Vampire Love III ~Capitulo 2~
Capitulo 2
~Segunda Luna~
¿Había
esperado esperando por esta hora? ¿Había tenido la necesidad de que el maldito
y grande reloj de la sala marcara las ocho de la noche? Aunque se negara a
reconocerlo lo había esperado con ansias. Porque negarse al decir que
necesitaba saber como estaba aquel
pequeño, aquel Hiroto que por supuesto no le había dejado parte de la mañana y
tarde descansar. No lo negaba, pero era estúpido el estar diciendo que había
estado olfateando su abrigo con el simple hecho de que aun mantenía el aroma
del pequeño de cuando le había cargado. Incluso, no podía creer que cuando el
reloj aviso con las campanadas la hora esperada, él ya estaba en el ventanal de
la casa observando como era que la noche caía completamente tranquila.
- ¿A dónde vas
tan temprano? – Aquella voz le tomo por sorpresa.
- Donde no te
importa. – Contesto gruñendo – ¿O acaso tienes curiosidad de a donde me vaya? –
- ¿Yo?
estupideces – contesto el rubio con una sonrisa – No me importa a donde te
metas. Solo que nunca sales temprano a menos que no tengas ni puta idea de que
hacer y vengas a joderme a donde yo vaya… -
- Tampoco es
como si me importara.
- Bien.
- Bien.
A pesar de que
aquello era realmente odioso, no dudo en echar una risita cuando observaba como
era que Reita con un movimiento de muñeca abría las puertas de la casa y salía
por ellas, levantándola después para despedirse. Sin duda Reita tenía que ser
bipolar, un día se peleaban, otro se quedaban platicando cosas sin sentido y
hoy, como muchos más, peleaba un poco y salía de casa regalándole una sonrisa.
Sin duda nunca le entendería pero eso le agradaba.
Una vez que ya
no pudo percibir el aroma del rubio subió casi volando por las escaleras,
entrando a su recamara y tomando aquel abrigo con el que se había acurrucado
por casi toda el día y con la misma velocidad salió de la casa, no importaba si
realmente se quedaba abierta o cerrada, si algo faltaba en ella estaba seguro
que el o Reita sabrían al instante quien había estado ahí.
Salió a pasos
agigantados solo necesitando menos de tres minutos para estar en su destino y
justo antes de pudiera acercarse siquiera a la puerta escucho un estruendo
dentro y unos gritos que prácticamente le dejaron en Shock sin saber realmente
que hacer, por primera vez en toda su existencia no supo como actuar.
Aquel aroma lo
conocía a la perfección.
…………………………
Hiroto había
estado arreglando las cosas que habían pertenecido a su madre en una pequeña
cajita. Estaba actuando tan maduramente que incluso nadie creía que la muerte
de su progenitora le doliera, porque si dolía, pero el tenia la enseñanza
exactamente de la misma a que aquellas cosas algún día pasarían y Hiroto tenia
que hacer su vida a partir de ello, pero era tonto, el solo contaba con tan
solo trece años de edad a pesar de que notaban menos por su pequeño cuerpo.
Se sentó sobre
su cama esperando en ella mientras jugaba sus pies al aire. Era bobo, pero
tenía la esperanza de que su nuevo amigo, Uruha, llegara rápido y le acompañara
a la tumba de su madre a orar por su descanso. Y justo cuando se imaginaba como
era que los dos irían juntos, un ruido en su puerta, cuando la pequeña perilla
se giraba provoco que su corazón aumentara los latidos, que sus ansias de
correr y tomarle de la mano para arrastrarle hasta el cementerio provocaran un
estremecimiento junto con una gran felicidad. Pero su corazón se detuvo. La
puerta había sido abierta como si afuera hubiera una gran masa de aire justo
como un remolino.
Callo hacia
atrás de sentón, cuando noto como aquel ser de ojos completamente blancos
entraba acercándose hacia él y como de un movimiento que ni siquiera él pudo
visualizar, la puerta se encontró cerrada junto con el segurito impidiendo el
paso a cualquier mortal.
