Vampire Love ~Capitulo 3~
”No bebas con lujuria…”
Un parque no era lo que Takashi se
hubiese imaginado. Habían caminado por minutos a causa de su inspección a las calles, si no hubiese
querido mirar todo en la oscuridad ya hubieran estado en su destino. Pero Tora
solo lo miraba, no intervenía en nada de lo que el otro viera o sintiera, era
más que obvio que lo dejaría, era como si un niño viese el mundo por primera
vez.
Tora tomo asiento en una pequeña banca
de ese parque, cruzando las piernas mientras buscaba una presa fácil con la
cual el castaño pudiera lidiar. A pesar de las horas, se podían apreciar
bastantes parejas en el lugar, unas alejadas y las otras en pequeños conjuntos.
- ¿Porque hemos venido a un lugar como
estos?
- No querrás ir de caza a un lugar con mucha gente, ¿o si?
- Pero yo no…
- Yo te explicare todo… es bastante
fácil matar a una persona y más con las fuerzas que se supone ahora tienes...
Observa.
Saga observo con detenimiento cuando el
otro se levantó de la banca, caminado lentamente con una seguridad fascinante,
acercándose con delicadeza a una pareja que yacía sentada sobre el pasto,
abrazados, repartiéndose besos el uno al otro, un ambiente bastante rosa para
Saga.
Pero nunca pensó que Tora fuera tan…
rápido, en un movimiento que sus ojos le dejaron mirar con claridad había matado
al chico de la misma manera en que aquella vez en el casino. La chica estaba
horrorizada, habían matado a su novio, pareja o lo que fuera.
- ¡Suéltame! ¡No me hagas nada!
- No linda, pero si no te
haré nada – la
sonrisa de Tora le horrorizo aún más a la joven, pataleando mientras el
pelinegro tapaba su boca con una sonrisa impidiendo sus gritos. – Anda cariño
ven aquí – llamo al castaño – tómalo como un regalo… -
- Pe… pero Tora…
- No pasara nada… anda ven.
Tora se acercó a Saga aun con la chica colgada
a su mano mientras esta negaba con la cabeza. Entendía perfectamente al
castaño, sabía que era su primera vez
matando a una joven que para Tora no servía para nada. Le llamo con su dedo
índice incitándole a que se acercara, hundiendo primeramente él sus colmillos
en la pobre chica, separándose para dejarla en los brazos de Saga.
La chica estaba asustada y se puede
hasta decir casi desmayada por ello, Saga aun con temor la tomo entre sus
brazos acercándose a su cuello, succionando la vida por completo de la joven,
sintiendo como aquel liquido pasaba su garganta como agua, como si de una droga
se tratase, excitándose por ello mientras su labios bajaban lentamente hasta el
pecho de la chica siguiendo las gotas de sangre, siendo detenido al instante.
- Dije aliméntate, no excítate con
esta… señorita.
Tora la jalo del cabello y al verla aún
viva hundió su mano en su estómago, llevando sus dedos a sus labios para
lamerlos con hambre, mirando a Saga enojado.
- ¿Qué te pasa? – comento ofendido,
cuando se había decidido por quitarle la vida y satisfacer al otro, este se la
quitaba.
- ¡Comida es comida!
- ¡Hice lo que me pediste!
El pelinegro frunció el ceño y arrojo
de una manera brusca a la chica de lado del que era su novio, tomo a Saga del
brazo y lo acerco a él, tomándolo por los hombros y dándole una mirada más que
amenazadora. Aunque desde ahora fueran iguales, Saga sintió miedo.
Tora no podía creer ni el mismo la
manera en que se sentía. Se suponía que él había elegido a Saga solo que
estuviera con juntos y de ahí en
fuera nada, pero entonces porque se sentía de esta manera tan… celosa, al ver
como Saga bajaba más allá del cuello de la chica, porque no simplemente lo dejo
y ya, porque no simplemente el mismo se explicaba que no podía sentirse de esta
manera al ser un ser que no tenía corazón, al tener aún un orgullo que le
impedía sentirse asi.
