Vampire Love III ~Capitulo 3~

22:04 *Mony-san* 0 Comments

Capitulo 3
~Tercera Luna~
[06.02.1810]
Desde hace tiempo que no tenia las mas mínimas intenciones de salir, de buscar la mejor chica para alimentarse. Lo más importante ahora lo tenía en casa y de solo pensar en ello no se importaba de todo lo demás. Ni siquiera se dio cuenta, por estar bobeando, que una mirada rojiza junto a unos labios completamente curveados en una burlesca sonrisa le observaban.

La imagen, aquella imagen que Reita nunca pudo pensar ver ahora Uruha se la mostraba, sumido en sus pensamientos, sonriendo como verdadero tonto ante ellos. Reita rio acercándose con toda la intención de molestar al otro. Uruha se sobre salto al sentir los brazos del otro rodeando su cuello.

- Cuida tus espaldas, Uruha…

- ¿Que te pasa? ¡¿Acaso quieres matarme de un susto?! - Uruha se quejo, tratando de zafarse del otro, algo que logro al Reita no tener intenciones de matarle.

- Puedes perder tu cabeza ¿sabes? - Reita rodeo el mueble donde el castaño se encontraba sentado, tumbándose en el de enfrente. Se cruzo de piernas y con una sonrisa siguió con su regaño, Uruha frunció los labios - Estas bajando la guardia, ni siquiera pudiste defenderte aquella vez, no todos los días estaré a tu lado Uruha. -

- Lo se, lo se, no volverá a pasar.

Reita solo suspiro con cansancio y de un movimiento casi invisible saco del bolso de su abrigo un sobre con aquel sello en la cera muy bien conocido para ellos. Uruha le miro sin entender antes de abrir y leer aquellas letras.

- ¿Que le pediste? – pregunto el rubio.

- Información.

- Uruha, nadie te daría información a cambio de nada, te estas metiendo con el enemigo, mataste a uno de ellos, ¿que le dirás sobre Byou cuando le veas?

- ¿Podrías cuidar de Hiroto por un momento?

- No me estas escuchando. - regaño.

- Solo cuida de él, regresare lo antes posible.

Reita chasqueo los dientes, levantándose al mismo tiempo que Uruha, dándole la espalda dispuesto a ir a cualquier lugar de la casa. Uruha hizo lo mismo, solo que subió las escaleras en busca del más bajo.

- No hagas una estupidez… - grito el rubio desde la lejanía - te estas metiendo a la boca del lobo, puedes perder tu cabeza en una milésima de segundo, actúa como lo que eres y no dejes que ese maldito te intimide. Ve con cuidado. - Uruha solo sonrió.

No tardo nada en llegar a su recamara, aquella que compartía con el mas bajo, perdiéndose ante lo que tenia enfrente. ¿Qué era lo que tenia como para perder su mirada en el? Que era lo que le hacia para suspirar a cada momento por el. Su cabello castaño obscuro, su piel nívea, tersa, con aquella reacción de erizarse con solo uno de sus toques. No entendía para nada el comportamiento de su pequeño, aquel sonrojo sorpresivo que tenia cuando le miraba fijamente, cuando le hablaba o cuando le abrazaba. Hiroto a pesar de haber pasado ¿un año? era lo más importante, había logrado sobrepasar aquella barrera que Uruha mantenía con absolutamente todos.

Y ahora que hacia, velar su sueño o verlo de aquella manera que desde hace poco lo venia haciendo. Ver dormir a Hiroto con aquella tranquilidad le daba un sentimiento de confort, de alivio al saber que le tenía a su lado, que su pequeño, desde hace tiempo no había optado por dejarle. Siempre reía al sentir las manos del mas bajo tratando de rodear su cuerpo. Uruha no podía negar que le encantaba eso, que Hiroto le abrazara aun estando dormido, amaba su expresión de vergüenza al despertar y descubrir lo que estaba haciendo.

Sin querer, con una sonrisa boba en sus labios, Uruha le abrazo metiéndose bajo las sabanas.

- Hiro… - susurro sobre su oído - saldré por un momento… -

¿Es que acaso Uruha quería matarle? Porque no se daba cuenta que desde hace un tiempo atrás Hiroto odiaba que hiciera aquello, que le abrazara, que le hablara de aquella manera. Trato de alejarse al verse abrazado, pero solo lograba que el otro hundiera mas su rostro sobre sus cabellos, olfateándole. Trato de asentir y cerrar más sus ojos pero solo logro sentir los labios de Uruha sobre los suyos, con una presión suave, bastante ligera, la cual provoco que le empujara.