Sus miradas se
cruzaron al instante como si alguna masa de poder u energía obligaran a Hiroto
hacerlo.
- No pensé que
algo tan pequeño como tú desprendiera ese aroma…
Hiroto jadeo
por el miedo, ¿Quién era el? ¿Por qué tenia tanto miedo si esa persona era
igual a su amigo Kouyou? Alto, un metro setenta tal vez, con el cabello castaño,
algo largo y ondulado, aquellos ojos hermosos que para un simple mortal eran
aterradores. Aquel sonrió cuando el niño le miraba con miedo, cuando un temblor
recorrió su cuerpo. Era tan maravillosa la sensación de matar a alguien cuando
había un ataque de pánico de por medio. Hiroto cerró los ojos cuando el cuerpo
del otro en un ágil movimiento se acercaba, cuando aquella lengua del otro
delineo sus propios labios saboreándose, mostrando sus colmillos con descaro.
- Lastima que
no aguantaras ni para el maldito postre…
Su voz gruesa,
tan grave. Si había hecho algo malo, si falto al respeto a su madre en alguna
ocasión pedía perdón a Dios.
Grito aterrorizado
cuando fue tomado por la camisa, cuando sintió la lengua de aquella “persona”
delinear su cuello. Cerró los ojos con fuerza cuando sus ojos comenzaron a lagrimear
pero nunca sintió nada malo, solo escucho un fuerte ruido en la pared pero se
aferraba a no abrir ni una milésima de sus parpados ni cuando sus pies tocaban
el piso.
- Hiro, ¿estas
bien?
Aquella voz,
aquella tenia que ser suya. Restregó sus muñecas sobre sus ojos y al abrirlos
le vio. Uruha, él estaba ahí arrodillado a su lado, acariciando sus cabellos
con miedo y delicadeza mesclada. Nada en la vida era injusto. Hiroto se aferro
a su cuello llorando amargamente, agradeciendo en susurros miles de veces.
Uruha había
entrado cuando la palabra “postre” traspasaba sus tímpanos, ese maldito, tenia
que ser ese hijo de puta que solo les hablaría a los humanos como simple comida,
justo como ahora le hablaba a Hiroto. Había abierto la puerta empujándola,
rompiendo la chapa por el golpe, y justo cuando los colmillos del otro
estuvieron a centímetro de tocar el delicado cuello del pequeño dio un golpe a
su estomago el cual provoco que le soltara y se estampara en la pared.
- Pero mira a
quien me vine a encontrar… - aquella voz, tan sensual, tan asquerosamente
provocativa, con un fino timbre grave y agudo a la vez provocaron que Uruha
gruñera de furia, le odiaba, demonios porque lo encontraba en una situación
como estas. A pesar de que aquel castaño se encontraba sentado en el piso sin
siquiera quejarse por el golpe, le dedicaba una sonrisa socarrona y juguetona,
mostrando parte de su pecho con descaro al
tener los tres o cuatro botones de su camisa sin abrochar, aquel
pantalón de seda fina entallada a sus piernas, aquel pequeño saco haciendo
conjunto con todo lo demás. Odiaba decirlo, pero el, estaba mas que “muy bien” – ¿No vas a saludarme, cariño? –
- ¡Vete a la
puta mierda Byou! - Uruha había gruñido con furia importándole quien les
escuchara o mirase. Hiroto se había ido detrás de su cuerpo, cubriéndose con el
y solo mirando al tal Byou aun escondido - ¡¿Qué pretendías hacerle?! Acaso tu…
Pero nunca se
inmuto de la rapidez, de aquella manera ágil con la que el otro podía moverse.
Se vio jaloneado y arrojado hacia la pared, donde por supuesto que tocio. Byou
estaba tan cerca, sus respiración chocaba incluso por sobre la suya, y Hiroto,
este solo les miraba atento e ido a la vez. Uruha quiso empujarle, que Hiroto
no le mirase como lo hacia, pero fue imposible.
- Si eso es
tuyo lo dejare entonces. – dijo apuntando al pequeño.
