaba, lo hacia irse al baño corriendo para devolver lo que no había comido, sintiendo un sabor metálico salir de su misma garganta, volviendo a repetir la misma acción en la cena.
Y si Tora lo había dejado? Y si lo dejaba morir en ese mismo instante? Todo era su culpa, toda la culpa la tenía ese pelinegro al haber bebido su sangre y haberlo dejado maldito. Por primera vez en ese largo tiempo solo dejo salir una lágrima, la cual limpio rápidamente con una sonrisa ladina.

- No llores cariño… - susurro abrazándolo por la espalda, plantando un beso en su cabello.

- Tu… - se solto bruscamente y Tora solo rio.

- Te has despedido de la luz.

- Yo no…

Tora no lo dejo terminar, lo tomo de la cintura y lo arrojo a la cama, subiéndose encima de él para que no escapase, relamiendo sus labios antes de ponerlos en su cuello, deleitándose de aquel aroma dulce que el castaño desprendía, enterrando sin ningún tipo de delicadeza sus dientes hasta saciarse del sabor metálico, provocando que Saga apretara su abrigo con fuerzas, que su rostro se tornara cada vez más morado a la falta de aquel líquido vital. Susurro en su oído.

- Estas al punto de la muerte… si te dejo asi morirás… - lo abrazo – te are una pequeña invitación, y solo hay dos respuestas para ir… dime amor mío, vendrías sí o no… -

- S-Si…

Sonrió complacido, levantándose mientras llevaba su propia muñeca a sus labios, cortando con sus filosos colmillos haciéndose sangrar, succionando su propia sangre a su boca reteniéndola si tragar, llevando su muñeca a los labios del castaño.

Saga ya moribundo acepto la sangre que caía en su boca, comiendo gota tras gota antes de levantarse y tomarla, pero fue retenido, Tora había quitado su mano y con su dedo índice le incito a acercase, y asi lo hizo. Chocando sus labios con los de Tora, saboreando lo que aún mantenía el otro en su boca, tragándose ambos mientras sangre escurría por la comisura de sus labios.

Se separó abruptamente retorciéndose, aquel dolor en el abdomen era insoportable, se dejó caer al suelo, rodo, se apretaba el estómago mientras gritaba. Y Que hacia Tora, nada, solo reír ante la transformación del otro, observando detenidamente como el castaño comenzaba a palidecer cada vez más rápido hasta que lo vio –literalmente- morir. Se acercó con una sonrisa aún más amplia mientras el otro a los cinco segundos abría los ojos abruptamente.

- Eres más hermoso de lo que imagine…

Tora le ayudo a levantarse, aquellos ojos color gris casi tornándose blancos lo habían encantado, aquella piel blanca, tersa y fría era lo mejor que había visto, y aquel delicado color negro alrededor de sus ojos le hacía verse como si algún estilista le hubiese maquillado.

- Takashi… ven. – extendió su mano y el castaño como si fuera una especie de robot fue a su llamado, yendo a la orilla de la cama mientras lo sentaba sobre sus piernas – Sabes lo que significa esto? – Saga ladeo la cabeza acariciando su mejilla.

- No…

- Tu eternidad la pasaras  conmigo.

- ¿Tora?

- No querido, Shinji, mi nombre mortal era Amano Shinji.

- Shinji…

Y como si fuera un maniquí Tora lo recostó sobre la cama, besándolo lentamente mientras era correspondido de la misma manera, los brazos ahora con bastante fuerza de Saga se aferraron a su cuello mientras su lengua pedía paso para entrar. Tora lo concedió pero después de unos momentos se vio obligado a separarse.
Se levantó de la cama.

- Quiero más…

- No tenías por qué obtenerla de mí…

Tora rio divertido, Saga estaba hincado sobre el colchón, ladeando su rostro, que para alguien que no fuera ellos, aterrorizaría, sin en cambio a Tora le parecía gracioso. El pelinegro se limpió su mordido labio, mientras Saga tocaba sus colmillos con la yema de sus dedos, inspeccionando si en realidad era lo que creía.

- Demos un paseo antes del amanecer. – Ordeno extendiendo su mano, ayudándole a levantarse.

- Amanecer? – tomo su mano, siendo arrastrado para salir de la oscura casa.

- No podemos estar en el sol…

- Porque? Los vampiros si pueden, no…

- Vez muchas películas ficticias – elevo su dedo índice inclinado tratando de explicar - No creas en nada de eso… con el tiempo lo iras entendiendo… -

- Me contaras…

- Todo lo que tú quieras.

Ambos salieron por fin de la casa y se dirigieron a las afueras, aún era algo temprano, no pasaban de las dos de la madrugada, asi que, tenían mucho tiempo para dar el primer paseo por la noche, mostrándole lo que sus ojos ahora eran capaces de apreciar. Tora no había optado por soltar la mano de castaño, a lo que este último se tensó, Tora se estaba tomando bastante confianza y eso no le agradaba nada.

- ¿Sucede algo? – pregunto el pelinegro al sentir un pequeño temblor en el otro.

- Perdón pero… cuanto tiempo tienes siendo, asi…

- ¿Vampiro?... exactamente doscientos años dentro de tres días.

- Dos… ¡¿Doscientos?!

Tora solo sonrió mas no contesto. Esto era algo del porque había escogido a Saga, algo que muy pronto el otro lo sabría, Doscientos años no eran nada, solo un año más, pero lo que importaba era lo que pasaría después de eso, lo que muy pronto le contaría al otro. Siguió caminando pero esta vez con Saga detrás suyo, mirando hacia todos lados maravillado, encontrando ahora lo que con sus anteriores ojos no podía ver, encontrando las maravillas que la oscuridad ocultaba.

- ¿A dónde vamos? – pregunto Saga alcanzando al pelinegro.

- A buscar tú cena… 



Gracias por siempre leerme...

2 comentarios:

  1. ¡Wow! Genial! -corro a leer el siguiente-

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  2. Leí esta maravillosa historia hace tantos años si desde el 2013 y ahora en el 2019 vuelvo a amarla donde sea que estés linda gracias por crear tan maravillosa obra

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