- ¿Que pasa? – hecho una risita aun sorprendido, observando como el mas bajo se levantaba de la cama completamente rojo de la vergüenza.

- N-Nada…

- Hiroto. - regaño - has estado raro últimamente conmigo. No quieres ni que me despida de ti. ¿Estas enojado conmigo, te hice algo? ¡¿Qué te dije?! - dramatizo haciendo ademanes con sus manos - Dímelo pequeño, para disculparme contigo… -

- N-No es eso… - Hiroto bajo la mirada y se sentó a un lado del exaltado castaño alto. Sus manos jugaban y sus cortas piernas se movían de un lado a otro. ¿Podría decirle? ¿Uruha se enojaría si le dijera la verdad? no, no podía decirle, negó con la cabeza - Es que… no quiero que me trates como a un niño… -

- Lo eres.

- ¡N-no, no lo soy y no quiero que me beses solo porque tu quieras! - se levanto de la cama y corriendo se encerró en el baño.

Era la primera vez que Uruha presenciaba algo como aquello. Hiroto había jalado su ropa ya arreglada de aquel banquito que estaba casi a un lado de la puerta del baño, pero más sorprendido quedo al escuchar como la puerta se cerraba. Se levanto de la cama ¿Por qué se comportaba asi? Uruha no recordaba nada si es que le había ofendido en algo. Aun estaba muy lejos de saber la verdadera razón de todo.

Hiroto se había tumbado en la puerta al cerrarla, llevándose las manos a la cabeza y repitiendo a cada momento un “tonto, tonto” agrediéndose a si mismo. No podía decir nada, no podía siquiera confesarle su gran secreto al castaño sin siquiera sentir miedo. No podía, no hasta que el tiempo estuviera a su favor, hasta que Uruha estuviera seguro de que todo lo que le decía no era un achaque de su corta edad, pubertad o niñez.

“Tengo que esperar” se dijo a si mismo, levantándose decidido a disculparse por su mal comportamiento, arreglando su ropa sin siquiera poder hacerle el nudo a su pequeño corbatín. Salió completamente rojo al recordar que quien siempre lo acomodaba para él era Uruha. Sus mejillas se tiñeron en un rosado cuando el castaño alto le miro con tristeza.

- P-Perdón, Hiro yo…

- ¡No! - elevo sus manos hacia Uruha cerrando sus ojos - Te trate mal, perdón… -

- Si no quieres que te abrace lo hare… - Uruha se había levantado e hincado frente a Hiroto quien solo desvió la mirada, tomo las manos del mas bajo. Sin duda a Uruha le dolía, le dolía que su pequeño no le mirase ahora que estaba asi, arrodillado, ante el como con nadie lo había hecho - Si no quieres que te de un beso, esta bien. Incluso si no me quieres cerca yo me quedare en el otro cuarto y asi tu po… -

- ¡No! - elevo la voz soltándose del agarre de Uruha tomándole por las mejillas, enrojeció enormemente - Yo ah, bueno, como decirlo… n-no se si debería decirlo… -

- Puedes decirme lo que quieras, cualquier cosa la haría por ti…

- Yo… - No, definitivamente Hiroto no estaba listo para decirlo - No es nada importante, ¿me perdonas? - desvió su mirada al ver la sonrisa del más alto.

Uruha sonrió satisfecho, Hiroto era lo más lindo que había visto en toda su extraña y larga vida. Se apresuró a abrochar el corbatín del más bajo, no sin antes jalarlo hacia si. Uruha sintió la respiración acelerada del otro  chocando con la suya. Sin duda, Hiroto estaba por supuesto que comportándose extraño y no perdería más tiempo como para no indagar en el, sobre el  porqué. Termino de enredar muy bien los nudos y de un movimiento rápido le tomo de la cintura y le cargo.

- ¿Q-Que haces? ¡Bájame!

- No hasta que me digas que pasa contigo. - Uruha le pego mas a su cuerpo rosando sus labios - Acaso ya no me quieres y por eso me evitas en todo, últimamente quieres ir a todos lados con Reita. -

- N-No es eso… - Hiroto se dejo hacer, sentándose sobre Uruha cuando este se tumbo sobre la cama, solo atino a rodear su cuello con ambas manos - No es que quiera estar mas con Reita-san. Siento que el que no me quiere cerca eres tu… - reprocho, Uruha le miro sin entender.