- “Eso”, como
tu le dices, se llama Hiroto. – Apretó los dientes tratando de hundirse mas a
la pared, de empujar al otro que pareciese estar prensado a los ladrillos –
¡Quítate pedazo de imbécil! –
- Oh, vamos,
divirtámonos como en los viejos tiempos. Nunca pensé encontrarte tan pronto,
han pasado más de veinte años Uruha…
Uruha sintió
que la piel le quemaba, que cada tacto que el otro provocaba con sus simples
dedos le provocaba quemaduras superficiales, como si aquello fuera lo más
asqueroso del mundo. Pero ¿porque ahora? Porque si Byou era un hombre
maravilloso en la cama ahora le asqueaba, le odiaba, le partiría la maldita
cara si no dejaba de mostrarle ese estúpido espectáculo a su pequeño.
Hiroto estaba
expectante a lo que sus ojos veían. ¿Acaso esa persona llamada Byou era alguien
cercano a Uruha? O porque se comportaba raro.
Quiso acercarse pero un gruñido no se lo permitió. Sus ojos solo se
toparon con los de su amigo castaño y lo último que recordó fue ver una sonrisa
ladina antes de caer al suelo, con cansancio, con el cuerpo pesado.
Se había
quedado dormido.
- Aléjate
Byou…
- Por supuesto
que no lo hare – restregó su cuerpo con el del castaño alto – pensé que era
pronto para buscarte, pero ahora me doy cuenta que fui estúpido... – Uruha
quiso que la tierra le tragara, que aquella sensación de armar un escandalo
despertara a Hiroto que con mucho trabajo había logrado dormirle. Los labios de
Byou se juntaron con los suyos – eres mas hermoso que hace años… -
Sus labios
fueron presos en un beso mucho mas pasional que por supuesto el no
correspondía, solo sentía el sabor, aquel que Byou alguna vez le había provocado
volverse loco, pero ahora no sentía nada y eso era realmente estúpido. De un
movimiento rápido aparto al otro y se alejó.
- No soy el
mismo… - dijo serio – No es lo mismo que antes Byou. –
- No te
confundas que yo no estoy aquí para buscar una relación con alguien como tu.
Solo que todo lo que tú tienes se me antoja.
- ¿Quieres que
follemos? – hecho una carcajada.
- Tómalo como
quieras lindura, solo sé que puedo tenerte…
Ahora.
- Esta
equivocado.
Uruha rodeo el
cuerpo de Byou con sorna, inspeccionando ese maravilloso cuerpo. Se le
antojaba, ¡por supuesto que lo hacia! A quien no. Pero se acercó a Hiroto y con
delicadeza, como si fuera de porcelana fina, le cargo entre sus brazos. Una
sonrisa desconocida para Byou se formo en sus labios.
-Yo… -
continuo Uruha – Yo, ya le pertenezco a alguien y no pienso meterme con la
basura en la que te convertiste…
- ¿Acaso eres
idiota? – Por supuesto que era una estupidez, Byou estaba lejos de cree algo
como aquello, ¿Uruha obedeciendo a alguien mas? Claro que no, él era alguien
que nunca se amarraría a cualquiera, a menos que fuera realmente alguien
importante, influyente o hermosa. Rio a carcajadas - ¿Quién fue el elegido? –
casi escupió su propia saliva por las risas.
- El…
Las risas en
aquella pequeña casa se esfumaron al instante. Byou le miro con miedo, sin
comprender nada. Y Uruha, este solo se había dedicado a juntar sus labios con
los del niño, cerrando sus ojos al momento de oler ese aroma que desprendía. No
entendía muy bien porque lo había dicho asi tan a la ligera, Hiroto no llevaba
mas de unas cuantas horas de conocerlo ¿y ya estaba actuando sin su permiso?
Una sensación extraña recorrió su estomago cuando Hiroto se removió en sus
brazos provocando que sus labios presionaran un poco más. Algo ido se separo.
- Es un niño…
- No te
importa. – Uruha vio la manera enfermiza con la que le miraba el otro castaño.
- ¡¡Estas
loco!! Es un niño ¡Un humano! – Negaba con la cabeza – No puedes, ¡No debes! –
Byou corrió al lado de Uruha sorprendiéndole, tomando del cuello al dormido
niño tratando de quitárselo.