- Qué te pasa, ¿ah? – pregunto el
pelinegro.
- Oye no, ¡Qué te pasa a ti! Primero matarla
y después ¿me la quitas? No te entiendo…
- Alimento Takashi, entiendes cuando te
digo que eso era tu alimento – apunto a la chica – No te dejes llevar, ¡solo
mátalas y ya! Tu manera lujuriosa de hacerlo me…
- De que te quejas ¿acaso tu no les
haces lo mismo? Yo no pude controlarme, la sangre me llama…
- No lo he hecho desde que te vi –
guardo silencio ante las sorpresa del castaño – Entiende que si te escogí fue
por algo, porque se supone debes pasar la eternidad desde ahora conmigo, eso no
puedo cambiarlo ni yo... –
- No entiendo porque me elegiste a mi si soy… soy hombre… -
desvió la mirada. – Habiendo tantas mujeres, ¡porque tuve que ser yo!
- Porque mis ojos nunca me engañan,
¡Porque tu manera de ver la estúpida vida, es parecida a la mía! ¡Porque te
dije mátala y me obedeciste!... nadie ni estando loco haría eso, nadie mataría
a su propia especie.
- Vete… vete a la… ashh~
Saga chasqueo los dientes y comenzó a
caminar rápido, maldiciendo entre dientes, tratando de evitar que las palabras
de Tora perforaran sus oídos. Porque no simplemente si el pelinegro quería un compañero se buscaba a una chica, porque
precisamente tuvo que ser él y no cualquier otro, otra o lo que fuera.
Pero aún era lento, aun no tenía la
habilidad de Tora como para empujarlo o golpearlo. Había sido tarde para cuando
se dio cuenta que los brazos del pelinegro le rodeaban por completo su cintura
por detrás, sintiendo la mejilla del otro sobre su oído, tan fría como su
propio cuerpo.
- No te enojes conmigo cariño, solo que
es algo insoportable.
- No me digas cariño y ahora suéltame.
- Tus deseos en estos momentos no los
cumpliré – susurro – No hasta que lo pidas de buena manera, por lo tanto… - Lo
giro de una manera fugaz sosteniéndolo por sus caderas pegándolo a su cuerpo,
mostrando sus colmillos con una enorme sonrisa, lamiendo el labio inferior del
castaño, mientras el otro trataba de separarse.
- N-No, no, suéltame… - giro el rostro
– hace rato lo hice porque había sangre, y olía demasiado y no me controle –
dijo nervioso – Soy hombre y no puedo andarte be… besando…
- No eres ya un hombre – lo pego más
bajando sus manos – hombre el mortal, tu eres un… espectro. Alguien que mata,
descuartiza y disfruta de la noche.
- Es lo mismo, ahí esta “eso” que te dice que alguna vez fuiste hombre…
- Date por vencido… una vez fuiste
elegido, elegirás a quien te eligió, ese es nuestro o mejor dicho, tu destino.
- Yo no lo hac…
Acallo con sus labios, degustándose
esta vez de ellos en una manera más que apasionada, adentraba su lengua, lo
atragantaba, pero al final Saga cedió, se dejó llevar por ese sabor embriagante
del otro, sorprendiéndose el mismo en la manera en que se sentía,
sorprendiéndose de que de algún modo el pelinegro tuviera la razón y terminaran
atados los dos por el resto de su existencia.
Pero ese no era su temor, el miedo que
tenía era que si dejaba que el otro se adueñaba de él, al final terminaría
botándolo, porque eso podía pasar no? podía incluso hasta aburrirlo con su
comportamiento y Tora lo dejaría y se buscaría a otro, porque aunque quisiera
negarlo, el pelinegro era guapo, tenía un porte bastante elegante y aunque sus
ojos tuvieran un color muy diferente al de una persona normal, se veía hermoso,
Saga lo veía hermoso.
- No pienses cosas tontas, cariño… -
sonrió Tora – puedo leerlo todo en tus ojos, no te dejare, no hasta que tú lo
hagas…
- Tengo una pregunta en cuestión a eso
pero primeramente no me llames “cariño”, y en segunda quiero saber con
exactitud porque yo?