- Yo te quiero y no tienes por qué dudar eso.

- ¿Como me quieres? ¿Cómo a un hijo o como a tu hermano pequeño?

¿Qué como le quería? Acaso podía decir que realmente le quería sin sonar como un verdadero pervertido, como un verdadero pedófilo. Uruha estaba consiente de lo que sentía, aunque en cierto modo no entendiera esos “sentimientos” del todo. El mismo se había dado cuenta de sus cambios de humor y de su repentina necesidad de solo estar a un lado del más bajo. Pero, acaso podía decir eso sin que Hiroto se sintiera ofendido.

- Claro que te quiero… - respondió.

- No, esa no fue mi pregunta. – Hiroto negó con reproche - ¿Cómo me quieres? – Uruha solo se dispuso a chasquear los dientes con frustración - ¿Acaso no te das cuenta? –

- ¿De que?

- Que he estado raro últimamente, tu mismo lo has dicho, pero no lo entiendes, Uru…

- Eso es lo que yo quisiera saber. – Regaño – porque estas tan extraño conmigo. -

- Supongo que Reita-san tiene razón diciendo que las indirectas no van contigo…

Uruha curveo la ceja con confusión, ¡Hiroto se había levantado y había salido de la recamara! ¿Qué le pasaba a ese niño? Porque incluso hablaba mucho mas adecuadamente que el mismo, sabia que estaba mal que anduviera rondando a Reita y tal vez hasta el mismo rubio le había metido cosas en la cabeza.

Salió furioso, ¡por supuesto que lo estaba! Y más, su enojo aumento al ver al más bajo sentado frente a Reita en la sala observándole fijamente. Con aquellos ojos claros clavados en lo que Reita estaba haciendo. Sus piernas prácticamente no se movieron, estaban como clavadas en el piso. Mordió su labio con fuerza forzando a que sangrara.

Reita podía olfatear perfectamente a Uruha, se había dado cuenta de su presencia desde las escaleras. Aun no entendía como era que Uruha podía ser tan estúpido, como no se daba cuenta de la actitud del mismo Hiroto, porque si, el sabia todo, podía leerlo en la actitud, en los mismos ojos humanos del pequeño, porque el en realidad entendía a la perfección lo que hasta el mismo Hiroto, estúpidamente pudiera llegar a sentir.

- ¿Te quedaras ahí toda la noche? – dijo el rubio echando una risa socarrona, mirando a Hiroto obligándole a que agachara la cabeza con vergüenza.

- Espera… ¡¡Estas intimidando a Hiroto!! Eres estu…

- No confundas las cosas Uruha. – Reita se levanto de su asiento y de un movimiento rápido apareció detrás del castaño - ¿Por qué querría intimidad a un maldito mocoso? Eso no es divertido para mí… -

- ¡¡¿A quien le dices maldito?!!

Uruha dejo a relucir sus ojos color carmín, odiaba que Reita le retara de esa manera, que hablara de Hiroto de aquella manera y mas cuando su pequeño estuviese presente. Pero lo que Uruha no sabia es que realmente estaba provocándole, quería que se diera cuenta de sus actos, de sus verdaderos “sentimientos”.

Pero lo que ninguno de los dos se espero el que Hiroto corriera hacia ellos, y que se interpusiera en su camino. Estaba tan enojado que incluso desobedeció una de las reglas que Reita alguna vez le impuso “No te atravieses en mi camino cuando quiero matar a alguien” pero, ese alguien era Uruha ¡Su Uruha! Como no podía interponerse a detenerlos si no aguantaría el que le hicieran daño al castaño.

- Deténganse… - suplico, poniendo sus manos en el pecho del rubio. – No quiero que discutan más. –

- Uruha me frustra, niño. ¿Acaso no tienes deseos de que se cumpla lo que quieres? – Hiroto abrió los ojos expectantes – Si Uruha no se puede dar cuenta, yo si, a mi tus insignificantes ojos no pueden ocultarme nada. –

- Yo no…

- ¿Tu no que? – sonrió.

La sonrisa de Reita le dio miedo, es que si no fuera un maldito sádico, Hiroto estaría seguro que aquella sonrisa era una “juguetona”. Estuvo a punto de rezarle madres, de decirle que no dijera mas, pero aquella mirada del rubio imponiendo un “Ese vocabulario” le intimidaba. Solo se digno a arrastrar a Uruha fuera de la casa y hacerle señas para que se agachara y acercara a él. Uruha por supuesto que lo hizo.

- Dijiste que tenías que salir, ¿porque no vas y me cuentas lo que fuiste a hacer mas tarde?

Uruha pudo sentir aquella respiración en su mejilla antes de que Hiroto la besara, juraría que podía volar de tanta ternura, incluso su enojo se había esfumado. Afirmo moviendo su cabeza con rapidez y alegría, acariciando el rostro del más bajo.

- Si no quieres estar con el maldito de Reita ve a dormir, es tarde Hiro y no quiero que enfermes por mi culpa – comento  preocupado – hare lo posible para llegar lo antes posible. –

- Ve con cuidado, ¿si?

Uruha asintió estúpidamente poniéndose en marcha rápidamente. Hiroto suspiro raramente ante los oídos del rubio quien le observaba desde el marco de la entrada, tanto pesar, tanta preocupación como tanta necesidad. Movió su cabeza al no entenderle, al no saber que era lo que precisamente un humano podía llegar a pensar en tan solo unos segundos, en como podían llegar a enredar sus sentimiento, asi como un jodido listón cual nudos alcanzara.

¿Y si Shou estaba igual o mas confundido que Hiroto? Tal vez si le amaba como él lo hacia, pero aun no estaba listo como para admitirlo, estoy debía ser asi ¿no? Los humanos eran realmente un  baúl lleno de sorpresas, donde si caía dentro, podía llegar a asfixiarse de tanta cosa que no podía entender. Miro a Hiroto una vez mas, con los ojos entrecerrados.

- ¿Reita-san…? – su voz denoto miedo al cruzarse con aquellos rojizos ojos.

- No soy tan tonto como Uruha, pero no se como se sienten ustedes – le miro fijamente - dime que es lo que un humano siente cuando esta enamorado. -

- ¡¿EH?! – Su rostro se torno completamente colorado - ¡¿P-Pero que dice?! Y-Yo yo no…

- Yo se lo que tu sientes, puedo verlo a kilómetros, asi que andando, iremos a un lugar y en el camino me iras contando absolutamente todo…

Hiroto solo abrió los ojos expectantes ¿desde cuando lo había dado a demostrar tanto? Estaba gradecido con Reita por que aunque le tratara mal y dijera cosas hirientes, el, nadie mas que Reita le había interpuesta esa educación nata con la que ahora se expresaba. Al el, en todo caso, no podía, no, mejor dicho, no debía de mentirle.

Le siguió hasta que ambos entraron a casa y en movimientos rápidos que Hiroto no noto, a los pocos segundos ya estaban saliendo de casa hacia un lugar que como todos los días posibles, iba a visitar y a esperar una pequeña esperanza a que precisamente su “necesidad” regresara del largo viaje a donde había huido.

……………………………………………………………..

A pesar de que el castaño iba con una actitud notoriamente decidida, el solo hecho de verse entrar a aquellas penumbras que ese jardín principal le regalaba, su expresión cambio a una de total miedo. Sabía perfectamente que estaba en una zona privada, y por demás prohibida. Aquella casa o mejor dicho mansión donde además de ser hermosa por fuera sin contar la oscuridad del lugar, también podía llegar a ser maravillosa por sus adentros.

Dudo en si acercarse unos pasos mas, en si hacer caso a las palabras de su amigo rubio y no ir. Pero, sus desesperación –aunque no fuera notoria- le estaba afectando desde hacia ya bastante tiempo “esa” persona era la única que le podía decir la verdad sin tanto rollo, sabia que con una buena suma de oro podía llegar a conseguir hasta su amistad.

Y decidido camino tratando de tocar la puerta, la cual se abrió siquiera ser tocada. Trago saliva.

Pudo sentir la ráfaga del viento cortante rozar parte de su rostro, dejándolo plasmado en el piso sin saber que hacer o decir, notando por supuesto la presencia de una o tal vez “personas” mas, en el recinto.

- Osas entrar a mi casa como si fuera tuya ¿Uruha-san?

Aquella vocecita dulce le erizo la piel. Levanto la mirada con decisión, ocultando perfectamente  ese temor que se acompasaba con el resoplar de aquel aire completamente seco y frio que se desprendía de aquel lugar. Giro hacia donde aquella cosa lanzada hacia su persona se había clavado y aunque no lo creyese, un cuchillo de cocina se encontraba clavado perfectamente recto en aquella pared. Giro su cuerpo una vez mas, provocando que sus pupilas se toparan con esos perfectos ojos color rojo y purpura.

- Discúlpalo, Uruha, últimamente anda algo inquieto y da por querer decapitar a cualquier bicho que entre por la puerta.

- Serás maldi… - los ojos de Uruha una vez más se abrieron expectantes por la agilidad de uno de ellos. Otro cuchillo había volado esta vez rozando su cuello.

- Oh no~ - dijo risueño – no puedes maldecir en una casa que ni siquiera es tuya. Esos no son modales… -

- ¡No estoy aquí para que me enseñes putos modales, Nao!

- ¡Cuida como es que le hablas a Nao, Uruha!

Se quedo callado. Viendo con rabia como era que Nao se abrazaba al otro y le miraba con una sonrisa burlona. Como los odiaba, como odiaba esa maldita ostia que los dos le provocaban, pero aun asi, no podía, debía de aguantar lo que fuera si quería obtener información. Si es que podía llegar a sacar información.

- Necesito información. – dijo de una, llevando directamente el punto – Necesito saber una sola cosa. –

- No.

- ¡¿Por qué no?! – grito.

- ¿Por qué debería decirte? No eres alguien digno ni para estar pisando el mismo mármol que yo. Uruha, alguien tan inferior como tú, no lograría pagar ni con su sangre. Pero te escuchare, habla y haz que me apiade de ti…

Uruha entrecerró los ojos, mirando directamente a aquel maldito que le miraba con paciencia, con esos malditos ojos raramente purpuras mostrando sus colmillos. Aun no entendía como era que alguien como el pudiera ser parte de las antiguas escoltas de Aoi –por asi decirlo- ser uno de “hombres de confianza” cuando realmente no lo era, o eso pensaba el castaño.

Uruha le siguió hacia aquel gran estudio a donde el otro le invitaba una vez que comenzó a caminar, observando sus manos por si pensaban atacarles. Escucho una sonrisita burlesca la cual provocó que se salera de sus casillas.

- Kai, o callas a ese maldito, o juro le cortare la maldita cabeza… - advirtió.

- Inténtalo. – reto.

- Nao, ya esta bien, por hoy será nuestro invitado.

- Si tu lo dices, por mi esta bien, Kai.

Kai, como se hacia llamar aquel hombre castaño alto no era nada mas ni nada menos el antiguo consejero y amigo de Aoi y aunque Uruha no sabia muy bien la historia Kai podía jurar que el castaño enemigo pensaba que él estaba de su lado. Si, bien, Kai podía sacar sus beneficios y mucho mas siendo una persona desesperada como lo era Uruha. Llegaron a ese lugar que se hacia llamar estudio invitando amablemente a que Uruha tomara asiento en la silla frente a donde se encontrara, ayudando a que Nao lo hiciera sobre el escritorio para poder tomarle de las caderas.

- Te escucho… - susurro Kai.

- Sobre Aoi, necesito terminar con esto de una vez por todas. – el veneno que Uruha soltaba en palabras dejo intrigado al mas bajo, provocando que este pusiera toda atención al asunto – Si no logro saber donde esta y matarlo de una vez por todas, no sabría como lidiar con el si lo tengo a los alrededores de la ciudad. –

- ¿Por qué?

- Solo necesitas saber lo que quiero – dijo Uruha – tu deber es contestar a las preguntas. –

- Mi deber es encontrarle una buena suma a tus preguntas mediante a la necesidad – Kai le miro con una sonrisa – Además yo solo puedo decirte cuando es que regresa, no puedo hacer algo mas sobre ese asunto. –

- Pero la ultima vez tu dijiste que me…

- ¿Y que si lo dijo? – Intervino Nao – Acabas de matar a uno de nuestro hombres ¿y asi quieres que te ayudemos? Tú no eres el tipo de adefesio al que nosotros ayudaríamos. Necesitas mas que ese maldito linaje tuyo para estar a la altura de Aoi-sama. Si quieres una vida mejor, completamente rosa para ese humano al que proteges deberías de darte el lugar que te mereces y no venir a molestarnos con una tontería.

- ¿El problema fue Byou? – Uruha se levanto de su silla retando al otro - ¿Acaso te metías con el como para que te afecte tanto la perdida de uno de tus hombres? –

- Y tu crees que con eso me provocaras… - rio – eres tan estúpido, ¡¡No sé que mierdas haces mostrando tu maldita cara frente a Kai!! –

Los ojos de Nao se tiñeron a un rojo más ardiente, completamente brillante. Kai no había hecho nada más que abrazarle por la cintura y sentarlo sobre sus piernas. Sabia que aunque estuviese enojado no le desobedecería y mucho menos se lanzaría al otro a quererle matar. Importarle a el aquel comentario de Uruha sobre Byou, claro que no, estaba cien porciento seguro que aquella persona que había pertenecido desde hace siglos a su lado, hasta ahora, no seria capas de hacerle algo como aquello.

- Aoi regreso hace poco… - comento Kai obligando a que los otros dos le miraran sorprendido.

- ¡¡Pero Yuta!! – reprocho Nao.

- Esta bien Nao, no es como si me interesara el que Uruha fuera a tratarle de hacer algo a Aoi si él es el que actuara primero. Aoi es alguien el cual no le permitiría a nadie que le tocase omitiendo a Shou, que por cierto, debería de tener cuidado con el.

- No entiendo. – dijo sincero Uruha.

- Y no lo entenderás, nunca entenderás la manera de pensar que ellos tienen, son tan distintos que nosotros – Kai trato de sonar sereno aun sin dejar de soltar la cintura del otro - Uruha tu deberías de cuidar muy bien al humano ese, aprovecha a hacer lo que quieras con el. Mis ojos no son tan perfectos como los de Shou, pero estoy seguro de que algo sucederá pronto.

- Todos… ¡¡Absolutamente todos están ensañándose con Hiroto!!

Los ojos de Uruha brillaron en furia. ¿Qué era lo que su pequeño les había hecho a todos como para tenerle ese maldito desprecio que le tenían? Sus puños se cerraron obligando a que sus propias uñas cortaran la palma de sus manos, A que sus colmillos creciesen solo unos milímetros mas y comenzara a bufar como una tigre.

- Porque es humano, y esta prohibido…

Kai tuvo que empujar a su pareja, y este sacar una de las navajas escondidas que llevaba en el pantalón. Todo había pasado tan rápido, tanto que ni siquiera el mismo Uruha había sentido aquel corte que ahora adornaba su mejilla. Nao le miraba con rabia, con unas enormes ganas de matarle al haber tocado siquiera un poco de Kai. Uruha no dejaba de estar a la defensiva, si algo odiaba, ahora antes de dañar su orgullo ese era Hiroto. Eran tan tercos todos, por eso había matado a Byou, ¡¡El no sabia!! Porque todos le decían que un humano estaba prohibido si el que estaba consigo era de lo mas hermoso, lo mas cariñoso, lo mejor que le hubiese pasado.

Sus puños merecieron aguadarse mas, sus uñas si que traspasaban la piel. Kai le miraba con enojo, y que decir de Nao, este estaba más que furico, sin poder ocultar cualquier estado que sus ojos reflejaban en ese momento.

- Yo solo venia a que me ayudaras, a que…

- ¡¡No tienes por qué pedir ayuda de nosotros!! –interrumpió.

- ¡Naoyuki! – su voz resonó en todo el lugar chocando con los oídos de ambos castaños, obligando que el mencionado guardara silencio y agachara la mirada - ¡¡Te lo dejare bien en claro Uruha!! Tu no puedes venir a decirme que hacer, no puedes venia a mi casa a gritarle a la persona mas importante para mi, odio, ¡no! aborrezco a esos animales. Alguna vez fui seguidor de Aoi y por Nao lo deje, sigo siendo parte de su escolta y aunque no lo creas ni yo mismo dejaría que le mataras.

- ¿Pero entonces porque dijiste que me ayudarías? Kai, yo lo que menos quiero es exponer a Hiroto, no quiero que nadie le dañe.

- Pues si sigue con lo mismo, si no dejas de joderle a Aoi-sama con lo mismo, juro, juro por Kai que arrancare la cabeza del humano ese tuyo.

- ¡¿Crees que dejaría que le hicieras eso?! ¡¡Te mataría antes de que lo tocaras!!

- Lárgate… - dijo con paciencia – Si no te vas juro que me desharé de ti, vete de una buena vez Uruha, no quiero verte de aquí en lo que te resta de vida. Cuida de “tu niño” que mas tarda en llegar el gusto que en lo que se va. Cuídalo, y dile todo antes de que sea demasiado tarde, antes de que pueda dejarte y no precisamente porque él lo desee… -

Uruha solo sintió como una parte de su cuerpo se congelaba, como aquellas palabras llegaban directamente a aquella parte inexistente de su cuerpo. Hiroto, ¿estaría bien decirle todo? ¿Por qué Kai le había dicho eso? No es como si fuera a morirse, o como si Hiroto fuera a dejarle.  Pero, hablarle con la verdad justo como lo decía le provocaba un enorme miedo.

Se vio casi arrastrado por Nao quien prácticamente le sacaba a patadas. No le importo, ¡mierda! Lo único que podía pensar era en esas palabras, cuales nunca se le olvidaría. Camino por un largo rato, manteniendo el paso de un simple mortal. Había ayudado tanto esa caminata, tanto que, aunque no estuviese seguro y aunque Hiroto le dijera loco, le hablaría con la verdad, no le dejaría ir tan fácilmente.

……………………………………………………………..

Habían caminado sin siquiera alguna palabra. Por supuesto que Hiroto iba de lo más nervioso, cuando Reita estaba de esa manera tan pensativa no le agradaba, pensaba tontamente que por la cabeza del rubio corrían mil y una maneras de asesinatos aunque verdadera mente eso era un error. Hiroto, ni tenía en cuenta que por cincuenta años el rubio iba al mismo lugar.

Hiroto le miro entrar de lo más normal a aquella gran casa, una que por supuesto el no conocía. Se quedo afuera como justo la mirada de Reita se lo había ordenado, sentándose en el pasto para que el otro fuera a lo que debía a la casa. Hiroto por supuesto que tenia curiosidad, quería ver que era eso tan importante que el rubio hacia cuando salía, pero por educación, tal y como el mismo rubio se lo había enseñado, no debía de meterse en cosas que no le importaban.

Se quedo pensativo, recordando mil y un cosas, a Uruha, a los pocos recuerdos que tuvo de su única familia, su madre, y nuevamente, Uruha. ¿Qué tenia el? Porque era que a pesar de decirse a cada minuto que lo de ellos era imposible su corazón aun le daba esperanzas, aun le anunciaba que aquel trato que el castaño tenia hacia el tal vez era una señal.

- ¡Reita-san…! – Grito, no lo había aguantado ¡A quien quería engañar! Demonios, necesitaba verlo – será mejor que nos vayamos, sino Uru vendrá hacia acá… -

- Eres desagradable, vete si quieres, yo me quedare aquí…

La voz de Reita resonó por la oscura noche, asomando parte de su cuerpo y rostro por aquel balcón que daba hacia las afueras.

- Pero y si…

- ¡¡Que te vayas he dicho!! – Brinco desde la ventana tomando al otro por el cuello – Te he dicho que no vengas conmigo, odio que me apresuren. No se porque malditos te traje. –

- N-No, no puedo respirar…

Reita tenia bien sujeto por el cuello al otro, vamos, ¡era un niño de poco mas de catorce años! y para terminar de joderle la vida, era humano, el maldito mortal que Uruha había “adoptado” solo porque le parecía bastante lindo y además, algo increíble para el rubio, decían o mejor dicho, pensaban que podían estar enamorados, ¡si! eran estupideces, odiaba de sobremanera que ese siempre estuviera a sus espaldas por ordenes de su amigo castaño.

- Ni una palabra a Uruha de donde hemos estado… - le fulmino con odio, sintiendo el miedo en aquel temblor de su cuerpo. – Si le dices a donde vinimos, date por muerto. –

Trago saliva, tenia pavor a aquella mirada color carmín, tenia miedo de todo lo que Reita le pudiera hacer porque sabia de sobremanera que lo haría. Sabía que no tenía que decirle nada a Uruha si no quería morir prácticamente degollado por manos de otro que no fuesen de su castaño. Prefirió guardar silencio, por un momento.

- R-Reita san, ¿puedo preguntar algo?

- Que es lo que quieres… - dijo con fastidio, caminando.

- Porque no quiere que le diga a Uru a donde va todas las noches ¿Quien vive ahí?

- Nadie que te importe, Hiroto.

- Pero era alguien importan…

- ¡He dicho que no te importa! – odiaba su terquedad.

Y dicho esto Hiroto guardo silencio. No tardaron mucho en llegar a casa cuando Uruha ya los esperaba en el marco de la puerta principal, caminando hacia donde ellos para abrazar al más bajo, el castaño se había atrevido a darle un beso fugaz en los labios al momento que Reita entraba sin ninguna importancia, sintiendo un estremecimiento en el cuerpo del más bajo.

Pudo notar como el rubio subía las escaleras no sin antes darle una mirada amenazante a Hiroto.

- Reita, antes de que te vayas… - le llamo – eh escuchado que vieron rondar a Aoi por los alrededores… ¿Viste algo? -

Reita se detuvo en seco abriendo los ojos con sorpresa, era imposible, no podía creer eso si el prácticamente había estado anteriormente en la recamara de Shou, hacia solo unos pocos minutos, bajo las escaleras, encarando a Uruha desesperadamente.

- Eso es… imposible…

- Lo mismo pensé yo. – Abrazo a Hiroto por la cintura – incluso cuando estaba por las afueras no olfateé nada ni sentí su presencia… -

- Yo, yo tengo que salir un momento…

- Reita-san esta a punto de amanecer…

- Uruha, tu maldito hu… - apretó los puños con fuerza – ¿Quieres decirle a Hiroto que no se entrometa en mis asuntos? –

- Disculpa, no lo volverá a hacer… - sonrió divertido – No tardes y si tienes noticias de ese maldito ven inmediatamente. –

Reita salió desesperado. Uruha no podía reprimir más esa risa que se guardaba en sus labios, Hiroto estaba temblando levemente entre sus brazos,  con la mirada en el suelo. “¿si le digo?”
Pensaron los dos al mismo tiempo. Uruha no podía, no quería que le malinterpretara y Hiroto, el simplemente tenia miedo a que Uruha le dijera simplemente que no por ser  un chiquillo.

No tan decidido, Uruha cargo al otro entre sus brazos, subiendo las escaleras y entrando a la recamara de ambos rápidamente. Hiroto no pudo abrir mas lo ojos, Uruha, si Uruha estaba sobre cuerpo, obligándole a hacer algún movimiento. Sus manos sudaban frio, sentía la garganta seca y que decir de sus labios, entreabiertos al querer pronunciar palabra alguna.

- H-Hiro yo…

- ¿A-Aun estas enojado? – Uruha negó rápidamente -¿E-Entonces? –

- Necesito algo de ti… - los ojos del castaño provocaron que Hiroto se alarmara, sabia que algo le pasaba y era malo porque sus expresiones se lo decían.

- ¿Te sientes bien? – Uruha negó una ve mas - ¡¿Te duele algo?! ¡Pídeme lo que quieras!

- Bésame.

- ¿Q-Que?

- Necesito que me beses, necesito fuerzas para hablar con la verdad.

No hubo tiempo a que Hiroto respondiera siquiera con una respiración, Uruha se había abalanzado sobre su cuerpo, le había tomado de las caderas levantándolas un poco y pegándolas a su cuerpo. Su lengua no se espero ningún momento y aunque sentía que en cualquier momento atragantaría al más bajo le importo nada.

Solo quería sentir, quería que le trasmitiera todo aunque fuera con un simple beso, con uno que para su sorpresa fue correspondido de manera torpe. No pudo sentirse más feliz, mas dichoso de aquello, de que ahora le tuviera abrazado a su cuello, a que restregara su cuerpo al levantarlo un poco. Hiroto, su Hiroto tenia que estar sintiendo lo mismo que el sentía, las opresiones  extrañas que su estomago experimentaba, y esa sensación que aquellos pequeños labios le habían regalado.

Se separaron al poco tiempo, dejando con la respiración acelerada al otro, tocando su mejilla como si fuera lo mas suave, haciendo caricias en ellas antes de plantarle un beso ligero tras otro, provocando que Hiroto, aun sin saber que hacer o decir, se coloraba notoriamente.

- Si de esto hablabas, aquí esta la respuesta – Uruha se acercó a sus labios una vez mas, susurrando sus palabras antes de juntarlos mas y mas - Esta es mi manera de quererte Hiro, de amarte… -

Solo sintió los labios del mas alto sobre los suyo una vez mas, para al momento de cerrar los ojos lagrimas tontas comenzaran a escapársele. Si esto era algo de lo poco que Uruha le pudiera dar, le pudiera decir, ahora mismo rogaba a dios que nada de aquello se terminase, que no le arrancaron lo que ahora era lo mas valioso, aunque tuviera que dar la vida por el.


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Gracias por siempre leerme...

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