- ¡¡No lo
toques!!
- ¡¡Debes
matarlo!!
Los
movimientos de Byou eran rápidos, casi invisibles. Uruha no pudo seguirlos con
claridad para cuando Byou casi estrangulaba a su pequeño. Sintió morir, sintió
tanta rabia que si no lo soltaba en ese instante le arrancaría la cabeza.
Hiroto había despertado por el dolor, por la presión que comenzaba a
asfixiarle, se topo con unos ojos completamente rojos, con una rabia que no fue
difícil distinguir.
- U-Uru… - sus
ojos comenzaban a cerrarse, incluso patalear le fue imposible.
- Suéltalo.
¿Esa había
sido una orden? Por supuesto que lo era. Byou no reprimió un gritito de dolor
cuando Uruha perforaba parte de su costilla casi queriendo sacar sus órganos.
Se vio desprendido del niño y solo observo como Uruha con nerviosismo le
preguntaba varias veces si se encontraba bien, buscando alguna herida en su
pequeño cuello. Hiroto solo negaba lentamente con la cabeza tratando de no
llorar.
- Te voy a
matar… ¡¡Juro por el mismo demonio que arrancare tu cabeza!!
- ¡Los humanos
son traicioneros! – Alcanzo a gritar cuando Uruha se acercaba – les dirá a
todos que nosotros existimos, entiéndelo, no puedes confiar en el.
- ¡Eso no es
cierto! – Grito el pequeño llamando la atención de los otros dos – Uru es mi
amigo, yo no diría nada si él no lo quiere, yo no lo traicionaría… -
Sus labios
estaban arrugados en un puchero adorable, con sus manos cubriendo parte de su
rostro cuando aquello sin querer había salido de sus labios en un fuerte grito.
Pero era verdad, Hiroto no diría nada si Uruha se lo pedía, si él le decía no,
era porque era no. el castaño solo le miro sorprendido, con un sentimiento
extraño ante las palabras. Sonrió tontamente.
- No confíes
en los humanos Uruha… - repitió.
- Hiro… - sus
voz salió suave llamando la atención del pequeño al ínstate sonriéndole
cariñosamente – cubre tu ojos y no los abras hasta que yo te diga ¿bien? –
Hiroto obedeció
al pedimento cubriendo sus ojos con ambas manos. Una sonrisita se apodero de
sus labios. El castaño le había hablado tan lindamente que incluso se le hizo
extraño el efecto que había causado.
Uruha hizo el
primer movimiento cuando Hiroto se hinco. Sonrió cuando el pequeño le obedecía
y no perdiendo tiempo obligo a que Byou se levantara. Giro dando un golpe al
costado contrario del cuerpo lastimado del otro recibiendo un rasguño en la
parte de su hombro. Byou era rápido al igual que Uruha pero sus tácticas eran
mucho muy diferentes.
El castaño
alto solo jadeo al sentir un certero golpe, uno donde había sido rasgado su
pantalón y herida parte de su pierna. Byou sonrió con burla. Pero, no era
suficiente, no dejaría que ese malnacido se burlara de él, de Hiroto, que le
ordenara matarle cuando el no sabia nada. Con un gruñido que provoco al pequeño
brincar hundió su mano en el pecho del otro.
- ¿Uru…?
- ¡No abras
los ojos! – grito y Hiroto aun asustado por el nuevo grito asintió despacio.
- T-Tu
maldito…
Respiro
pesadamente, quejándose, apretando su mayor herida en el pecho justo antes de
ver aquella preciosa sonrisa en Uruha, tan sádica. Lo que paso después fue
dolor, y una gran satisfacción. Uruha no le permitiría vivir, no hasta
arrancarle la cabeza. Este ultimo se movió como pudo, tumbándose justo a un
lado de Hiroto el cual al sentirle quito sus manos de su rostro siendo jalado
por uno de los brazos de Uruha.
- No mires
aun… - pidió. Hiroto solo hundió el rostro en su pecho – No quiero que veas un
cadáver siendo tan pequeño… -
- Vi a mama
cuando murió. – Frunció sus labios escondiéndose más en su cuerpo, abrasándole
para no tener la tentación a mirar hacia atrás - Y no soy pequeño… -
- Lo eres… -
rio despacio – aun haces berrinches. –
El castaño no
le permitió reprochar o hacer un berrinche mas, le tomo en brazos y susurrando
a su oído un “no mires” salió del cuarto-casa rápidamente. Hiroto no quiso
abrir los ojos a causa de la ventisca que ocasionaba Uruha al correr, incluso
nunca se había dado cuenta cuando había sido que estaban en casa del mas alto.
Uruha le bajo
sobre el colchón cuando estuvieron dentro de su habitación. Había entrado tan
rápido que estaba seguro si Reita estaba en casa no se daría cuenta de su
llegada o presencia. Hiroto abrió los ojos expectante.
- ¿Pasa algo?
– pregunto divertido.
- Es tan
bonito…
- ¿Te gusta? –
no recibió respuesta alguna.
El niño estaba
tan maravillado, la calidez, la luz de los candelabros, la elegancia con la que
se encontraba decorada. Nada, absolutamente nada se comparaba con su pequeña
casa. Pero tanta lindura se vio apagada cuando recordaba que pronto seria hora
de que Uruha le llevara a casa y ninguno de los dos había ido a dar su oración.
Ingenuamente pensó que Uruha estaba cansado por la “discusión” que había tenido
por su culpa, por no haber cerrado la puerta de su casa con seguro.
- Me llevarías
a casa…
- ¿Quiere irte
ya? – De alguna manera, su voz sonaba dolida – Digo, puedes quedarte mas tiempo
si quieres, aun no sana mi pierna y… -
- ¡¡Es
cierto!! – grito histérico acercándose a Uruha, hincándose.
Uruha sentía
que moría, Hiroto agachado tratando de romper su pantalón para darse espacio a
ver la herida, con tanta ternura que le tocaba, con delicadeza como solo los
humanos podían tenerla. Incluso su color pálido en el rostro cambio a uno
completamente rojo cuando el pequeño toco su pierna sin ningún doble sentido
sobando la herida.
- ¿Te duele? –
Uruha negó robóticamente sin despegar su mirada del otro - ¿Fue mi culpa
verdad? –
- ¿Eh? – Negó –
No, solo que no permitiría que te hiciera daño. –
- ¿Por qué?
¿Por qué?
vaya, esa era una interrogante muy buena. ¡Ni el mismo Uruha lo sabia! Pero es
que había actuado por instinto, como si tuviera la necesidad de protegerlo,
como si su existencia dependiera de ello. Hiroto se había metido en su cabeza
con solo dos veces de haberlo visto, con dos veces de haber entablado una
pequeña conversación. Y ahora se daba cuenta, que era la tercera y
prácticamente el niño, ¡un maldito niño! Le provocaba algo que ni el mismo sabia
lo que era. Escapar no podía, correrle y gritarle que no se apareciera frente a
su vista, no, se mataría al instante con el solo hecho de pensar que sus
palabras le dañarían. ¿Qué le pasaba? Porque le importaba si dañaba o no a un
humano.
- Gracias,
Uru…
Sus
pensamientos se vieron truncados, esparcidos en el pequeño espacio donde se
encontraba. Hiroto le había agradecido con un susurro, chocando su delicada
respiración sobre su mejilla antes de besarla. El castaño alto estuvo seguro
que aquello le había provocado la sorpresa y temblor que experimentaba todo su
cuerpo. Ver sus mejillas coloradas de vergüenza, sentir su calmada respiración,
ver sus ojos color avellana, su cuerpo tan cálido…
- Quédate
conmigo. – abrió lo ojos expectante ante lo que el mismo acababa de decir – Yo,
bueno, no es que… -
- Si.
- ¿De verdad?
– los dos rieron ante lo rápido que llegaron a contestar.
Hiroto asintió
rápidamente con una gran sonrisa. Quedarse con alguien como Uruha por una noche
debería de ser divertido ¿no? una noche despiertos, con juegos o simplemente
pláticas. Estaba tan entretenido pensando como era que se la pasaría junto al otro cuando precisamente este le abrazaba
por la cintura, jalándole y subiéndolo a la cama como si fuera un muñeco. Se
encontró sentado entre sus piernas con sus manos rodeándole con fuerza. De un
movimiento rápido Uruha le apego mas recargando su mentón a su hombro.
La puerta de
la recamara se abrió de un impacto.
- ¡¡Que has
hecho con…!! – Abrió los ojos con enojo, fulminándole - ¿Por qué mataste a
alguien como Byou? ¡¡¿Por qué hay un puto niño en la casa?!! – Su voz retumbo
en toda la recamara asustando al pequeño quien giro y se abrazó al castaño –
Dijiste que ya no traerías a nadie a casa, maldición es asqueroso que dejes
todo tirado. Mátalo y sácalo de una vez. – estuvo a punto de salir cuando el
otro le detuvo.
- No lo voy a
matar…
- ¿Estas loco?
– Pregunto confundido el rubio – ¿Primero matas al único que podría ayudarte
con Aoi y ahora me sales con esta pendejada? –
- Es algo que
no te importa. Byou era un maldito cerdo. – Escupió sus palabras - Y no lo
matare, se quedara conmigo porque yo quiero.
- Es humano.
- ¡¡Y eso
que!! No lo dejare…
Reita chasqueo
los dientes y de un movimiento rápido se acercó a los otros dos. Estuvo a punto
de tocar al pequeño, de ver mejor sus facciones, pero cuando faltaban unos
milímetro la mano de Uruha sobre su muñeca le detuvo, tomándole con fuerza,
mirándole con rabia como su quisiera arrancarle el brazo.
- No lo
toques… – advirtió - Ni se te ocurra hacerle daño. –
- No mataría a
un niño. – Manoteo alejando al otro - ¿Cómo te llamas? –
Su voz asusto
a Hiroto, por supuesto que le llamaba a él, pero es que era tan grave, tan
atemorizante la manera con la que le hablaba, trago saliva cerrando sus ojos
con fuerza, aferrándose mas a Uruha y este solo se dejaba hacer. No entendía
como era que Uruha no alejaba al aquel que le tocaba el hombro, no entendía
como era que no gritaba que no le tocara.
- No te hará
daño… - la voz de Uruha le hizo confiar. Aunque en realidad el si estaba
desconfiando de Reita.
- Pregunte,
que cual era tu nombre. – repitió el
rubio.
- H-Hiroto,
Ogata Hiroto, señor…
- Por todos
los demonios Uruha… - suspiro Reita alejándose un poco – Como se te ocurre
traer a alguien tan… tan joven y por demás humano. Sabes que esta prohibido… -
¿Estaba siendo
comprensivo? Para nada, no le importaba lo que Uruha hiciera mientras esto no
le afectara. Pero ¿un niño? Que demonios harían ellos con un niño. No se
pondría estérico porque él no le cuidaría, no gritaría porque no había
necesidad y tampoco se le acercaría porque vaya que el aroma del niño era
tentador. Negó una vez mas con la cabeza, caminando en círculos en medio de la
habitación. Había notado como era que Uruha abrazaba al tal Hiroto, como era
que le tocaba con tanta delicadeza como si fuera a romperle, ¿Por qué Uruha se
comportaba asi? ¿Por qué tanta atención a un simple mortal?
- Yo le
cuidare Reita, de verdad que lo hare…
- Mi problema
no es que le cuides, Uruha, él no es un animal, él es humano, no podrás
alimentarle, no sabes que putas de comida hacer de esas que ellos comen, no
podrá acostumbrarse a nuestros “horarios” y lo más importante, no podrás
cuidarle por el día. ¿Qué pasara cuando le suceda algo a mitad de medio día?
¿Acaso saldrás corriendo a buscarle? O el vendrá a impedir que te quemes con el
maldito sol. Piensa en la situación, no seas imprudente.
Hiroto
observaba todo expectante, ¿el sol? ¿Qué Uruha se quemaría? Por supuesto que no
quería algo como ello. No quería que Uruha sufriera algo tan feo por su culpa.
Ante la mirada de los otros dos se levanto del cuerpo del otro bajándose de la
cama. Camino hacia la puerta.
- No quiero
causar problemas… - dijo bajo, con algo de vergüenza – Uru, ¿Me llevarías a
casa? –
Reita sonrió
de lado, el niño tenia educación y eso era un punto a su favor. Se acercó y
agachándose le miro con sus ojos completamente rojos, Reita sabía que el niño
temblaba de solo verlo y que le rehuía a su mirada por el temor. Uruha se
levanto de la cama rápidamente tratando de impedir a que el rubio e acercara
mas a su niño, pero el gruñido de Reita le dejo quieto. Hiroto cerró los ojos
aferrándose a la puerta.
- ¿Cuantos años
tienes, niño?
- T-Trece…
- ¿Te interesa
tanto este niño, Uruha? – el castaño
asintió despacio con la mirada desviada hacia la pared - ¿Por qué? –
-No, no lo se…
- Has lo que
quieras. – termino por darse vencido. Esa sensación del “no lo se” la conocía a
la perfección, era como si los recuerdos de cuando había conocido a Shou
regresaran a su mente, sabia que esa sensación de Uruha, vergüenza, mirada
completamente a atención del pequeño era como la que el tenia sobre Shou. – No
lo quiero cerca… - advirtió – No me gusta que estén corriendo en la sala, que
me molesten, que interfieran en mis asuntos. – Miro al niño – Si no obedeces en
lo que te digo, date por muerto… Y tú Uruha, ya hablaremos después sobre el
asunto de Byou. -
Reita salió
empujándole un poco. Uruha y Hiroto se miraron completamente sorprendidos hasta
que el castaño dejo salir una risita. En definitiva, Reita tenía que ser
bipolar. El mas alto llamo al pequeño con insistencia hasta que este aun
desconfiado, mirando hacia la puerta, se acercó.
-Descuida,
Reita es una persona algo bipo…
Una sensación recorrió
su garganta, su pecho, su estomago, sus intestinos se comprimieron espectacularmente.
Había sido sorprendido como nunca, con aquellos pequeños labios sobre los suyos
una vez más. Hiroto por supuesto que no los movía, por supuesto que no sabia lo que realmente era
besar a alguien, pero con el simple hecho de un rose como aquello había
provocado algo a los dos, algo tan maravilloso.
Ambos se
separaron mientras el pequeño bajaba la mirada avergonzado, moviendo sus manos
como nerviosismo. No sabia que era, pero esa sensación nuca la habida tenido
cuando le daba un beso a su madre. Comenzó a jugar con sus dedos, completamente
rojo de la vergüenza.
- Perdón es
solo que… - apretó sus labios con fuerza abriéndolos y cerrándolos al no saber
que mas decirle.
- Lo tomare
como un juramento eterno… - Contesto
Uruha con una gran sonrisa. Abrazando a Hiroto por la pequeña cintura. Ere enfermo,
pero lo deseaba, necesitaba probar esos pequeños labios una vez mas pero a su
manera, saborear de su saliva, juntarse con sus lenguas como un estúpido acto –
Déjame probarte, déjame estar contigo por la eternidad, cuidar de ti, juro protegerte
por siempre… - Uruha, una vez mas junto sus labios, delineando con su lengua
los ajenos, sintiendo la tensión del otro tensión al no saber como actuar.
- ¿Uru…ha?
- Solo mueve
tus labios como yo y bésame…
Y asi lo hizo,
sus labios comenzaron a moverse aun teniendo los ojos bien abiertos mirando los
parpados del otro, quería que Uruha le mirase cuando le daba ese beso, que le
indicara con la mirada si lo estaba haciendo bien, pero a los segundos se perdió,
sus ansias, esa sensación extraña que se apoderaba de todo su cuerpo le provoco
cerrarlos, sentir como Uruha mordía sus labios con cariño. Se abrazó a su
cuello subiéndose a sus piernas. Si asi se la pasaría la eternidad como el castaño lo mencionaba, besándole, abrazándole,
no le importaba dejarse llevar aunque fuera algo totalmente riesgoso. Uruha le protegería
y de eso, ahora, estaba más que seguro.
[Capitulo 1] :: [Capitulo 3]
La primera en comentar wiiiiiiiii xDD
ResponderEliminarBueno que puedo decir ehhhh :O?....naa mas bien que puedo pedir! *O* me he enganchado con esta tercera parte de VL, este Uruha me ha enamorado, me he tragado de el en este segundo capitulo es tan *///* como decirlo ¿tierno? no se el hecho es que me ha encantado y Hiroto bueno que puedo decir de Hiroto el es tan lindo y tierno como su pomerania *---------* quiero apachuchar a Mogu!!! *O*
Me sorprendí de la aparición del sexy Byou por aquí xD es tan sexy el maldito! lol ...lastima que no duro mucho para disfrutar mas de su presencia. xD y el Reita bipolar me hace reír. xDD
Sabes si tengo la sensación de que estas yendo mucho mas rápido con esta pareja respecto a las otras :O, pero creo que igual no hay mucho que contar ya que Pon murió rápido T^T (ay me dolió mi corazón).
Questión: ¿Como luce Pon en este fic? :S ....no se... es que no puedo evitar imaginarme a Pon con su look rubio en TODOS LOS FICS QUE LEO sobre el y que tengan que ver con el! xD see ya se que es una tontería mi pregunta pero es que en verdad me carcome la duda. xD además de que ando tragada de ese look rubio que luce se ven tan adasafadsadf *¬*
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=233939763384790&set=a.126370310808403.21006.113191465459621&type=1&theater
Bueno y si pensaste que te librarías de mi tortura con el final de VL II pues te equivocas >xDD, aquí va mi parte favorita del capi *---*
Una sensación recorrió su garganta, su pecho, su estomago, sus intestinos se comprimieron espectacularmente. Había sido sorprendido como nunca, con aquellos pequeños labios sobre los suyos una vez más. Hiroto por supuesto que no los movía, por supuesto que no sabia lo que realmente era besar a alguien, pero con el simple hecho de un rose como aquello había provocado algo a los dos, algo tan maravilloso.
Ambos se separaron mientras el pequeño bajaba la mirada avergonzado, moviendo sus manos como nerviosismo. No sabia que era, pero esa sensación nuca la habida tenido cuando le daba un beso a su madre. Comenzó a jugar con sus dedos, completamente rojo de la vergüenza.
- Perdón es solo que… - apretó sus labios con fuerza abriéndolos y cerrándolos al no saber que mas decirle.
- Lo tomare como un juramento eterno… - Contesto Uruha con una gran sonrisa. Abrazando a Hiroto por la pequeña cintura. Ere enfermo, pero lo deseaba, necesitaba probar esos pequeños labios una vez mas pero a su manera, saborear de su saliva, juntarse con sus lenguas como un estúpido acto – Déjame probarte, déjame estar contigo por la eternidad, cuidar de ti, juro protegerte por siempre… - Uruha, una vez mas junto sus labios, delineando con su lengua los ajenos, sintiendo la tensión del otro tensión al no saber como actuar.
- ¿Uru…ha?
- Solo mueve tus labios como yo y bésame…
Y asi lo hizo, sus labios comenzaron a moverse aun teniendo los ojos bien abiertos mirando los parpados del otro, quería que Uruha le mirase cuando le daba ese beso, que le indicara con la mirada si lo estaba haciendo bien, pero a los segundos se perdió, sus ansias, esa sensación extraña que se apoderaba de todo su cuerpo le provoco cerrarlos, sentir como Uruha mordía sus labios con cariño. Se abrazó a su cuello subiéndose a sus piernas. Si asi se la pasaría la eternidad como el castaño lo mencionaba, besándole, abrazándole, no le importaba dejarse llevar aunque fuera algo totalmente riesgoso. Uruha le protegería y de eso, ahora, estaba más que seguro.
Sorry nee pero es algo inevitable xDD
Abrazitos y besos *3* ...hasta la próxima Mony!
MikuOff~