- Primero, te digo querido, cariño o
amor, por educación, y segunda, ya te había dicho que te elegí a ti por ser
parecido a mí, y porque pensándolo mejor, sí, me gustas.
- No digas eso… - de alguna manera se
sonrojo
- Vaya, vaya… hasta tú te vez lindo de esa manera – rio –
más seguido te diré este tipo de cosas para ver esa linda carita que tienes…
Saga siguió caminando sin algún rumbo
fijo, todo aquello que decía el pelinegro parecía afectarle, se ponía nervioso,
se tensaba, y más cuando este se acercaba de manera extraña, si no fuera porque
tenía bien en claro que Tora en cualquier momento podría hacerse hasta su
enemigo, diría que ese pelinegro seria suyo hasta el final de su existencia
porque si, a pesar de haber dicho al otro sobre de que si un hombre le gustase,
en realidad es que al castaño si le gustaban, Tora le gustaba.
- Y dime Takashi… - hablo de repente –
Estas satisfecho o necesitas otra presa…
- Usted me quito las ganas de comer… -
dijo indignado.
- ¡Oh, Vamos! Saga no me hables de
usted que me haces sentir viejo…
- Perdón, si usted es joven – Sarcasmo
– disculpe, no pensé que a su poca
edad eso le afectara.
- Cariño, no seas sarcástico conmigo –
lo detuvo de la mano – odio los sarcasmos.
- Disculpa querido, no lo volveré a hacer – se zafo bruscamente.
Tora idealizaba todo, con cada palabra
que provocaba salir del castaño, se daba cuenta de hasta el mínimo detalle, si
bien, el caminar detrás de él no era como para cuidarle las espaldas, sino más
bien, para mirarle la espalda. En poco tiempo observo su forma de caminar, la
forma en que movía sus manos, la forma en que se expresaba, la manera en que
giraba a mirarle cada que le decía cualquier palabra cariñosa, todo, hasta el más mínimo detalle de la vestimenta.
- Takashi, será mejor que regreses a
casa…
- ¿Qué? ¿Por qué? Aún es temprano y…
- Mañana te sacare a pasear, lo
prometo.
- No soy su mascota.
- No me llames de esa manera, anda, ve
a casa y cubre todo lo que deje entrar rayos de sol, ocúltate bien y si se
puede hasta debajo de cobijas gruesas… solo ve a casa y permanece encerrado por
la tarde y duerme un poco.
- Había escuchado que los vampiros no
duermen.
- Cariño… - suspiro – te dije que esos
son mitos, te daré una lección mañana por la noche, haremos una explicación
breve de lo que puedes hacer y lo que no… vez muchas películas, ¿no es así? Esos
aparatos te comen los sesos.
- Vaya, el señor que odia la
tecnología… ¿a donde ira usted?
- Tengo mi casa, y es más que obvio que
iré a ella, solo que quieras que me quede en tu casa, me acueste a tu lado y te
duerma abrazado a mí, o quieres ir a mi casa, pero te advierto, haremos lo
mismo, solo que puede que esta vez me den ganas de más.
- ¡Vete al infierno! – Grito girándose
para que el otro no viera el rojizo en su rostro.
- Estoy en el – se burló posicionándose
detrás de Saga, girándolo con destreza para chocar sus labios con los suyos,
volviendo a sonreír marcando sus colmillos mientras le regalaba un giño,
desapareciendo casi al instante antes de ser golpeado por Saga.
- Vaya loco – se quejó dirigiéndose de
regreso a casa y a pesar de la lentitud en la que él caminaba, llego rápido a
casa, entro y como supuso todo estaba apagado, luces y demás. Pero ahora su
dilema, como se escondería de la luz si la servidumbre iba todos los días a
levantar las cortinas para despertarle, además de que haría si las ganas de
beber algo entraban en mal momento. Pensando en la maldita hora en que Tora lo
dejo solo sin decirle como controlarse en una cuestión como la anterior.
[Capitulo 2] ::: [Capitulo 4]
0 comentarios: