[Capitulo 04] DREAMS

Los días pasaban, y el pelinegro iba por lo menos tres veces a la semana no contando los domingos, que al ser su día de descanso, le gustaba estar por lo menos desde la tarde noche hasta que la calle se iluminara únicamente por las luces artificiales. Claro que estaba ahí por ver al castaño, y vaya que este inmediatamente salía a recibirle al saber la hora exacta en la que llegaría. Pero había días en que él tenía que estar solo comiendo o cenando después de salir del trabajo, pues el castaño tenía trabajo en su propio restaurant, justamente como hoy.

— ¿Quiere que le demos algo más de tomar? — El pelinegro negó despacio.

— ¿No está aquí verdad?

El mesero había negado rápidamente con tristeza pues el castaño había hecho esto ya por dos semanas seguidas. Aoi pensaba que tal vez su carácter, su cara, su ropa y presencia ya habían hostigado al castaño. Pensaba que tal vez hasta esa personalidad cerrada y tonta que no podía eliminar de si, había provocado que el otro ya no quisiera verle más. Tomo su cartera y sacando unos cuantos billetes los extendió a las manos del trabajado. Y aun con voz cabizbaja dijo:

— Puedes quedarte con el cambio, espero verte pronto.

El mesero nervioso quiso detenerle pero el otro no le escucho para nada, salió del establecimiento y camino despacio por la acera. El trabajador suspiro diciendo “estoy muerto, claro que lo estoy”, sintiendo como su piel se erizaba cuando la puerta se abría casi al minuto.

El castaño entraba mientras su respiración se entrecortaba haciendo señas, preguntando donde estaba el pelinegro. El mesero simplemente dijo un “lo siento” mostrando el dinero que había recibido y Uruha, justo como el otro lo había supuesto dijo “estas muerto” antes de salir rápidamente.

Aoi camino lentamente mientras el aire fresco provocaba revolotear sus cabellos. Seguía pensando que era lo que había hecho mal, si había sido tan torpe o si sus platicas eran demasiado aburridas. Para él era tan normal que la gente lo dejara inmediatamente o que le hicieran a un lado cuando se estuvieran divirtiendo, pero esta vez realmente le dolía.

— ¡Yuu…! — Aoi giro inmediatamente al escuchar aquella voz — Y-Yo, lo siento… — Uruha había parado justo frente al otro cuando se detuvo, su respiración estaba tan acelerada, tomaba aire para tranquilizarse — Yo… ¿Porque no me esperaste? — Aoi seguía sin habla — Le dije a Tomo, el mesero, que regresaría hoy, les dije que te dijeran que me encontraba fuera de la ciudad, pero tu salías antes de que lo explicaran… —

— ¿No estabas aburrido de mí? — fue lo único que pudo decir antes de sentirse tan avergonzado al darse cuanta lo que había dicho.

— ¿Qué? ¡No!

— Yo… ah, diablos.

— Yo, no pude decirte que saldría, fue tan repentinamente. — Hablaba demasiado rápido — Yo presentía que esto iba a pasar — hizo ademanes con las manos — Yo, no se sabía a donde avisarte porque nunca pedí el número de tu teléfono, sé que estoy siendo engreído pensando que tu vendrías cada día y me esperarías, pero ¡Ah! No sé qué estoy diciendo —

— Lo anotare por ti — Aoi suspiro tranquilamente extendiendo su mano, Uruha le miraba con extrañeza — Cuando no puedas llegar, únicamente márcame. —

Uruha sonrió espléndidamente mientras daba a Aoi su celular, este marco al suyo para poder guardarlo en ambos. Tal vez Aoi era demasiado inocente en creer todo aquello y no es que el castaño le estuviese mintiendo, solo era algo cómico el hecho de que le dieran demasiadas explicaciones y que tan rápidamente cediera a creerlas. Uruha propuso a que ambos caminaran un rato mientras seguía explicando a qué lugar había tenido que ir con suma rapidez. Aoi simplemente seguía su paso escuchando con atención todo aquello.

— Estaban remodelando, y quisiera mostrarte como quedo todo ¿Irías mañana conmigo? — Uruha pregunto con cautela desviando un poco la mirada — Si tienes trabajo puede ser o… —

— Encantado

— ¿T-Te llamo?

Aoi asintió despacio con una sonrisa mientras el castaño regresaba con la mano alzada despidiéndose. Realmente estaba sorprendido de sí mismo. Realmente estaba tan encantado de haber podido tener esa oportunidad de conocer esa parte del otro. Incluso estaba tan maravillado por las ropas tan casuales con las que Uruha había aparecido, le miraba tan guapo, aun tan perfecto.

Regreso a casa no sin antes mandar un pequeño mensaje.
“Mañana, podríamos hablar de algo importante”



[Capitulo 03] // [Capitulo 05]


[Capitulo 03] DREAMS



Uruha había entrado rápidamente a la cocina. Esta no era espaciosa, a decir verdad para el castaño era demasiado pequeña a comparación de la cocina de su restaurant. Tenía todo preparado desde ayer, bueno, por lo menos las recetas simples las había entregado al chef desde el día anterior y se había asegurado de que no faltara ningún ingrediente.

Llamo a uno de los meseros pidiendo que llevara un poco de agua fresca a la mesa donde se sentaría, y que fuera arreglando lo mejor posible el espacio con pequeños detalles.

— Kouyou, es solo una comida. — Dijo su chef — Si querías hacerme hacer algo tan llamativo hubieses esperado para la cena. —

— Por favor, incluso no sé cómo es que acepto… — negó rápidamente arreglando los platos mientras servía — Era imposible que le invitara a cenar. —

— ¿Estas nervioso?

— No lo estoy.

¿No lo estaba? Claro que sí, sus manos le delataban. Había dejado caer las cucharas por lo menos dos veces, había revisado que las limpias estuvieran relucientes. Diez minutos habían bastado para que regresara a la mesa no sin antes suspirar para tranquilizarse.

—Perdón por la tardanza — dejo los platos sobre la mesa tomando asiento — Quería prepara algo mejor pero no sabía si realmente vendrías. — sonrió apenado.

— Lo siento, pero incluso no sé cómo es que estoy aquí. — ambos rieron despacio.

— Comamos antes de que se enfrié. — El pelinegro sentía como la mirada del otro se clavaba con insistencia — Adelante. —

Aoi accedió rápidamente. Tal vez no se notara pero al no haber cenado el día anterior y simplemente haber probado siquiera un pan tostado por la mañana eran signos de que tenía un poco de hambre. Uruha seguía sus movimientos muy de cerca, estaba maravillado por los modales que el pelinegro tenía en la mesa. Comía despacio, sin ninguna prisa, tomaba la servilleta con demasiada cautela y de vez en cuando sus miradas chocaban para regalarse una sonrisa. El castaño estaba contento porque a pesar del silencio del otro no lo sentía para nada incómodo.

— La comida es demasiado buena.

— Me alegro que te guste. — Comento con felicidad — Estuve pensando que podía hacer para una comida como esta, yo, bueno… — comenzó a buscar palabras rápidamente dentro su cabeza para no incomodar al otro — Hace poco tenía pensado decirle a mi padre que la metiera en el menú, pero espere antes a dejarla en un momento especial — sonrió con nervio — No estoy tratando de decir que esto sea especial — negó rápidamente con la cabeza — ¡Bueno si pero…! —

Aoi noto que el otro empezaba a hiperventilar y eso le causo algo de gracia, entendía muy bien lo que decía el otro, por supuesto que lo entendía por todo el nerviosismo y la cara roja que tenía el castaño. No iba a negar que le había gustado que las cosas terminaran así.

