Vampire Love ~Capitulo 6~
CAPITULO 6
”Una aparición imprevista…”
La noche había regresado en un abrir y
cerrar de ojos. Poco tiempo a partir de ahora eran lo que le quedaba al
pelinegro. Saga al no estar acostumbrado a quedar despierto todo una noche y
parte de la tarde había optado por dormir sobre Tora lo que quedaba de la luz
del sol.
Para Shou era algo divertido el estar
observando ahora una pequeña riña al no querer Saga que Tora se le acercara.
Estaba contento por él, el pelinegro era alguien realmente atento o mejor dicho
bastante bueno con él, solo bueno con Saga.
Se la pasaba observando cada movimiento del castaño con detenimiento, lo
observaba como un vivo acosador al ver como el castaño buscaba algo de ropa, y
eso era lo que le divertía.
- Si Takashi te viera, juro que te
mataría, pareces acosador mirándole a cada rato, ¡Aunque claro!, supongo que ya
viste bastante…
- ¿De qué hablas? Nadie lo mira de
ninguna manera – se defendió desviando la mirada.
- Si, lo que digas – levanto los
hombros con indiferencia.
Saga sin escuchar ningún comentario
dirigió su mirada hacia la ventana, había sentido en la brisa del aire un
pequeño olor a sangre, uno muy dulce y a la vez tan salado. Rápidamente se puso
aquel abrogo negro largo y jalando a Shou al ser el primero que se cruzo en su
camino, salieron de ls habitación dirigiéndose a la salida de la casa.
- ¡Oye! ¿Qué diablos les pasa?
- ¡Yo que sé! Takashi me ha arrastrado fuera…
Saga desvió la mirada avergonzado, los
otros dos lo miraban confusos. Qué diablos le pasaba? Tora sabía muy bien cuáles
eran los instintos que cada uno tenía, pero esto era mucho, Saga comenzaba a
mover la cabeza hacia todos lados desesperado hasta que el mismo detecto el
olor.
- Vámonos... – pidió Shou.
- La necesito…
La voz de Saga era baja, como si
hablara en susurro, aquella esencia era inevitable, la deseaba, deseaba probar
de ella, necesitaba saborearla. Parecía un perro siguiendo el olor de su comida
cerrando los ojos, llenando su pecho de eso delicioso olor.
Tora lo detuvo.
El pelinegro se había hecho un corte
algo profundo en la muñeca, sabía que Saga al olerla se arrojaría a ella y
comenzaría a beber, pero para su sorpresa este no lo hizo, sino al contrario,
había ignorado a Tora y seguía ese olor hasta que los tres se dieron cuenta que
el aroma se acercaba cada vez más.
Shou dio unos pasos hacia atrás.
- Que sorpresa…
Petrificados era la palabra que
buscaban, Shou se había quedado estático al ver de quien era ese olor que tenía
embrujado a Saga. Tora por su parte
jalo a Saga y lo arrojo a un lado de su amigo.
Dio un paso hacia adelante con la
cabeza en alto mostrando una gran sonrisa.
- Te estaba buscando, mí querido Tora…
- aquella voz Tora la reconocía bastante bien, el tono con el que decía su
nombre antes le parecía bastante maravillosa pero ahora simplemente le causaba
asco, un asco que aquel podía sentir
a la perfección.
- Que es lo que quieres aquí.
- Tienes algo que me pertenece, algo al
que yo le había puesto el ojo desde hace poco.
- No tengo nada tuyo ¡A qué has venido
Uruha!
- ¡Ya lo dije! Tienes algo que me
pertenece.
Uruha extendió la mano y con un dedo índice
apunto a su objetivo, su pertenencia. Para Tora fue imposible creer que ahora
Uruha se interesara en algo que el comenzaba a amar, en algo que en realidad ya
le pertenecía, en alguien que tenía que enamorar de una vez por todas. Negó con la cabeza.
- No dejare que te lo lleves… ¡Yo lo
convertí! No puedes quitarme algo que desde el momento que bebió de mí pasa a ser de mi pertenencia, ¡De mi propia
sangre!
Uruha rio escandalosamente.
- Quieres ver que yo soy mejor, que
nunca debiste de haberme quitado lo mío… - extendió su mano hacia Saga – Vamos
pequeño, ven aquí… -
Su aroma era algo inevitable de
olfatear, su hambre incrementaba con cada movimiento del castaño largo, si su
cabello de movía a causa del aire, o si movía sus manos desprendía un aroma tan
embriagante, tan… delicioso.
Hipnotizado y de manera fugaz tomo la
mano de Uruha.
- Vez… has perdido Tora, esta vez yo te
quitare algo tal y como tú lo hiciste conmigo – jalo a Saga en una manera
brusca abrazándolo por detrás mientras aspiraba el olor de su cuello – por
cierto – hablo a su oído – Tora te ha dicho que fue lo que verdaderamente le
paso a tus padres?...
- ¡Uruha no…!
- Porque no, ah? Tienes miedo que el
tiempo se acabe y no encuentres a la persona indicada? – Sonrío mostrando sus
colmillos, relamiendo sus gruesos labios para plantarle un beso a Saga en el
cuello – Takashi… hay muchas cosas importantes que no sabes, de las cuales yo
te puedo contestar…
- … - Saga estaba perdido, Uruha tenía
un gran poder de control, uno que no dejaba ni que un cabello se moviera a
menos que fuera su voluntad.
- Búscame Takashi… yo te daré todo lo
que quieras… yo nunca te mentiré…
Y dicho esto lo solto abruptamente
dejándolo caer de rodillas, arrodillándose junto a el mientras levantaba su
barbilla lentamente.
Porque decir que a Uruha no le había
maravillado aquel color de ojos de Saga, le eran tan parecidos a los de él, a los de la persona por la cual
había jurado velar toda la eternidad,
pero en una simple pelea Tora se lo había arrebatado. Nunca le perdonaría lo
que el pelinegro le había hecho, nunca dejaría que fuera feliz, tenía que
pagar, tenía que sufrir justo ahora como él lo hacía, acabando con Saga como
Tora lo había hecho.
- Que haces aquí Uruha, será mejor que…
que sorpresa…
Aquella voz intrigante era nada más y
nada menos que la del siempre acompañante de Uruha, aquel que lo seguía por
pura satisfacción y alimento. Aquel por el cual el amigo de Tora moría.
- Que haces aquí – dijo Uruha – dije
que saldría a comer, no tienes por qué estar detrás de mí –
- No te hagas el importante – gruño –
solo vine a corroborar de quien era tan dulce olor – guio su mirada hacia Shou,
intimidándolo con esos ojos color carmesí. – y ya veo que es de quien esperaba
– se relamió los labios.
Shou trago saliva, porque se tenía que
aparecer él en este preciso instante, porque no simplemente dejaba de querer a
su enemigo si sabía que solo lo decía por juego y al final lo mataría. Quiso
irse y dejar a todos solos, si se lo proponía sus movimientos eran incluso un
poco más rápidos que los de Tora, pero no eran suficientes.
Fue acorralado a tan solo un metro de
haberse movido
- No me vas a saludar, Shou.
- B-Buenas noches – agacho su mirada.
- Buenas noches… - se acercó a su
mejilla besándola - …Shou –
Shou cerró los ojos sintiendo como la
mano del otro acariciaba su mejilla justo donde le había besado. Sintió una
inmensa vergüenza al sentirse tan tonto, sabía que de alguna manera su rostro
reflejaba nerviosismo, pero cuando se sintió peor fue cuando una risita se
escuchó salir de los labios de él.
Tora aprovecho que también Uruha reía a
causa del comportamiento de su amigo para correr hacia donde Saga y llevárselo
junto a él. Podía ver que de a poco Saga reaccionaba y que comenzaba a buscar
con la mirada a Uruha pero no le permitió que le mirara a los ojos.
- No lo mires – pidió – si lo haces te
atrapara… mírame –
Saga obedeció y clavo su mirada en los
ojos de Tora perdiéndose un momento en ellos, calmándose de aquella hambre que
anteriormente le atormentaba. Tora rodeo sus brazos a su cintura y lo pego a
él, en ese momento pudo sentir algo en Saga, pudo ver dentro de sus ojos algo
de sorpresa y vergüenza.
- Quedamos en que no podías ver a nadie
más que a mí – sus ojos estaban centrados en los del castaño – hay un pacto en
nosotros donde prometiste estar conmigo –
- T-Tora…
- Un pacto de sangre.
Y era muy cierto, Tora era su creador y
ese lazo de sangre le obligaba a hacerlo, le obligaba a estar con él. Pero a
pesar de que la palabra correcta fuera “eternidad” no le parecía mala idea, no
le desagradaba para nada estar con alguien como Tora si este era tan atento, no
podía y no quería dejarlo. Ahora Tora lo sabía.
Los ojos de Saga cambiaron de su color
naturalmente platinado a un verde grisáceo.
- Lo sé – contesto Saga soltándose – Se
cuál es nuestro acuerdo… solo eso… –
- Vaya – Uruha sonrió complacido –
entonces están por un acuerdo? Me
sorprende –
- Algo que no te importa Uruha – hablo
Tora.
- Espero su acuerdo dure mucho, porque
les dolerá a los dos y eso me alegrara… será una alegría que no había tenido en
más de cien años –
Al parecer esto le agradaba de
sobremanera a Uruha y eso lo sabía muy bien Tora, pero lo que Uruha no sabía es
que con aquella corta mirada entre Tora y Saga había una conexión, una donde
Tora podía manipular sin que nadie se diera cuenta solo él y el mismo Saga.
Pero de algo no se había fijado Tora, no se había percatado que no era el único
que podía manipular a alguien y de eso se enteró Shou.
- Dime Shou… - de un momento a otro se
había acercado a su cuerpo – puedo decirle a Uruha lo que está haciendo Tora? -
pregunto.
- ¿Disculpe…? - aun no lo miraba.
Se acercó y le rodeo con su brazo la
cadera acercándose de lado a su oído, tensándolo al sentir su reparación cuando
hablaba. Cerrando los ojos lentamente por tenerlo tan cerca.
- Puedes ver el color de ojos, del
chico de Tora – Susurro y Shou observo atentamente dándose cuenta que
efectivamente el color de ojos de Saga no era el mismo – Uruha no lo ve, pero
el que habla es Tora –
- C… Como sabe eso – se apartó mirando
su sonrisa.
- Te lo diré si me regalas un beso –
Shou lo miro sorprendido apartándose aún más.
- N-No, no puedo hacer eso…
- Humm~
Shou se apartó rápidamente a un lado de
Tora y Saga, observando como los otros dos, Uruha y su amigo se juntaban. Estos
últimos dos se miraron con una sonrisa y cruzaron algunas palabras.
- Creo que será mejor que nos vayamos, aún
tengo hambre.
- Tu siempre tienes hambre – dijo Uruha
rodando los ojos. – Pero está bien, me queda claro que por el momento Saga no
se interesara en Tora… - suspiro alzando los hombros – pero eso no quiere decir
que no los buscare, Tora, será mejor que estés preparado… Reita, vámonos –
- Hasta luego – se despidió regalándole
un giño– Adiós, Shou. –
Antes de que Shou o Tora parpadearán
los otros dos habían desaparecido, Tora abrazo a Saga por la espalda,
susurrando un despierta a su oído.
Este reacciono al instante y con algo de dolor en su cabeza giro su rostro para
mirar de frente al pelinegro, pero no se topó con sus ojos sino con sus labios,
los cuales habían atrapado los suyo en un beso bastante tierno. Que equivocado estaba Uruha.
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