Vampire Love II ~Capitulo 1~
CAPITULO 1
“Primer encuentro…”
[08/07/1761]
Mucho era lo que comenzaba a sentir con
el simple hecho de verle retorcer sobre el suelo, aquella manera de ver morir a
aquel era algo realmente divertido. Él,
que solo había sido víctima de un ser
por la noche siendo para después abandonado de una cruel manera, casi muerto y
tirado en una colina. Que se largara pronto era lo único que esperaba para asi
poder él mismo terminar de una vez por todas con su vida.
Se acercó sigilosamente solo observando
como el otro se retorcía de la risa esperando que su presa muriera de una vez por
todas para asi poder irse de lo más gustoso y buscar otra víctima. No habría absolutamente
nadie quien inculpara al ver el cuerpo inerte de una persona tirada en el
suelo, vaya, en esas épocas las creencias de demonios y animales malditos eran bastante convincentes.
Observo de lejos como aquel ser se
levantaba pateando el cuerpo moribundo, riendo mientras tambaleante comenzaba a
alejarse, limpiando sus labios, carcajeándose por el pesar de otro. Se acercó.
Desde un principio había sentido la
sangre dulce en el viento, dejando de lado su presa anterior para ir a ver de
dónde venía tan embriagante esencia. Se hinco con el simple hecho de morder
aquel cuello que aun dejaba escurrir algo de sangre. Le giro para dejarlo sobre
su regazo. Como le encantaba ver las expresiones aterrorizadas de sus presas,
como le encantaba ver que al momento de quitar una vida los ojos de aquellos
mortales se cerraban lentamente. Pero nunca pensó el quedar paralizado.
- N-No… no me mate… - sollozo, aquel
cuerpo aún vivo comenzó a suplicarle – Yo… no quiero morir… -
Aquellas pupilas color avellana se
clavaron en su mirada, aquel cuerpo ahora le decía que era un chico, aquel pelo
castaño y esos ojos grandes y cristalinos le dejaron sin aliento. No supo ni
porque fue su sorpresa, no supo incluso ni porque le reconfortó tan
delicadamente.
- ¿Porque no quieres morir? – Pregunto
manteniéndolo en brazos – Incluso el vivir como mortal es un desperdicio. -
- La vida… no es un desperdicio… –
jadeo – no para mi… -
- No puedo hacer nada por ti. – Trago
saliva – bebió mucha sangre, asi que no queda mucho tiempo. Lo siento. – Trato
de recostarle en el piso pero la mano del otro se aferró a su abrigo.
- P-Por lo menos, quédese conmigo…
hasta que muera. – entrecerró los ojos.
- Está bien, no me iré hasta que eso
suceda, lo prometo.
No podía negarse, no podía decirle que
no a esos hermosos ojos. Se aferró un poco más a él cubriéndole con su cuerpo
frio lo helado del viento, escuchando de momento como era que las plantas y
árboles se movían, sintiendo y viendo claramente las presencias lejanas de
alguien más por los alrededores. Era algo simplemente idiota el no “salvarle la
vida”, tenía las suficientes fuerzas y sabia demasiado como para llegar a
convertirle, como para llevarlo consigo y ayudarle. Solo no sabía cómo
reaccionar.
El otro solo se acurruco al cuerpo del
que podía presenciar una rubia y corta cabellera, sintiendo la sorpresa y mareo
del otro con su simple acto. Si moría por lo menos no lo quería hacer solo,
necesitaba aunque fuera un poco de compañía ya fuera de un extraño o hasta del
mismo demonio que ahora le cuidaba, porque si, podía darse cuenta que aquellos
ojos color carmín no eran humanos.
- ¿C-Como se llama? – pregunto.
- Reita, solo dime Reita.
Otro silencio les atormento por unos
instantes, justo antes de que un golpe bastante fuerte atosigara los oídos del
rubio. Este giro la mirada alertamente para todos lados, escuchando el sonido
de los golpes cada vez más cerca. Agudizando sus sentidos y exponiendo aquel
simple poder que se le habían regalado al “nacer”. Se alarmo, tomo a aquel
cuerpo antes de que les encontraran y se escondió entre unos matorrales, no entendiendo
ni por qué diablos protegía a ese
mortal. Sus ojos se vieron obligados a ver a aquellos dos cuerpos que tenían
una pelea.
- ¡¡Maldito bastardo!! – Dio un golpe
directamente a su estómago – ¡Te dije que no te quería ver cazando por mi territorio!
–
- Oh vamos Uruha~ - Rio divertido -
¡¡Sabes que si sigues interfiriendo te matare!! –
Reita quien seguía mirando sorprendido
a los otros dos solo sentía las manos del otro rodearle la cintura, cerrando
los ojos y aguantando los jadeo que provocaban sus dolores. Incluso se
sorprendió por su repentino comportamiento porque ni él mismo le soltaba al
estar tan embobado viéndoles, sonriendo incluso por la paliza que uno de ellos
le daba al otro. Pero después de unos momentos al ver que uno quedaba tirado
completamente cansado en el suelo tuvo que deshacer ese abrazo.
- No, no me deje aquí – se alteró – si
voy a morir máteme de una vez… – el otro negó.
- No le veo intenciones de hacerte daño
ni siento algún tipo de interés, solo no digas que estaba contigo y pídele a él
que te mate, utiliza su sangre fría para tu propio bienestar. – susurro.
- P-Pero…
- No digas nada y confía en mí, nos
volveremos a ver, tenlo por seguro…
Le miro dar un brinco y subir a un
árbol, no entendió para nada como era que el rubio le dejaba tirado y huía, no
lo entendió hasta que fue levantado con brusquedad por el cuello. Aquella otra
persona alta, con cabello largo negro ébano y un listón del mismo color
amarrando su cabellera por un lado del hombro, prácticamente le estrangulaba, sonriéndole
de una manera tan enferma, tan atemorizante.
- Sabía que olía bien pero, ya es un
desperdicio. - chasqueo los dientes, fulminándole con la mirada – Ni fuerzas
tienes para defenderte, que pena~ - Comenzó a caminar no sin antes arrojarle al
suelo.
- ¡E-Espere! – Trato de levantarse –
Ayúdeme… -
- ¿Debería de hacerlo? – Se detuvo,
girando su rostro para mirarle – No me pidas ayuda porque no lo haré, no tengo
porque hacerlo, incluso ni yo fui el que te dejo tan mal. –
- Entonces máteme…
- ¡Oh~! Comienzas a caerme bien, niño.
– de un movimiento rápido y repentino le volvió a levantar pero esta vez por el
cabello, mordiendo sin ningún tipo de delicadeza su cuello descubierto,
saciándose de la poca vitalidad del otro, caminando hasta donde mantenía su
última pelea. – Hasta eso, tu sangre sabe bien. – le arrojó una vez más al
suelo, provocándole gemir de dolor – Veamos niño, nunca converso con mi cena
pero hoy haré una excepción. Si te dijera que mataras a ese engendro que ni
levantarse puede ¿le matarías? -
No supo ni porque asintió, estaba
seguro que ni su cuerpo podía mover, y por más que quería morir simplemente no
podía, en pocas palabras e
increíblemente su cuerpo se movía solo, justo como si alguien le controlara.
Aquella persona que sonreía hacia su respuesta solo pudo despojar la manga de
su negro abrigo y mostrándole esos dientes, mordiéndose, relamiendo sus labios
para después tomarle una vez más por el cabello.
- Si quieres vivir, entonces tómala. –
puso su muñeca en los labios del otro – Si no lo haces no podrás vivir, y
entonces no nos divertiremos juntos matando a esa basura. –
Algo en la sonrisa del pelinegro le
provoco interés, tomando su mano lo más rápido que su cuerpo le permitiera
mover, bebiendo lo suficiente antes que el otro la quitara con brusquedad. El
pelinegro solo sonrió antes de presenciar como el otro comenzaba con una
metamorfosis, transformación o lo que fuera, retorciéndose, dando manotazos al
aire y acurrucarse en sus propias piernas, observando como después este abría
sus ojos lentamente dejándole ver esas lindas pupilas color platinado mirarle
con algún tipo de agradecimiento.
- ¿Tú te llamas? – pregunto el
pelinegro levantándole en sus brazos.
- Ko…
- ¿Te llamas Shou? ¿Sí? Que bonito
nombre. – Interrumpió – Ahora vamos a crear un plan para sacar de una vez a
Uruha de este lugar y asi también sacamos a esa pequeña basura la cual no te
ayudo y anda rondando por aquí… -
- Me alagas.
El pelinegro había bajado a Shou al
suelo, dejándolo sentado mientras encaraba al rubio que había bajado del árbol
de un solo brinco. Sus miradas y sonrisas burlescas se cruzaron, provocándoles
una sensación inimaginable al reflejar bastantes cosas en sus ojos, lo que
ellos en estos momentos sentían era ese deseo que solo alguien como ellos podía
llegar a sentir. Sed de muerte.
- Tu olor es algo que no pasa
desapercibido. – Dijo – pero no me interesa llevar una platicar ahora, asi que
nos vemos. -
Shou aun sintiendo la mirada del rubio
fue levantado por el pelinegro, comenzando a caminar a su lado para perderse en
la oscuridad de la noche, no sabiendo si era lo mejor seguirle o ir por un
camino diferente pero incluso ahora no podía hacer nada más que confiar en él,
quien le había salvado aunque fuera de la muerte.
Siguieron caminando y el pelinegro no
soltaba su mano en ningún momento, era algo raro más no desagradable sentirle de esa
manera.
- ¿A dónde me lleva? – pregunto
confuso, observando a la lejanía una gran mansión.
- A casa, justo ahora está por amanecer
y desde hoy tengo que hacerme cargo de
ti.
- Pero…
- No digas nada Shou, además yo
comenzaba a sentirme solo y eso no es divertido.
Caminaron lo suficiente como para poder
entrar por esas grandes puertas, siendo arrastrado por el pelinegro hasta la
sala, dejándolo esperando ahí para salir hacia algún lugar de la casa, tardando
no más de cinco minutos para regresar con una copa entre sus manos,
extendiéndosela para asi comenzar a tomar.
- ¿S-Sangre? de donde…
- Bah~ - rio bajito - la saque de por
ahí, hay gente que ya no me sirve y simplemente la tome prestada… bueno sin que
ellos dijeran sí o no, pero en fin, tu solo bebé. – giño el ojo.
Shou no sabía de si estar seguro de
estar con esta persona, sentía desconfianza, pero bueno, él siempre desconfiaba
de las personas, entonces esta vez el pelinegro no sería una excepción como
para tomarle tanta importancia a sus palabras si sabía que por la mañana podía
huir lo más rápido posible.
- Vamos a dejar cosas en claro – pidió
sentándose en el sofá de enfrente, cruzándose de piernas y brazos mientras que
con sus ojos endemoniadamente blancos le miraba – No tengo ningún tipo de
interés contigo, por mi puedes hacer lo que te venga en gana, si quieres irte
mañana por la noche estas en todo tu derecho y si te quieres quedar por mí no
hay problemas, solo no te entrometas en mis asuntos. –
- Lo entiendo, será mejor que parta por
la mañana… - el pelinegro hecho una carcajada.
- ¡Demonios! Como puedes pensar que
volverás a ver el sol. – Bufo con una sonrisa burlona – Eres ya un vampiro,
¿Que parte de “Ser nocturno” no comprendes? –
- Yo no… - abrió sus ojos con sorpresa
– no lo sabía… -
- Por lo menos lee cuentos, créeme que algunas
historias fantasiosas no son “tan” fantasiosas, ¿Sabes? En la parte de abajo hay
libros, no te vendría nada mal comenzar desde ahora a leer. – Se burló – Vamos
niño, que creo te tomara tiempo acostumbrarte
a este maravilloso estilo de vida… Dime cuál es tu nombre. –
- Kohara Kazamasa
- Yuu, Shiroyama Yuu – inclino su
rostro elevando una mano elegantemente – ese es mi nombre, pero no lo recuerdes
tan seguido ni mucho menos lo menciones en público. -
-¿Porque?
- Mira, cuando un vampiro de clase alta
nacido de vampiros reales dicen su
nombre a alguien es porque tienen el deber de compartir su eternidad junto a tu
ser elegido, y eso va para ti también… – le fulmino con la mirada.
- No soy como tú. – Respondió – digo,
no de una ¿raza? como la tuya.
- Kohara has bebido de mi sangre y eso
te hace en estos momentos alguien importante. Soy tu creador y por eso mismo
tengo el derecho de saber tu nombre. Solo quiero que no hagas una idiotez y
después vengas a quejarte, esto es algo importante que deberías de saber y por
eso mismo te lo digo.
- ¿Entonces?
- Eres lento… – suspiro – cuando te
intereses en alguien lo entenderás, por el momento recuerda esta fecha, Shou,
tu verdadero yo nace, hoy… -
Shou de alguna manera sonrió, tal vez
no entendió por el momento las palabras del pelinegro pero como él decía, todo
lo entendería con el paso del tiempo. Se quedó un rato más escuchando las hazañas
de Aoi, poniendo atención a las palabras que le decía, sonriendo de alguna
manera ante lo que el otro le platicaba sobre lo que desde ahora tenía que
llevar a cabo. Aoi se comportaba como alguien muy ¿amigable? O era que la
llegada del castaño le quitaría por lo menos aquel aburrimiento que llevaba por
siglos.
- Desde ahora esta será tu habitación…
- el pelinegro le había acompañado a todos los lugares de la mansión, llegando
a aquel gran pasillo donde se encontraban todas las recamaras – la mía se
encuentra en ese lugar… - apunto - me gusta la oscuridad asi que es difícil que
hasta la luz de la luna pase. –
- Gracias…
- Oh vamos Koha-chan~ no me des las
gracias si bien sabes no tenías a donde regresar.
- ¿C-Como… como sabes eso?
- Digamos que – hizo una pose pensativa
– Ya se todo de ti. –
- Imposible… - hecho una risa
divertida.
- Ahora sé que te fuiste de casa hace
unos meses, estabas en el lugar de unos familiares ¿Tíos o abuelos? Aun eres un
niño Shou, ¿Porque huiste de casa si tenías todas las comodidades? – entraron a
la habitación.
- Problemas familiares…
- Sé que me contaras después. – Sonrió
– asi como tú irás descubriendo cosas de mí. Será mejor que descanses un rato,
normaliza tus sentidos que sino eso afectara cuando esté completa tu
transformación, yo vendré a visitarte por la noche.
Shou solo observo como el otro se
marchaba al cerrar la puerta. Podía sentir que todo ese cuarto obscuro y frio
se hacía cada vez más cálido, Aoi había tenido toda la razón, él simplemente ya
no tenía a nadie y de alguna manera seguiría pensando lo mismo por siempre,
simplemente la confianza hacia los demás no se le daba y eso fue lo que vino
afectando con “sus seres querido”. Se recostó mirando el techo por primera vez
en tanto tiempo sonriendo sinceramente. Por lo menos tenía a alguien en quien
confiar ahora ¿No?
Pero Aoi solo le encontró lo favorable
a la situación, con un aliado más, algo bueno en eso tenía que hallar, Shou no
era como cualquiera y Aoi sabía perfectamente eso. No echaría a la basura a
aquel ser que iba de algún modo a ayudarle en un futuro.
******
Se había quedado con una gran rabia
rondando su cuerpo, odiaba de sobremanera la sonrisa socarrona de los demás,
odiaba por supuesto que le quitaran a sus presas, pero esta vez siendo una
presa bastante distinta, una que le había cerrado los instintos por unos
momento.
Conocía al pelinegro asi que era obvio
no le enfrentaría solo, no era idiota como para cometer una tontería como la
que el otro castaño había hecho.