— Muchas gracias — sonrió al notar la ahora confusión del otro — De verdad que la comida estuvo muy buena. — Aoi dejo de lado un poco los cubiertos — En realidad vivo solo y por el trabajo no puedo hacer un desayuno decente. ¿Podría venir de vez en cuando a desayunar aquí? Por supuesto, yo pagaría por mi comi… —

— ¡Claro que si!

Las mejillas de Uruha se había coloreado una vez más en un rosado ligero al darse cuenta que el otro reía por cómo había reaccionado. Pero en realidad estaba contento, pues si el pelinegro venia más seguido, estaba la posibilidad de hacerse más cercanos, y había posibilidad de conocerle mejor y poder ganárselo poco a poco.

Pero lo que Uruha no sabía, era que Aoi pensaba de la misma manera, pues este realmente tenia muchísimas ganas de conocerlo mucho mejor, demasiado, lograr que ambos llegara a un punto donde se les hiciera necesidad mirarse aunque fuera solo cinco segundos…






[Capitulo 02] DREAMS



Hoy únicamente tendría una junta de trabajo, que iniciaba tarde y acababa temprano. Había estado buscando la ropa desde el día anterior, y no había querido cenar porque el hambre había desaparecido, justo ahora mismo únicamente estaba tomando un vaso de jugo y un pan tostado con mermelada. Caminaba de la cocina a su recamara, ajustando una corbata y comiendo un pedazo de pan.

Estaba nervioso, ¡por supuesto que lo estaba! Quería verse bien y por lo menos impresionar a la otra persona causante del porque estaba frente a un espejo revisando que la camisa blanca no tuviese ninguna arruga y que sus zapatos estuvieran perfectamente limpios. Tomo su cartera, las llaves y de un solo trago termino con el jugo saliendo rápidamente hacia su coche.

— Aún es temprano — se dijo a sí mismo — Puedo caminar, pero debo llegar presentable, maldición —

Por supuesto, no caminaría hasta la empresa llevando un traje perfectamente reluciente. Entro a su carro y se dispuso a ir inmediatamente.

Al bajar del vehículo después de estacionarlo, noto que le esperaban fuera, así que con un chasquido bajo, saludo y comenzó a caminar sin siquiera poner atención a todas las personas que pasaban a su lado e incluso ignoraba las reverencias que hacían los trabajadores.

— Entonces señores, una vez firmado los papeles quedara todo completamente arreglado, únicamente es necesario que la próxima semana estén nuevamente aquí para poder comenzar con el proyecto. — el hombre junto él, le dio una carpeta que al ser firmada, rápidamente se puso de pie y acomodo su saco. — Es todo, con su permiso. —

Deja la sala con un suspiro.

— Señor Shiroyama hoy tiene una cita con el jefe de…

— Cancela todas las citas de hoy, agéndalas para mañana. — interrumpió. —Tengo un asunto personal así que me retiro, tienes mi número. —

Aoi comenzó a caminar dejando a su secretario quien rápidamente al abrir su agenda comenzó con sus llamadas, sonrió. Estaba tan nervioso cuando llegaba al estacionamiento, cuando manejaba despacio por las calles o cuando aparco el coche cerca del lugar donde iba a ver al castaño. Antes de bajar suspiro por última vez, se quitó el saco, la corbata y desabotono un poco su camisa.

Al entrar al lugar las miradas automáticamente se posaron sobre su cuerpo, pero no le importo. Camino despacio hasta encontrar un lugar vacío al fondo y tomo asiento. No tardo tanto para cuando una chica se acercó a tomar su orden.

— B-Buenas tardes… — dijo ella — ¿P-Puedo tomar su orden? —

— A decir verdad, yo…

— Mizaki, es mi invitado, yo le atiendo. —

Aoi trago saliva al escuchar la voz que de un momento a otro había aparecido. La chica asintió rápidamente dando una reverencia rápida retirándose del lugar. El castaño se sentó frente al otro provocando que este se hiciera un poco hacia atrás. Sonrió al notar eso, pues podía ver que estaba nervioso, y a decir verdad le agradaba que una persona se pusiera de esa manera por su presencia. Pero para él era algo extraño que una persona con mirada intimidante como la del pelinegro tuviera ese lado tan lindo.

— Realmente pensé que no vendría — dijo el castaño — Soy demasiado descortés, le he estado mirando e incluso estamos hablando y no sé cómo debería llamarlo. —

— Ah, bueno… — Aoi tosió un poco tomando fuerzas para tranquilizarse, pues el castaño estaba con una sonrisa resplandeciente — Yuu, Shiroyama Yuu — y por instinto extendió su mano recibiendo la del otro — ¿Eres? —

— Oh si. — rio un poco — Takashima Kouyou, es un placer poder hablar con usted —

— Aoi…

— ¿Hum?

— Llámame Aoi, nadie me habla por mi nombre más que en mi trabajo — Kouyou asintió despacio sin despegarle la mirada — Quita los honoríficos y háblame de tu. —
—  Esta muy bien. En ese caso dime Uruha, así estaremos igual.

Aoi sonrió observando como el castaño se levantaba de la mesa lentamente diciéndole que le permitiera invitarle la comida sin mostrarle el menú. Y a pesar de que nunca aceptaba eso, accedió. Uruha salió disparado a la cocina regresando tan solo diez minutos después no sin antes mandar a alguien con una bebida para que no se impacientara. Aoi se sorprendió un poco al ver como el otro regresaba con dos platos y como alguien más le seguía por detrás con un poco más de comida.

— ¿Me acompañarías a comer? — dijo el castaño.

— Por supuesto.




[Drabbles] DREAMS

Autor: Mony-san
Clasificación: 16+
Pareja: Aoi x Uruha
Grupo: the GazettE
Géneros: Romance, Comedia
Avisos: No
Capítulos: 07+ Drabbles
Terminado: No
Fecha de publicación: 27.06.2017 // 0x.08.2017

Resumen:
Sentía que le conocía, que había hablado desde hacia mucho tiempo. Pero recién iban conociéndose. ¿Como debería comenzar a frecuentarle? y ¿Como el otro podía comenzar a hablarle? Para el era como esa persona salida de su sueño, pues todos los días que le veía caminar por la acera, sentía que era como un dejavu...

Lista de Capítulos
Capitulo 05
Capitulo 06
Capitulo 07
...





[Capitulo 01] DREAMS



Se encontraba fuera de su casa fumando ese cigarrillo diario antes de ir a trabajar. El sol estaba en pleno trabajo, pues sentía que su piel se calentaba poco a poco bajo aquella camisa de manga larga. Se preguntaba a si mismo porque era que si teniendo un coche prefería caminar. Sabía perfectamente no que no era el ejercicio, o que fuera de esas personas positivas que creían caminar ayudaba a que su carro no contaminara el poco oxigeno limpio que mantenía Japón.

La respuesta a todo se cruzó frente a sus ojos a la misma hora que ayer o antier. Su cabellera castaña, sus piernas largas y la piel pálida. No podía describir su mirada pues unas gafas de sol estorbaban en ese bello rostro.

Como siempre, ambos sonrieron el uno para el otro.

Aoi se sentía maravillado únicamente con ese pequeño gesto, pues sabía que nunca se atrevería a preguntar su nombre, hacerle platica o invitarle un café. Su cabeza trabajaba rápidamente ordenándole que caminara lo antes posible y saliera de ahí, mas sin en cambio se quedó estático.

— Buenos días.

— B-Buenos días…

¡Por favor! Un hombre que ya había pasado sus treinta, ¿se comportaba de esa manera? Giro poco a poco para verle provocando que sus ojos se abrieran un poco al igual que sus labios. Era la cercanía perfecta, Aoi por fin había visto al castaño a menos de un metro de distancia. Su sonrisa era hermosa, su cabello tan lacio, sus ojos café claro brillando con intensidad.

— Hacia tiempo que me di cuenta que pasa por aquí todos los días. — dijo, más sin en cambio, el pelinegro no podía responder. — Supongo que estoy quitándole su tiempo —

— ¡N-No! — Negó rápidamente — Digo, aún tengo tiempo… —

— Ah…

— Bueno, ¿Cómo decirlo? — Desvió la mirada — También siempre veo que estas cerca de aquí. —

— Trabajo aquí en frente — señalo mientras verificara que el otro viera hacia donde apuntaba con el dedo — Tal vez, no se — aclaro su garganta — Puede que un día pasara y probara algo de nuestra tienda —

— Mañana salgo temprano y puede que…

— Entonces lo esperare mañana.

Aoi sonrió agachando la cabeza. Pues el otro con una sonrisa había cruzado la calle rápidamente sin esperar una respuesta, pues prácticamente él mismo lo había dado por hecho. Cerró un poco sus ojos mientras caminaba despacio ya que su corazón bombeaba cada vez más rápido y su nerviosismo aumentaba a cada segundo. Sonrió al recordar la sonrisa del otro, se palmeo las mejillas porque sentía que en cualquier momento gritaría.

Nunca se imaginó que él le hablaría o que le invitara a pasar por su trabajo al día siguiente aun sin conocerle. ¡Pero que más daba! Así que siguió caminado rápidamente porque era tarde, se fue pensando cómo mañana llegaría y hablaría gracias a su timidez, o como por lo menos le pediría su nombre, porque aún no lo sabía…


[ X X ] // [Capitulo 02]


[OneShot] Café para dos

Titulo: Café para dos
Pareja: Kai x Nao
Grupos: the GazettE & A9

Autor: *Mony-san*
Géneros: Romántico.
Advertencias: AU (Universo Alterno)
Clasificación:+13
Capítulos: One-shot + 4 capitulos
Terminado: Si
Fecha de comienzo (OneShot): 27/10/2011

Fecha de comienzo (FanFic): xx/12/2016
Disclaimer: Ninguno de los personajes, me pertenecen.

Resumen:

Enamorarse de una manera tan particular es algo que no se ve todos los días... 
porque el amor podría llegar en un simple café acompañado de un exquisito postre.

"Porque un buen postre no es solamente un beso de despedida"

LISTA DE CAPÍTULOS
ONESHOT

CAPITULO 01
CAPITULO 02
CAPITULO 03
CAPITULO 04

-EN PROCESO-



Café para dos (Capitulo 0)


-CAFÉ PARA DOS-
OneShot

Los recuerdos que pudiese tener después de una noche como aquella era maravilloso, recordar los bellos momentos después de hacer el amor con el hombre de tu vida lo es aún mejor ¿Acaso se podía pedir algo más? No… la verdad es que no era necesario…

— ¿Recuerdas… el día en que nos conocimos?

— Lo recuerdo.

— Amor… ¿recuerdas la primera invitación?

— Por supuesto.


Encuentro inevitable 
Era una noche fría, una de las tantas y a la vez tan pocas que se pudieran apreciar. Era inevitable el no poder caminar por la acera de la pequeña ciudad, con solo la compañía de un abrigo y una bufanda. La tarde tornándose oscura, dando la bienvenida a la noche. Al pasar los minutos el frió aumentaba y la nieve comenzaba a decorar parte de la calle, así como los árboles y jardines de las grandes casas. Porque no mencionar que tenía una expresión algo tonta, pues a pesar de no disfrutar mucho de esa estación, este día le era algo sensacional.  Pero, el fresco comenzaba a penetrar el grande abrigo negro llegando a los huesos.

Oculto un poco más su rostro con la bufanda y siguió caminando.

Diviso un café, y pensó: ¿Porque no disfrutar de uno en este tiempo? Se adentró al lugar. A pesar de deambular todos los días por la misma calle nunca había girado a observar, así que quedó impresionado. Al entrar, una linda chica con un muy bien portado uniforme le recibió. Observo todo con lentitud, era un establecimiento grande, elegante, los olores eran exquisitos y el trato era de los mejores.

— Bienvenido. Desea que le muestre la carta.

— Si, muchas gracias.

La chica hizo una pequeña reverencia entregándole, incluso quedo un poco asombrado por los nombres de cada postre que había en ella y por igual de cada bebida. Con una leve seña a la carta ordeno su café limitándose a esperar su llegada.

— Aquí tiene.

— Gracias…

— Que disfrute de su estancia.

La chica volvió a perderse por una de las mesas más adelante, sonriendo de una manera sin igual a uno de los clientes. Era un joven que a pesar de estar de espaldas podía hacer notar su cabello negro, algo ondulado. Sonrió un poco no tomando importancia, pues pensando que la mesera estaría coqueteando con él.

Siguió poniendo atención por un rato, pues ciertamente no había nada más que hacer. Verles charlar era lo único que le sacaba unas pequeñas sonrisas, tal vez sería metiche, pero era increíble que alguien tomara tal confianza con sus clientes. Unos segundos más tarde, sin darse cuenta, su mirada cruzo con la del joven. La mesera giro su mirada rápidamente notándolo.

Aquellos ojos negros no le dejaron de mirar por un rato aun cuando con vergüenza él se había girado a mirar hacia otro lado, sentía incluso que apuñalaban su espalda. Noto aquellas facciones en su rostro que serían difíciles de sacar de su mente. Trato de no tomar importancia.

Diez minutos después de aun seguir saboreando el café, la mesera llego.

— Aquí tiene — sonrió — Es un Soufflé ángel, es dulce pero su sabor es muy bueno. —

—No disculpa, yo no lo ordene. — contesto confuso.

— Lo sé, es cortesía de la casa. — la chica volvió a sonreír y con sus ojos señalo la mesa ya conocida. El joven, ahora le daba la espalda. — Con su permiso. —

— Gracias… supongo.

Observo ese ligero decorado de chocolate en aquel plato cuadrado, con algo de miedo corto un trozo del postre llevándose el tenedor a la boca, a pesar de ser algo seco, el sabor era bastante bueno. Termino sus aperitivos y llamo una vez más a la mesera, pidiendo la cuenta, la chica aun lo miraba con una sonrisa amable. Decidido trato de pagar la cuenta completa pero lo del postre no fue aceptado.

— Esperamos su regreso una vez más.

Sonrió ante aquella sonrisa dada, haciendo una reverencia para salir del lugar, acomodando su largo flequillo a causa de la inesperada ventisca, cruzando una vez más su mirada tras los cristales de la ventana con aquellos ojos negro, recibiendo una sonrisa que provoco un escalofrió y un leve rubor en sus mejillas.


Parfait con sabor a licor…
Días para navidad, una semana exactamente. Era una de las noches en las cuales puedes pasarlas con la familia, sin embargo, no para todos es lo mismo, a veces la soledad es la mejor convivencia y compañía. Para él se había vuelto rutina ir cada viernes a ese preciso lugar y tomar alguno de los tantos cafés que preparaban, pero seguía recibiendo algún complemento dulce. No quería que pensaran que simplemente iba por el “obsequio” porque siempre trataba de pagar completamente la cuenta aun así cualquier empleado terminaba rogando a que los aceptara, siempre con el mismo pretexto sin saber por qué lo hacían.

— Buenas noches. — Sonrió asomándose un poco hacia afuera del lugar — Adelante. —

— Gracias.

— ¿Le ofrezco lo de siempre?

— No, esta vez el café con un poco de Cointreau. — sonrió deshaciéndose de su abrigo, tomo asiento en el mismo lugar de siempre y espero.

— ¿Azúcar o nata?

— Ambas, con un poco de canela. — El castaño entrelazo sus dedos observando como tomaba nota.

— Perdón mi impertinencia, pero sus gustos cambiaron un poco, como decirlo…— la chica pensó por un momento — siento que ha aprendido a tomarlo desde que viene por aquí. —

— Tal vez… — sonrió desviando su mirada hacia la calle, escuchando un enseguida traigo su orden y un ligero zapateo.

Suspiro pesadamente, la chica tenía razón y aunque no quisiera reconocerlo era la verdad, había tomado una especie de costumbre al lugar y de gusto a las bebidas calientes. En casa había tratado de preparar uno y por supuesto que el sabor no había sido el mismo, era tan sencillo que parecía un café instantáneo o de maquina despachadora. Claro estaba que no solo iba al lugar por eso. La presencia de dicha persona le provocaba cosas que locamente su mente le mostraba. Nunca había cruzado palabra, el único avance habían sido las sonrisas que por cortesía ambos se regalaban.

Disfruto de la crema sobre su café, negando con una sonrisa cuando un mesero llegaba con un plato pequeño y encima una delicada copa ancha. Pudo notar un poco de hielo en el fondo y encima crema con decorados en chocolate, sorprendido se hizo una pregunta; ¿Porque en esa estación del año, tenía que probar hielo? Sin embargo la acepto. Hizo a un lado el café y tomo entre sus manos el postre dándose cuenta que justo debajo de ella se encontraba una pequeña nota. Comenzó a leer mientras disfrutaba de su presente.

Dicen que el Parfait es delicioso y que a pesar de ser frió, la consistencia no sabe cómo tal. Un festín francés que en San Valentín sería un excelente regalo y más cuando hay una pizca de licor, dejándote el sabor a un ligero beso…

¿Qué diablos era esto? ¿Un ligero beso? A quien se le ocurría escribir tal cosa. No pudo notar el sonrojo que tenía mientras leía, aumentando cuando el pelinegro pasaba a su lado con una bella sonrisa dejando al descubierto un hoyuelo en su mejilla.


El dulce pecado…
Navidad había gratamente era en viernes, día en que como de costumbre iba a aquel lujoso lugar. Sentía la necesidad de algo dulce en su boca. No le importaba mucho que por estar fuera, se perdiera de las llamadas telefónicas de sus padres para felicitarle, era especial, sí, pero a él no le importaba festejarlo.

Salió de casa y camino despacio por las calle. Pero una vez llegar a su destino pensó en si entrar o no, era día festivo y se imaginó que cerrarían temprano o que no habría mucha gente y solo estaría rodeado de meseros, mas sin en cambio con un suspiro se resignó a entrar. Al hacerlo sintió aquella calidez y aquel aroma fuerte y dulce a la vez, lleno sus pulmones, inundándolos mientras una sonrisa boba se dibujaba en sus labios. La mesera corrió rápidamente a darle la bienvenida acompañándole a su mesa. Se sentó en un lugar que más por querer había sido porque prácticamente la chica lo había arrastrado. Tomó asiento.

— ¿Algo en especial? — pronuncio la mesera con esa ya sabida sonrisa.

— Si, este un…

Se quedó completamente callado, observaba en cámara lenta como un hombre alto, y cabello negro se sentaba justamente frente a él. Se quedó callado, no pudo articular palabra ante la distancia que ahora había en ellos. Observo como cruzaba su pierna mientras que colocaba un bastón junto a su silla. Pestañeo un poco con la ceja enmarcada, ¿porque justamente él, se sentaba en su mesa? Se sintió presionado a mirarle cuando el otro le observó con profundidad.

— Trae el nuevo — dijo, aquella voz era grave, pero delicada, tan fina que le provoco tragar saliva.

— P-Pero Joven Yutaka, aun…

— Sakí chan. — Elevo un poco la voz — Por favor. — la chica asintió y casi corriendo se fue del lugar dejándolos completamente solos — No importa que me siente contigo, ¿verdad? —

— Supongo que no… — respondió despacio desviando su mirada.

— He notado tu presencia muy seguido últimamente. — comenzó con una plática ligera.

— Si, bueno… — no supo que contestar, sentía nervios, pues la seguridad que siempre solía tener, ahora mismo estaba desapareciendo.

— No quiero sonar atrevido, pero me podrías decir tu nombre.

— Murai… Murai Naoyuki.

— Uke Yutaka, es un verdadero placer.

Naoyuki noto que aquel hombre era educado, se sintió de una manera estúpida cuando ambos estrechaban su mano. Pensó que por la manera de vestir en el otro ahora se encontraba hablando con una persona tal vez adinerada. No quería mirarlo pero aun así seguía sintiendo clavada la del otro sobre su cuerpo, giraba su rostro hacia distintos lados que no fueran el frente, movía los pies de una manera nerviosa haciendo sonreír a Yutaka.

— Aquí tienen. — La chica tenía la intención de poner el plato primeramente delante del pelinegro. Pero este señalo al frente, la chica comprendió y le extendió el plato primeramente al castaño — Con su permiso. —

— Vaya, este no lo había visto… — Pronuncio Naoyuki con algo de sorpresa.

— Efectivamente, sale a la venta mañana.

— Entiendo… — pronuncio despacio — Pero… ¿Cómo es que sabe eso? —

— Soy el dueño, además me encargo de toda la elaboración.

Naoyuki le miro directamente por primera vez. Vaya sorpresa, no entendía como era posible que un hombre como él fuera precisamente el jefe, bueno, eso era comprensible sabiéndolo y observándolo, ¿pero él era quien elaboraba todo aquello? ¿Cafés, postres y demás? Para Yutaka si fuera posible rompería en risas, el rostro de Nao era de total confusión.

— Y bien, me podrías decir que te parece… — Kai seguía con la misma posición observando al castaño, señalando con su otra mano el plato justo frente a él. Observo con calma como Naoyuki cortaba un poco de ese pastelito en forma de corazón sonriendo después por la sonrisa hermosa que le daba el castaño — ¿Y bien? —

— Delicioso… ¿Cuál es su nombre?

— Sweet Sin.

— Ah~ — no pudo decir nada más, siguió saboreando de ese postre llamado “Sweet Sin” sintiendo el dulce sabor diluirse en su boca. — ¿Puedo hacerle una pregunta? —

— No, por supuesto que no estoy saliendo con nadie. — Dijo con una risita al ver la incomodidad del otro — Era una broma, puedes preguntar cualquier cosa —

— ¿Por qué… los postres?

— Siempre he pensado que el verdadero éxito de una comida se encuentra en el postre. — Respondió — Finalmente es el último recuerdo que le queda al comensal. Muchas veces una mala comida es compensada con un buen postre o, si uno tiene una de esas cenas que cree que nunca olvidará y llega un postre exageradamente dulce o insípido, estoy seguro que este será el único recuerdo que quedara. El postre es el beso de despedida y tiene que ser como en las películas, hacerte vibrar de la emoción cucharada tras cucharada. —

— ¿E-Eh?

— Vaya, soy de las personas que no quedan satisfechas si no comen postre, siempre necesito un beso de despedida, ¿Y qué es para mí un be…? O mejor dicho ¿Un buen postre? Primero que todo debe seducir en la primera probada y dejar la sensación de desear más, no parar hasta acabar, pero jamás debe hostigar. — Sonrió un poco — ¿Me explique bien? — Una sonrisita se escapó de sus labios.

Después de esa explicación Nao y Yutaka se quedaron en silencio, mirando en segundos al otro, Yutaka no podía dejar de mirarle y Naoyuki no se quedaba atrás, justo cuando se dieron cuenta, una simple taza de café se transformaron en tres más. El reloj marcaba ya más de las doce y la noche buena había comenzado. Ellos no dejaron su plática que curiosamente, había finalizado en la espera a probar un nuevo postre.


Beso con sabor a chocolate…
Otro viernes, último día del año. Yutaka había prometido enseñar a Nao a realizar uno de los tantos postres que le habían gustado, estaba entusiasmado y no precisamente por aprender a preparar el dulce, sino por ver a aquel dueño del lugar. Curiosamente llego una hora antes de lo acordado, siendo igual de recibido pero esta vez no acompañado a una mesa, sino llevado directamente a la cocina. Sus ojos se abrieron expectantes, nunca en su vida había visto ese tipo de cocinas, tan amplia, con bastante utilería, tan reluciente.

Su vista después de segundos se perdió en aquel hombre que con un mandil probaba cada dulce líquido para decorar. Yutaka desvió su mirada y con una sonrisa llamo a su ahora acompañante a que se acercara, siendo obedecido rápidamente. Le tendió un mandil limpio y espero a que se lo colocara. Observando cómo se arremangaba la camisa y sonreía en señal de estar listo.

— Nao, te enseñare a hacer un Chiacchiere.

— ¿Chi-ac- qué? Espere ¿Me llamó Nao?

— Chi-ac-chi-e-re… — deletreo — Y si, Nao suena bien. Así que por favor, no me hables tan formalmente — sonrió mientras el otro asentía — para entenderlo mejor, el Chiacchiere es una especie de Frappe esponjado.

— Bien. — respondió sonriente.

Yutaka sonrió acomodando todos los ingredientes en una mesa, posicionándose detrás de Naoyuki mientras tomaba sus manos. El pelicastaño sorprendido hecho un pequeño brinco, más que escuchar sentido como el repostero susurra a su oído que se tranquilizara.

— Tranquilo, te ayudare a amasar.

— E-Está bien… — La respiración del otro sobre su oído provoco que cerrara los ojos.

El castaño se dejó llevar, entrelazaba sus manos con las de Yutaka por sobre la harina, su espalda se pegaba cada vez más a su pecho, prácticamente el pelinegro repartía besos por sobre su cabello. Yutaka soltó lentamente una de sus manos y tomando un poco de Chocolate líquido lo vertió sobre la harina, enseguida volviendo a lo su labor, tomando la mano del otro.

Esto estaba mal, Naoyuki pensaba que lo que estaba haciendo y sintiendo estaba mal, que iban demasiado rápido. Su cabeza le decía que era momento de alejarse pero sus piernas no se movían, alcanzó a separarse girando su cuerpo pero lo único que logro fue quedar acorralado entre la mesa y los brazos del otro. Sus ojos se perdieron en la brillante mirada del otro. Y sin poder moverse una vez más, solo miro como el pelinegro llevaba un dedo a su boca, chupándolo, saboreando ese chocolate que se encontraba aun en sus manos.

Él ya no podía aguantar más. Yutaka guardaba con mucho desde que lo vio entrar a su cafetería. Por supuesto que le había gustado desde el momento en que lo vio y sorprendentemente comenzó a sentir algo la primera vez que platico, dándose cuenta que tenían muchas cosas en común. Ese había sido el día en que se prometió no recibiría un “no” por respuesta, insistiría hasta que el otro le aceptara sin importar el tiempo que durara.

— Nao, discúlpame por lo que hare… — su cercanía permitía que ambos sintieran la respiración del otro —  pero es que me gustas tanto. — Nao abrió la boca tratando de articular palabra, mas sin en cambio, el asombro era demasiado.

— Yu-Yuta…

Las manos del repostero se posicionaron en las caderas del otro, juntando sus labios de una manera suave. Ambos saborearon el chocolate entre sus labios, Yutaka abrió sus ojos con sorpresa cuando Nao con seguridad se abrazaba a su cuello, cuando era prácticamente jalado para poder profundizar el beso. Juntando y enredando su lengua con la otra mientras con la su ayuda subía arriba de la mesa, no importando la harina, no importando si la ropa se ensuciaba o si alguien entraba.

Solo querían disfrutar el momento con su acompañante de miradas, deseaban que todos esos viernes se convirtieran en visitas diarias, que desde ahora fueran parte de la vida del otro.

— Me gustas tanto… — susurro, siendo correspondido con un beso que robo su aliento.

— Y pensé que nunca lo dirías…


Café para dos…

¿Cuánto tiempo había pasado ya desde que se conocieron? Eso no le importaba a ninguno de los dos. Era una de las tantas veces que amanecía entre sus brazos, el frio del invierno penetraba su piel, esa sensación le hizo recordad parte del pasado, cuando se conocieron y cruzaron una sola mirada. Acaricio el rostro del pelinegro ansiando por que despertara. Kai, como ahora le decía Nao, abrió los ojos lentamente abrazándole, pegando su cuerpo desnudo al suyo, besando la curvatura de su cuello arrancándole leves suspiros. Era tan delicioso despertar de esa manera.

— Vayamos al café. — Susurro — Hoy tengo que preparar algo nuevo. —

— ¿Estás seguro? Aún es temprano y hace mucho frio.

— Estoy bastante inspirado para hacer decoraciones.

Nao hizo unos pucheros adorables mientras se levantaba colgado del cuerpo del otro, repartiendo besos en su rostro. Convencerlo a quedarse un poco más en la cama era difícil, pues el pelinegro rara vez accedía a ese tipo de pedimentos cuando la inspiración llegaba. Se vio arrastrado hasta el baño para así meterse juntos a la tina.

………………………………………………

— ¿Recuerdas nuestro primer beso?

— Lo recuerdo Nao… — dijo, abriendo la puerta.

— Buenos días Joven Yutaka, Joven Naoyuki. — la chica sonrió al verlos entrar tomados de la mano.

— Buenos días Sakí chan. — respondió el pelinegro.

— ¿Esta mañana desean algo o irán directamente a la cocina?

La chica camino detrás de ellos observando como ambos se miraban con los mismos ojos de siempre, con aquel brillo tan especial que solo ellos podían hacer notar. Sin soltarse de la mano, tomaron asiento uno junto al otro en la misma mesa de siempre, en aquella mesa donde tuvieron su primera conversación hace más de cinco años.

Kai miro sonriente a su pareja, jalándolo más, abrazándolo por la cintura, observando como el establecimiento se llenaba a cada minuto, como sus meseros caminaban de una manera apurada. Giro a mirar la ventana. La nieve una vez más cubría parte de la acera de la calle y las orillas de los ventanales se decoraban con una escarcha fascinante.

— Amor… — dijo Nao sacándolo de sus pensamientos.

— Joven Yutaka ¿Desea algún postre?

— Oh… Sweet sin, y Café para dos.

Nao sonrió asintiendo, recibiendo el efusivo beso que su pareja le regalaba. Ambos rieron bajo ante aquel “te amo” que susurraban por igual, para después disfrutar de un exquisito, café para dos… 

~ F I N ~




Nota: Fotografías de los postres
Soufflé ángel, Cafe en crema de Cointreau , Parfait al licor, ChiacchiereSweet  sin (Dulcepecado)




[Fan Fic] Eien no ai

Titulo: Eien no ai
Parejas: AoixUruha ~ ToraxSaga ~ ReitaxRuki ~ ShouxHiroto ~ KaixNao ~ GacktxHyde
Otros: Girugamesh, Miko (Exist Trace), Dir en Grey
Autor: *Mony-san*
Clasificación: +18
Genero: Romance, Comedia, Drama.
Advertencias: AU, Vampirismo, Lemon, Incesto.
Capítulos: ~En proceso~
Terminado: No
Fecha de publicación: 05/11/2016 - 00/00/201x

NOTA: Este fic es una versión extendida y corregida de la original.

Resumen:
¿ Estarías dispuesto a ayudar a tu padre, por la persona mas importante para él?
¿Te enamorarías de esa persona sabiendo que es tu hermano?.
.......................................
Una familia de cinco vampiros tendrán que proteger a la persona mas importante para su padre y para ellos mismo al mismo tiempo proteger a aquel chico que ahora se a convertido en su vida,
incluso sabiendo que estarán en peligro ellos harán lo que sea para protegerlos aun si con eso su vida corriera peligro...

Lista de capítulos
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
+


Opportunity - Capitulo 2

Cuarto encuentro

La tarde se tornaba de lo más aburrida. Todos estaban dispersos a su respectivo trabajo,  no había un poco de tiempo para conversar como amigos. Todo era relacionado a la banda, entrevistas, nuevas canciones, sonidos, programas de radio, instrumentos, diseños de ropa, cambios de imagen. A decir verdad, ellos mismos se habían dado a la tarea de hacer todo esto para tener un poco de distracción y olvidar los asuntos personales. En cuanto a ellos, su trato era idéntico a como antes, laboral, claro estaba. Y esto era algo que ninguno de los dos soportaba.

El vocalista les observaba con atención sin que los otros lo notaran, y es que llevaban así dos semanas desde que el guitarrista había regresado de su “recuperación”. Le observaba ido, con unos suspiros repetidos a cada minuto e incluso había olvidado cuidar un poco su aspecto cosa que no era algo normal. Y qué decir del castaño bajista. Este estaba igual de deprimido o peor que la primera vez.

¿Qué había pasado con ambos? ¿Cómo era que hasta con su humor podían coincidir de esta manera? Suspirando con cansancio dio por finalizada repentinamente la sesión del día, pidiendo a todos que fueran a descansar lo antes posible.

- Amano, quédate por favor – pidió el vocal – tenemos que acordar unos puntos de la banda. –

Shou observo como era que el bajista se tensaba, y como sin ninguna discusión salía de la sala despidiéndose únicamente con la mano. Este había estado buscando una oportunidad desde hace días para poder hablar y solucionarlo de una vez por todas. No aguantaba la indiferencia, y es que estaba tan acostumbrado a él que todo le parecía el fin del mundo. Se mantuvo un momento fuera en silencio.

- ¿Tienes un cigarro? Deje mi cajetilla en casa.

- Shinji, ¿Qué pasa contigo? – la pregunta descoloco al más alto. Sabía muy bien que sus expresiones hablaban por si solas, pero el que Shou estuviese tan preocupado, con su mano sobre sus hombros abrazándole, decía que tal vez sin darse cuenta, estaba más que deprimido. – No están bien ¿verdad? Saga ha estado mal ulti…-

- ¿Hablaremos de trabajo o de mi vida privada? – interrumpió.

- Si quiero hablarlo es porque ambos me preocupan. Eres mi amigo, vaya, los dos son como mis hermanos. Saga necesita hablarlo contigo, deben solucionar esto. Él no está bien.

- Lo que pase con él, no me importa.

- ¿Te das cuenta cómo es que estás hablando? Tú, que siempre te desviviste por ese estúpido, ¿cómo para qué de buenas a primeras vengas y casi digas que lo odias?

Tora se quedó callado por un momento. Razonándolo mejor, se dio cuenta que las interrogantes de Shou estaban equivocadas o por lo menos lo último era imposible que lo hiciera. No podía salir corriendo y decirles a todos que la persona que lo tenía vuelto loco hacia tan solo unas semanas ya no le interesaba, o que ya no sentía nada, porque sería mentirles. Pero si quería que eso pasara por el bien de ambos, tenía que comenzar a hacerlo poco a poco así se tardara años.

- No es que lo odie. – Suspiro despacio – simplemente no lo mismo que antes – Shou le observo con atención sin decir una palabra, sabía que si ahora hablaba terminaría por molestar más al otro y se largaría así sin más. – El me importa aun. –

- Siento que eso es una mentira. – Tora le miro confuso – Si él te importara, por más que el mismo Saga te pidiera que no lo hicieras, lo harías. Puedo asegurarte que él está igual o peor de loco por ti, pero si tú mismo no pides explicaciones, no sabrás nada de sus sentimientos. –

- No quiero saberlo…

- Por supuesto que si quieres.

Tora chasqueo los dientes despeinando su cabello.

Saga se sentía tan mal por escuchar todo fuera de la sala. Su cabeza estaba hacia abajo, con la mirada fija al piso. Sabía que todo esto era su culpa pero todo lo demás le hacía ver ese rayo de luz al fondo del túnel. Sabía que a pesar de que Tora le ignoraba, no podía dejar de mirarle o incluso sabía que le ponía aun tan nervioso el simple hecho de acercarse de espaldas. Como el silencio reino una vez más el lugar prefirió salir de ahí antes de que lo pillaran espiando. Ya sabría que hacer después para poder hablar con el pelinegro.


Quinto encuentro

Si todo se resolviera con un simple “lo siento” ya hubiese perdonado no está, si no, miles de cosas que muchas personas han hecho mal. Pero, ¿Cómo era posible que con solo escuchar una disculpa salir de sus labios me obligara a casi girar por completo y correr hacia el aceptándolas e inmediatamente abrazarle?…

El bajista había encontrado el momento adecuado para salir disparado de su casa y correr hacia casi el otro lado de la ciudad. Había recibido una llamada extraña. Le había preocupado en cierto modo, pero también alegrado por la ayuda que estaba recibiendo. Había estado a punto de ir a dormir cuando su celular sonó, y al contestar inmediatamente escuchado la dirección del lugar finalizando con un “Shinji no puede caminar muy bien”.

- Rápido, rápido…

Manejaba rápidamente mientras mordía sus uñas. Los semáforos parecían que estaban en su contra pues el estar en rojo le hacían sentirse detenido por horas. Su sonrisa se había borrado, pues a este paso no llegaría rápidamente al lugar, que por cierto, como pensaba era un bar, uno muy conocido. Bajando de su coche por lo menos dos cuadras después ya que estaba completamente llena la calle de carros estacionados. Rápidamente camino dentro buscando con su mirada.

Suspiro con decepción al ver la escena casi frente a él. ¿Quién era la persona sentada a su lado? ¿Por qué se le acercaba con tanta confianza? Pero más importante, ¿Por qué el guitarrista no le apartaba cuando sus manos le tocaban su rostro?

Tora estaba ido, no sabía que pasaba a su alrededor, solo recordaba que alguien había llegado y había invitado una copa a él y a su acompañante –el cual ya no estaba- y se había sentado con ambos. No disfrutada todo esto, a decir verdad, el contacto que estaba experimentando no le agradaba en lo absoluto, pero tampoco sabía cómo apartarle.

- ¿Te han dicho que eres muy guapo? – Tora sintió escalofríos cuando aquellas palabras las susurraban en su oído.

- Yo podría decírselo todos los días.

Tora se quedó pasmado al ver cómo es que Saga llegaba y alejaba la mano de su acompañante y como con lentitud le levantaba del brazo pidiendo que se fuera. Saga, sin saber si eran celos o rabia, había casi empujado a la persona posicionándose junto al guitarrista, sin hablarle o mirarle siquiera.

- Vamos, te llevare a casa.

- Puedo irme solo.

Saga agacho su mirada guardando silencio. ¿Qué podía hacer? Tora seguía igual de cortante y todo esto no le ayudaba para nada. Suspiro despacio sin hacer ademanes y lentamente se levantó para marcharse. El guitarrista miro horrorizado como Saga no insistía mientras que dispuesto a irse se alejaba de su lado. Por inercia le detuvo tomándole de la mano.

El simple tacto provoco que sintiera tantas cosas en su interior. Sus miradas se habían conectado y sus labios no dejaban escapar ningún sonido. Querían hablar, decirse algo pero tal vez los nervios de ambos les traicionaban. Tora se levantó de su asiento cayendo sobre el inmediatamente.

- ¿E-Estas bien?...

- Por supuesto que no lo estoy.

Si algo amaba el guitarrista del otro, era su generosidad. Sin siquiera haberlo pedido, el bajista se encontraba ayudándole para que se pusiera de pie con más facilidad, pidiéndole que rodeara su cuello con su brazo para poder ayudarle a caminar. ¿Qué era todo esto? ¿Cómo su corazón podía latir tan rápido a tal grado que el bajista lo notara? La piel blanca de Saga se había colorado ligeramente. Ambos salieron del establecimiento sintiendo el aire fresco sobre su rostro. Tora inmediatamente se hizo a un lado desconcertando al otro.

- Puedo caminar solo, esperare un taxi aquí.

- Puedo llevarte.

- Esperare un taxi.

- Si yo estuviera en tu lugar, a ti no te hubiese importado lo que yo dijera y me hubieses arrastrado contigo. – Regaño – Déjame hacer lo mismo que tu harías, por favor. –

El guitarrista chasqueo los dientes y le dio paso a Saga para que comenzara a caminar. La mirada y sonrisa de alivio que puso el bajista, lograron una vez más que Tora tragara saliva y que comenzara a arrepentirse. Saga estaba un poco contento y un poco preocupado. Ya tenía la oportunidad que había estado queriendo por días pero ahora no sabía cómo iniciar una conversación que llegara al punto clave de todo esto.

Una vez estar fuera del auto, Tora espero un momento mirando a la nada. ¿Qué podía hacer ahora? No podía decir que “siempre ya no” pero tampoco podía subir así sin más.

- Creo que de verdad tomare un taxi.

- Amano, por favor. – Su voz sonó molesta por un momento – no puedes caminar muy bien, te conozco y sé que incluso en cualquier lugar vomitaras –

- Lo hare dentro de tu coche.

- Es mejor a que lo hagas en alguno desconocido – Tora sonrió sarcástico.

- ¿Qué es lo que quieres?

- Sube al auto por favor.

Y sin más, tuvo que hacerlo, pues Saga estaba encendiendo el motor.


Sexto encuentro

Ambos miraban al frente sin decir alguna palabra, era incomodo, sí, pero de alguna manera esta era una de las cosas que más disfrutaban ambos. El silencio lograba que Saga formulara miles de preguntas y descartara las inservibles. Y en el caso del más alto, lograba que su cabeza se aclarara poco a poco. Ninguno se miraba, solo escuchaban el sonido del aire acondicionado dentro del vehículo.

- ¿Que hacías en un lugar público tomando como si estuvieses en casa?

- Nada realmente – contesto sin más – además no estaba solo. –

- De eso pude darme cuenta. – rodo los ojos.

Su voz sonaba molesta a lo que mejor ambos no quisieron hablar más si es que no querían comenzar con una pelea. La llegada a casa fue normal, Saga había estacionado el coche y apagado el motor quedándose sentado por un momento, con la cabeza gacha. Tora  simplemente se dispuso a salir rápidamente ante la escena. Una vez más el aire dio de frente logrando que se balanceara de un lado a otro, sintiendo la mano del bajista en su espalda.

- Dame las llaves, yo abriré. – Tora obedeció y una vez estar dentro fue rápidamente a su recamara.

- Gracias, puedes dejar las llaves en la mesa, cuando salgas no olvides cerrar la puerta. – Y sin más se perdió en la oscuridad de la recamara.

Saga sabía que nada de esto era fácil y que el orgullo del otro era más grande que el suyo propio. Espero unos minutos y camino lentamente a la cocina, lleno un vaso con agua agregándole un poco de cubos de hielo y sin más fue a la recamara. La luz estaba apagada pero las cortinas se encontraban abiertas dejando entrar la luz de la calle. Tora se encontraba de costado, dándole la espalda.

- Sé que estas despierto… - ningún sonido proveniente del otro - ¿Crees que sea el mejor momento para pedirte disculpas? – Saga coloco el vaso de agua sobre la mesita de junto  y tomo asiento sobre la cama, recargando un poco su espalda sobre la del otro, sintiendo esa respiración un poco acelerada. Por supuesto que aún estaba despierto - ¿Sabes? Todos estos días me ayudaron a pensar mucho. A decir verdad tenía miedo. Miedo a que tal vez todo lo que decías pudiera ser una mentira. Todo era tan pintado en color rosa que era angustiante. Sé que tú siempre eres sincero con lo que dices, pero yo estaba realmente asustado. Aun no sé qué respondería si me volvieses a decir lo que sientes, pero si de algo estoy ahora seguro es que tengo sentimientos por ti, unos tan grandes que me han hecho tener insomnio por varios días. No sabes cómo me sentí aquella vez que fui a buscarte a casa de tus padres, estaba tan contento de encontrarte con bien, pero regrese a casa con los ojos completamente hinchados por tu culpa… -

Tora abrió la boca por un momento pero no dijo nada, prefirió dejarlo que terminara de decir todo aquello. Estaba tan feliz de escucharlo, de que por primera vez en mucho tiempo se sincerara justo como lo estaba haciendo. Quería girar su cuerpo y mirarle de frente. Estaba repitiéndose en su cabeza que no hiciera caso a todo eso que escuchaba, que le dejara dormir y que al despertar todo esto hubiese sido un sueño. Pero no, el contacto sobre su espalda era tan cálido que incluso le impedía cerrar los ojos.

- Me siento tan culpable… - escucho un suspiro – Si yo no hubiese sido tan malo para ti, tu ahora no estuviese así, sin hablarme, sin mirarme… ¿Entiendes cuan doloroso es?

Saga guardo silencio por unos minutos y Tora siguió sin decir alguna palabra. ¿Por qué si estaban tan cerca ahora ninguno actuaba? Los sentimientos de ambos eran los mismos. El castaño se dio por vencido y decidido se intentó levantar de la cama. Tora había sido rápido como siempre, había impedido que se fuera jalándole de la mano sentándolo sobre la cama una vez más. El bajista sintió como el otro se arrodillaba sobre el colchón y como sus manos le abrazaban por la cintura, sintió su respiración sobre su nuca, sus labios pegados sobre ella susurrando cosas que no podía escuchar con claridad.

- Perdóname por no darme cuenta rápido…

Saga agacho su cabeza dejando caer su cuerpo hacia atrás, Tora le había detenido en un abrazo mucho más fuerte recargándole sobre su pecho. Saga apretaba las manos del otro, necesitaba que ese abrazo se hiciera más y más fuerte. No quería que le soltara, no por ahora. Tora suspiraba mientras Saga intentaba no sollozar. Esto era doloroso para ambos pero más que eso, la felicidad comenzaba a inundar su interior.

- ¿Está bien una persona como yo? – la voz de saga resonó en los tímpanos del otro.

- ¿Acaso puede haber alguien mejor que tú?

La risa de ambos hizo que las dudas se esfumaran en un segundo. Ambos se soltaron mientras el vaso de agua olvidado fuera recibido por las manos del guitarrista. La noche se esfumo en miles de pláticas, pues ambos se quedaron despiertos hasta que el guitarrista fue vencido por el sueño y el alcohol. El otro se había quedado observando a aquella persona que dormida lucia tan sonriente como hacía mucho no lo hacía. Saga salió de la casa del guitarrista dos horas antes de que este despertara.

No estaba asustado en lo más minino ahora. El que el guitarrista hubiese tenido más alcohol que sangre en el cuerpo no era algo que impediría que este estuviese cuerdo en todo el rato que estuvieron hablando. Sabía que era de esas personas que recordaba cada detalle.

Se dirigió a casa inmediatamente y durmió lo poco que pudo antes de ir a ducharse, arreglarse y salir disparado a la compañía. Si de algo estaba ahora seguro, era que ya nada sería igual a como era antes.


Séptimo encuentro 

Tora despertó palmeando la otra almohada. De antemano sabía que Saga era de las personas que saldrían huyendo una vez confesado miles de cosas. Realmente no estaba enojado por no poder ser lo primero que hubiese querido mirar al despertar, estaba aliviado de que todo hasta cierto punto se hubiese aclarado entre ellos. Salió de la cama directamente a ducharse con agua fría, para así a los diez minutos estar en camino al trabajo.

- Buenos días.

Su actitud era la misma de siempre, así que ninguno noto algún cambio, cosa que provoco una mirada atemorizante en Saga. El guitarrista sonrió para sus adentros. Sin que nadie pudiera notar sus intenciones se acercó al castaño sonriéndole y moviendo sus labios.

“Buenos días”.

- B-Buenas… - Saga no pudo ver su mirada pues aquellas gafas obscuras se lo impidieron.

Tora camino hacia la persona que hablaba sobre algunas cosas relacionadas a fechas de lanzamiento y conciertos próximos. Espero un poco a que este pudiera darle toda su atención y agradecerle por haberle ayudado, porque estaba convencido que aquella persona había avisado a Saga para que fuera a buscarle.

- Gracias. – dijo despacio para que nadie escuchara.

- Oh, supongo todo salió bien, ¿lo hablaron? – Tora asintió – Me alegro. –

Después de esto ambos se centraron en sus deberes antes de dar por finalizado el día. Todos habían quedado en un acuerdo sobre las nuevas canciones, la gira, y lo necesario para llevar esto en perfectas condiciones. Tora salió disparado una vez que Saga hacia lo mismo. Todos les miraron un poco extrañados pero sonrieron al final.

- Ya están mejor, ¿verdad? – dijo el baterista.

- Creo que nosotros éramos los más preocupados.

Tora siguió al bajista hasta llegar al estacionamiento impidiendo que este entrara a su coche. Tomándole de la mano lo posiciono sobre la puerta poniéndose frente a él. Saga estaba nervioso, a comparación de la noche pasada ahora Tora tenía un poco más de control en sus acciones y por lo tanto sabía muy bien cómo actuar para cohibirle. La cercanía que experimento con su rostro fue demasiada, pues su cara se coloro una vez más en un rosa pálido.

- Te fuiste sin despedirte.

- N-No, es solo que no quería que despertaras… - desvió la mirada.

- Ayer me mirabas tan directamente. – Saga dio un respingo cuando el guitarrista le tomaba por el mentón elevándolo un poco – ¿Te has arrepentido ya? –

- ¡Por supuesto que no! Es solo que…

- ¿Qué? – sus labios se juntaron lentamente. Tora le beso con tanta delicadeza que sentía se derretiría en cualquier instante. Sus labios se movían despacio y su cuerpo se pegaba un poco más arrinconándolo hasta no poder moverse. Sintió como las manos del guitarrista tomaban las suyas para llevarlas a su cuello pidiéndole que le abrazara para inmediatamente tomarlo por la cintura. Se separaron un poco para respirar. - ¿Entonces? –

- Es solo que, aun me pones nervioso…

Tora sonrió de lado mientras le abrazaba. Un fugaz beso entre ambos para poner en claro el punto en que se encontraban. Ambos nunca se habían imaginado en esta situación pero estaban agradecidos de experimentarlo ahora mismo.

- ¿Te parece si vamos a comer? – Saga asintió – Podría ser nuestra primera cita –

- Nadie dijo que quisiera tener una cita contigo.

- Anoche dijiste que querías pasar todos tus días a mi lado.

- ¡Eso es mentira! – le codeo.

- Incluso te pusiste celoso cuando alguien decía que yo era muy guapo. “Yo también puedo decírselo todos los días”, dijiste.

-¡Solo lo dije para que se fuera!

- Vaya, que pena – La manos de guitarrista dejaron de abrazarle por un momento, mas sin en cambio se lo impidió jalándole y besándole despacio.

- Hoy te vez más guapo de lo normal.

Tora sonrió ante este comentario. Le abrazo tan fuertemente transmitiéndole su agradecimiento, no solo por esto si no por hacerlo tan feliz, por sentirse tan querido solo con unas pocas palabras pero más que eso, por haberle aceptado sin importar que…

- Shinji ¿Aun tengo una oportunidad?  
¿Realmente puedo creer en ti? 

- Quiero estar a tu lado hasta el final, hasta que ya no puedas más.  
Diez años, veinte o tal vez cincuenta. 

- ¿Qué te parece “siempre”? 

- Creo que esa es una palabra que encaja muy bien con nosotros. 

Esa sonrisa había sido la más perfecta que hubiese visto nunca.



[Capitulo 01] ::: [xx]