Pero un momento…
Se acercó rápidamente hacia el castaño
que aún se quejaba en el suelo, burlándose internamente por su comportamiento
tonto, extendiéndole la mano para ayudarle a levantar, vamos, no era tan malo
como para dejarle retorcerse como un maldito gusano.
- Vamos tómala y deja de quejarte como
todo un infante. – insistió.
- ¿Quién diablos eres? ¿De dónde
conoces a Aoi?
No contesto y no contestaría algo que
al otro no le importaba. El castaño tomo la mano del rubio, levantándose para
sacudir su estropeada vestimenta, maldiciendo a los mil demonios el haber
fallado una vez más al intentar matar al pelinegro.
- Ese maldito bastardo… – cuchicheo -
¿Cómo diablos te llamas? –
- ¿Por qué debería de decirlo?
- Me interesa saberlo de todos aquellos
que han encarado aunque sea por unos momentos al otro maldito… - bufo - Soy
Uruha.
- Dime Reita…
- Pues bien Reita, ¿Conoces al enfermo
ese?
- ¿Quién no le conoce? – Sonrió de lado
– ¿Cuál es el problema que tienes con él? –
- Problemas territoriales, solo eso.
- ¿No es muy infantil pelear por
territorios de caza?
- No para mí. – contesto con el
entrecejo fruncido - ¿Tienes algún problema con él? -
- Acaba de robar a mi presa – sonrió
divertido.
- ¡Siempre es lo mismo con ese
bastardo! – Gruño enojado - ¡Tengo ganas de matarlo! –
Reita rodo los ojos no importándole el
berrinche del otro y con una mano elevada se despidió de Uruha, por lo menos
hoy no había sido una noche tan mala en algunos sentidos, se alimentó de lo
mejor, saciándose para por lo menos no salir de caza en dos o tres noches y
segunda, aquella presa robada la cual le había hecho prometer estaría hasta que
muriera, algo que no se le permitió por la llegada de los otros dos. Pero,
porque si pudo matarle no lo hizo, porque si desde un principio tuvo toda la
oportunidad de beber todo de él, solo huyo.
Aun le daba risa el recordar salir de
sus labios aquel “No puedo hacer nada” si sabía tenia los suficientes medios
para convertirle, ¿Porque aquel “Confía en mi” se había escuchado tan
convincente? Incluso se reía de aquella Promesa
que había dicho de permanecer con él haya sido algo realmente estúpido. Pero
estúpido o no, era una promesa y la palabra promesa
Reita se la tomaba bastante enserio.
Pero pensándolo bien, Shou, como le
había llamado Aoi, ya no era ningún humano y su ley de “especies” no le impedían
el buscarlo y terminar de una vez por todas con esa “carga”, si dijo el estar
con él hasta que muriera porque antes solo era mortal, ahora todo eso había
cambiado.
Quedando en claro que aquel “nos
volveremos a ver” no fueron solo simples palabras, aquello de estar a su lado
se terminaría pronto, si lo mataba ya no podía preocuparse por la estupidez que
había prometido ¿no?
- ¡Oye! – Grito despacio – Gracias por
tu ayuda. – Reita se detuvo.
- Solo ayude a levantarte, no lo tomes
tan personal.
- Tú lo has dicho, solo me ayudaste y
yo aprecio mucho eso.
- Que ridículo… - rodo los ojos
volviendo con su caminata.
- Ridículo o no, si necesitas algo
búscame, solo ve a la vieja mansión de las afueras de este jodido lugar.
- ¿Seguro? - Dijo encontrándole sentido
a las palabras de Uruha, hallando una manera de estar a su lado para poder
cumplir con su objetivo, recuperar su presa y terminar de una vez con por todas
con aquella sensación - ¿Lo que sea? –
- Lo que sea. – respondió con una
sonrisa ladina.
- Lo tendré presente.
Si
sabía aprovechar estas palabras estaba seguro Uruha buscaría a Aoi y ahí podía
encontrarse con aquel que le había obligado a llevar consigo esa pequeña carga,
tenía en cuenta que la mejor solución para todo si era terminar con la vida de
Shou.
[Capitulo 2] >>
0 comentarios: