Vampire Love II ~Capitulo 3~

20:56 *Mony-san* 0 Comments

CAPITULO 3
“Tercer encuentro
[06/02/1810]
Cincuenta años después de haberse conocido y justo ahora estaba dentro del lugar de donde se habían despedido. Había entrado de lo más normal a aquella gran casa ya conocida, había caminado por los pasillos hasta llegar a aquel lugar que aun guardaba ese agradable aroma, pero no, el aroma no estaba impregnado ni en las paredes, sino que él al recordar cualquier cosa del otro, aquel aroma suave lo sentía hasta en sus propias manos, incluso sentía hasta la del pelinegro.

Siempre entrando, sentándose un momento sobre lo que decía ser la cama de aquella habitación, caminado después de varios minutos por toda la recamara. Abrió aquellas ventanas con especie de polarizado, dejando entrar aquel viento fresco. Pensando cuando seria el día en que regresarían, pensando cuando seria el día en que le dijera que lo que anteriormente eran deseos de matarle ahora después de tanto tiempo era un deseo extraño de tenerlo consigo, solo para él.

Porque después de tiempo, se había dado cuenta que lo que sentía por el castaño era algo de eso que se llamaba amor…

Ahora mismo no sabia ni porque estaba aun con Uruha, de porque le ayudaba con esa felicidad de no tener a Aoi rondando aquel lugar, de ver la maldita cara de satisfacción al ser ahora reconocido como el mas fuerte del lugar. No era odio hacia Uruha, sino alguna especie de desprecio. El tan feliz y el rubio teniendo que fingir, eso era todo. Incluso ahora mismo pensaba en dejarle que lo mataran porque en realidad Uruha no era tan fuerte, en realidad solo se lucia con sus palabras. Quería dejarlo ya e irse a buscar a Shou a cualquier lugar, a donde el viento nocturno lo llevara.

- ¡Reita-san…! – Grito – será mejor que nos vayamos, sino Uru vendrá hacia acá… -

- Eres desagradable, vete si quieres, yo me quedare aquí…

- Pero y si…

- ¡¡Que te vayas he dicho!! – Brinco desde la ventana tomando al otro por el cuello – Te he dicho que no vengas conmigo, odio que me apresuren. –

- N-No, no puedo respirar…

Reita tenia bien sujeto por el cuello al otro, vamos, ¡era un niño de poco mas de catorce años! y para terminar de joderle la vida, era humano, un maldito mortal que Uruha había “adoptado” solo porque le parecía bastante lindo y además, algo increíble para el rubio, decían estar enamorados, ¡si! eran patrañas, odiaba de sobremanera que ese siempre estuviera a sus espaldas por ordenes de su amigo castaño.

- Ni una palabra a Uruha de donde hemos estado… - le fulmino con odio, sintiendo el miedo en aquel temblor de su cuerpo. – Si le dices a donde vinimos, date por muerto. –

Trago saliva, tenia pavor a aquella mirada color carmín, tenia miedo de todo lo que Reita le pudiera hacer porque sabia de sobremanera que lo haría. Sabía que no tenía que decirle nada a Uruha si no quería morir prácticamente degollado por manos de otro que no fueran de su castaño. Prefirió guardar silencio, por un momento.

- R-Reita san, ¿puedo preguntar algo?

- Que es lo que quieres… - dijo con fastidio caminando hacia donde era ahora desde hace mucho también su casa.

- Porque no quiere que le diga a Uru a donde va todas las noches ¿Quien vive ahí?

- Nadie que te importe, Hiroto.

- Pero era alguien importan…

- ¡He dicho que no te importa! – odiaba su terquedad.

Y dicho esto Hiroto guardo silencio. No tardaron mucho en llegar a casa cuando Uruha ya los esperaba en el marco de la puerta principal, caminando hacia donde ellos para abrazar al mas bajo, dándole un beso fugaz en los labios al momento que Reita entraba sin ninguna importancia, incluso hasta ignorándoles. El rubio odiaba todo ese tipo de cariño entre los otros dos.

Subió las escaleras no sin antes darle una mirada amenazante al más bajo.

- Reita, antes de que te vayas… - le llamo – eh escuchado que vieron rondar a Aoi por los alrededores… ¿Viste algo? -

Reita se detuvo en seco, abriendo los ojos con sorpresa, era imposible, no podía creer en eso si el prácticamente había estado en la recamara que era de Shou hacia solo unos pocos minutos, bajo las escaleras rápidamente, encarando a Uruha en una manera desesperada.

- Eso es… imposible…

- Lo mismo pensé yo. – Abrazo a Hiroto por la cintura – incluso cuando estaba por las afueras no olfateé nada ni sentí su presencia… -

- Yo, yo tengo que salir un momento…

- Reita-san esta a punto de amanecer…

- Uruha, tu maldito hu… - apretó los puños con fuerza – ¿Quieres decirle a Hiroto que no se entrometa en mis asuntos? –

- Disculpa, no lo volverá a hacer… - sonrió divertido – No tardes y si tienes noticias de ese maldito ven inmediatamente. –

Reita salió desesperado, ¡diablos! Cuanta era la desesperación acumulada que podía llegar a tener en una sola noche, y todo gracias a aquel ser llamado Shou. Ahora mismo tenia que buscarle, tenía que hablarle con la verdad y por supuesto avisar a su amigo castaño para que quitara al pelinegro de en medio de una vez por todas.

*******

Habían llegado tan solo unos minutos antes de que el rubio se fuera. Era obvio que ambos sabían desde su llegada la presencia de alguien más dentro de la casa, pero ¿Por qué no habían aparecido justo frente a él para intimidarle un poco? ¿Por qué diablos Aoi, si sabía de antemano que el otro estaba, no movía ni una uña?

Aoi había tratado de ocultar su olor del buen olfato del rubio con el polvo acumulado en las cortinas de los ventanales y para Shou no era necesario el ocultarse, si sabia de antemano que su esencia de alguna manera había quedado hasta en las hermosas colchas color vino de la recamara. Aquí lo raro y vergonzoso para Shou fue el ver al rubio precisamente mirando por la ventana, escuchándole suspirar a cada inhalada de oxigeno. Pero en todo esto el divertido era Aoi, le daba tanta gracia ver precisamente aquel sonrojo en su amigo que llevaba sin mostrar desde hace mucho tiempo.

Y a todo esto, Shou mantenía su seño fruncido y sus blancas mejillas en un color rosa pálido, pudo escuchar con claridad como era que le llamaban al otro, como era que a su llamado prácticamente brincaba para corresponder a aquel que de un momento le olio asqueroso, aquella maldita risita que Aoi echaba con gracia como si todo le fuese bastante divertido no le ayudaba para nada. Gruño.

- Eres tan transparente – salió por de entre los pasillos, riendo de lo divertido que era molestar al castaño – dijiste que no querías verle porque ya no era lo mismo y ahora que le vez te pones ¿Asi? –

- ¡Te dije que no regresáramos!

- ¿Y que ganaríamos con no regresar? Tú aunque lo ocultaras, le extrañabas, podías engañar a los demás pero a mi no Kohara.

- Yo no quería regresar…

- ¿Porque le tienes miedo a él? ¿O a lo que sientes? Además estar haya no es divertido, no es lo mismo pelear con cualquiera que con Uruha.

Shou no contesto absolutamente nada mas, ni a sus interrogantes ni mucho menos al ultimo comentario, sabia de sobre manera que el haberse ido a un lugar lejano fue lo mejor pero a la vez tan torturante para si, Aoi de la mejor manera y disposición, acabando con cada humano que se le acercara, degollando a cualquiera que se le ocurriera pasar por enfrente o a un lado y aunque lo negara, Shou también disfrutaba, pero, había ese vacío, aquel que se formo después de haber probado aquellos labios, de haber sentido aquellas sensaciones desconocidas cuando el rubio tomaba sus mejillas, y aun recordándolo su cuerpo helado se calentaba de sobremanera.

Unos minutos algo rápidos pasaron en silencio, solo escuchaban lo poco que transcurría a las afueras, los pasos que Aoi daba hacia la puerta de la recamara al haber escuchado ese pequeño ruido al golpear silenciosamente una ventana.

- Shou… - aquella sonrisa hipócrita se formo en los labios del pelinegro al haber abierto la puerta de la habitación dejando al nombrado de espaldas recargado en el marco de la puerta.

- Que es lo que quie… - silencio, no supo nada mas que hacer que tratar de no girar a ver dentro, de cerrar los ojos con fuerza para impedir que ese maldito olor no se cruzara por su nariz, era tan torturante.

- Es de muy mala educación entrar a una casa si no te permiten pasar.

- Disculpa, pero entre a una habitación que no es ni tuya.

- Es mi casa pedazo de imbécil. – gruño el pelinegro, tomando con aquella agilidad al rubio por el cuello, enterrando sus uñas al apretar, disfrutando de ver como Reita de alguna manera u otra trataba de zafarse – No me interesa a que fue que viniste, no eres bienvenido aquí sabiendo que eres el enemigo, tienes el asqueroso aroma de Uruha y eso significa que estas de su lado. – apretó mas.

- N-No estoy del lado de... nadie… - tomo las manos del pelinegro y le empujo, sobando parte de su cuello, tocando las pequeñas aberturas que las uñas del otro habían dejado marcadas – solo quiero hablar un momento con él, no contigo. –

- Puedes hablar ahora, inclusive Shou no tiene ganas ni de verte…

- Aoi déjanos, mientras más rápido hable, mas rápido se va. – Dijo Shou encarando a Reita con su cara en alto, pero los ojos mirando al suelo. Su maldito nervio no se iba y por mas que dijera que la situación estaba controlada, simplemente cualquier cosa en cuestión de segundos se podría venir abajo.

- Entiendo. – Contesto aun mirando al otro amenazantemente – solo no tardes, y si no se va solo llámame y sacamos su cadáver de aquí. -

Aoi se acercó a Shou ante la atenta miranda del rubio, besando su mejilla mientras su mano rodeaba su cintura, tocando parte de su abdomen al caminar, susurrando unas palabras que solo el castaño escucho al cerrar la puerta y dejarlos dentro. Reita estaba más que enfadado por toda aquella  confiancita de los dos amigos.

Enfurecido de por como Aoi si podía tocarle de aquella manera, de por como Shou ni le apartaba al besarle. Si no era porque el mismo Shou le miraba de reojo estaba más que seguro mataría al pelinegro. Pero, no podía hacer eso si no quería ganarse su rechazo, para eso estaba Uruha, para acabar con Aoi, sacarlo del camino y asi no ensuciarse las manos y Shou no le odiase.

- Shou…

- Que es lo que ne…cesita…

No supo como sentirse, no supo siquiera porque era que el rubio se había arrojado a abrazarle una vez que Aoi saliera, no sabia el por que su cuerpo se sentía tan tranquilo y desesperado a la vez. Tenía todas aquellas ganas de corresponder al abrazo pero no podía, no con el “enemigo”, no con el aliado de aquel que quería acabar con su amigo. Trato de separarse pero simplemente los brazos que rodeaban su cintura no se lo permitían, no quería seguir inhalando ese aroma. No quería sentir nada.

- Pensé que no regresarías…

- Podría soltarme...

- Podrías no llamarme de, usted, solo dime Reita.

- Solo… que necesita y váyase, Aoi no llego de buen humor… – No haciendo caso a nada en absoluto, desvió su mirada a un lado, posicionando ambas manos en el pecho del otro, empujándole despacio.

- Aoi, Aoi, ¡Aoi! que demonios tiene él, que es lo que te hizo para que te importe mas él, ¡Porque demonios no te das cuenta que no te conviene...! No le llames cuando estés conmigo… No como si ustedes fueran algo.

- ¡A que se refiere! Aoi es solo mí…

No lo dejo terminar, justo como aquella vez, le tomó por las mejillas, enredando sus dedos en sus castaños cabellos para poder besarle. Shou solo se quedo estático una vez mas, sin saber si lo que su necesidad de besarle estaba bien, de recibir aquella lengua que le pedía con desesperación entrar a su cavidad bucal. Una vez mas trato de alejarlo pero simplemente no pudo, al momento de tratar de articular palabra Reita se apodero por completo de la situación, enredando su lengua rápidamente.

Perdido, correspondió lentamente, sintiendo como Reita por un segundo se detenía al sorprenderse, bajando una mano después y tomarle por la cadera mientras lo pegaba rudamente a su cuerpo. Shou sintió como sus entrepiernas chocaban con fuerza provocándole jadear. Se detuvo con rapidez, pero no por eso el otro hizo lo mismo.

- ¿Donde has estado? – susurro sobre sus labios, tratando de besarle una vez mas.

- Italia… - respondió lento, desviando su rostro hacia todos lados.

- Que hacían Aoi y tú solos en Italia…

- Nada que le importe…

- Si me quieres evitar porque no solo me empujas… - le robo otro beso – porque no solo gritas que te deje… -

- Largo… - susurro despacio, manteniendo su cabeza gacha, apretando sus puños con fuerza. Odio por un momento que el rubio se diera cuanta que no le separaría, que no podía incluso empujarle porque su cuerpo no se lo permitía – Si no quiere salir muerto de aquí, será mejor que se vaya… -

- ¿Por qué haces esto? Porque no solo vienes conmigo…

- ¡Porque debería de ir con alguien que me dejo a la suerte! – Le empujo - ¿Por alguien que ni siquiera le importo lo que me sucediera? –

- ¡Pero yo no sabia que hacer! ¡Era la primera vez que me pasaba algo como eso! Además, estas bien ahora ¿no?

- ¿Cree que eso fue lindo? ¡¿Cree que no sentí miedo al pensar que me matarían?!

- ¡¡Lo se!! Sé que estuvo mal pero… - le tomo por las manos – pero… -

- Largo…

- ¡No me iré! No hasta que escuches a que e venido.

- ¡Largo!

- Shou yo…

- ¡Aoi! Aoi, sácalo de aquí… - la puerta se abrió abruptamente.

Y como si el nombrado estuviese a un lado de ellos apareció al instante, tomando al rubio por el cuello de la camisa, siendo correspondido con el mismo acto por el otro.

Reita odiaba toda esa dependencia de Shou hacia el pelinegro, era como si el castaño no pudiese hacer nada a menos que Aoi se lo dispusiera, pidiéndole toda la ayuda tal y como ahora lo hacia. Tal y como Aoi también se comportaba, en realidad los dos dependían del otro para cualquier cosa, como si entre ellos hubiera algo, como si entre los dos hubiesen jurado cuidarse las espaldas, como si prometieran protegerse mutua- mente.

Eso era lo que mas odiaba, esa era la razón por la cual quería sacar a Aoi del camino, sin él, Shou no estaría “atado”, sin él simplemente Shou estaría solo…

- Si Shou no quiere verte, no me queda más que cumplir su capricho. – Hablo Aoi, con aquella característica sonrisa, sujetando y siendo sujetado aun por el cuello de la blanca camisa – Cuida tus espaldas, porque él es incluso mas maldito que yo, esa carita dulce, no es nada mas que tu jodida perdición, Reita… -

- Q-Que le has hecho…

- No tengo que contestar a eso y ahora lárgate si no quieres que yo mismo te saque a patadas. – gruño, empujando al otro hacia la ventana, dejándolo ir tal y como había llegado, saliendo por la ventana como un ladrón.

- Ten por seguro que esto no se quedara asi, Aoi, no dejare que hagas de él lo que te venga en gana. – amenazo dando el ultimo vistazo a aquellos ojos color platinados del castaño. – Nos vemos, Shou. –

- ¡¡LARGO!!

Grito, grito con toda aquella furia, mostrando su grave y fuerte voz, incluso asustando un poco al pelinegro. Se llevaba las manos a la cabeza, cerrando los ojos y apretando fuertemente sus parpados, odiaba de sobremanera exaltarse, no aguantaba incluso el enojarse sabiendo que su exaltación innecesaria le provocaría reflejar el color oculto de sus ojos, aquel color rojo que se suponía debería de odiar.

- No hagas eso… - hablo despacio quitando las manos del otro de su rostro – esta bien, solo no te dejes llevar por el enojo. –

- Odio… ¡odio no poder controlarme! ¿Porque? Porque…

- No vamos a discutir eso. – Regañó – sabes que fue difícil controlar y sobrellevar todo aquello, sabes que para mi tampoco fue fácil ayudarte para que tu mismo te hicieras cargo de tus propios poderes ocultos… tus ojos son hermosos, mi mayor creación, sin ese pequeño dote tuyo, no seria posible todo lo que hemos logrado, no odies el color carmín de tus ojos, no pienses en los demás, sino, solo en ti… -

-¿Ni en ti? – rio despacio ante las palabras del otro.

- Incluso si me quieres odiar, no puedes hacerlo…

- En eso tienes razón… ¿Yuu?

- ¿Huh?

- No dejes que se acerque más.

- ¿Porque?

Tomo su mano saliendo ambos de la recamara, caminando por aquellos iluminados pasillos, iluminados al avisarles que en pocos minutos amanecería. Arrastrándole hasta aquella grande pero oscura habitación, una donde ni el más mínimo rayo de luz entraría, aquella que de alguna manera u otra ambos extrañaban.

- Solo no quiero que se acerque.

- Hablemos con la verdad Kohara, si no me das motivos suficientes para que yo no le permita acercarse no haré caso a nada de lo que me pidas.

- Esta con Uruha.

- Eso no es verdad y lo sabes. Solo di lo que ya se, quiero que lo digas tu y yo gustoso le aparto y hasta si quieres le mato y de recuerdo te dejo su cráneo, ¡solo dímelo! Quiero escucharlo de ti.

- Yo… yo tengo miedo

- ¡¿A que?! – movió sus pies desesperado sobre el mullido silloncito de su recamara, sonriendo al querer escuchar lo que el otro le diría solo para reírse por un momento.

- ¡A sentir esto que siento! ¡¡Maldición!! ¡¡A enamorarme como un estúpido de aquel que me dejo tirado como un perro!!

- ¡Lo sabia! – Hecho una risita – sabía que ese te gustaba, esto de querer a alguien vaya que es muy complicado, pero en fin, cuenta conmigo. –

- Gracias…

- Déjate de eso, mejor dime porque no le correspondes si sabes que tu le gustas, a mi no me importaría en lo absoluto tener que aguantarlo sabiendo que te quiere y puede ser de utilidad para terminar con Uruha…

- No quiero – bufo.

- Porque~

- Porque aun no es tiempo, aun hay muchas cosas por hacer y una de esas es estar con aquel que vendrá pronto a ti.

- Esas son idioteces, sigues creyendo que alguien vendrá a cambiarme solo porque yo me…. Agh~ ¿enamorarme? No puedo, es absurdo.

- Sabes que es verdad.

- Tu premonición es absurda, es irracional, esta totalmente equivocada, es… imposible.

- ¡Sabes que soy asertivo! Y cuando vengas a decirme que le encontraste me burlare de ti justo como tu lo hiciste conmigo y ahora descansare y no quiero oírte y me dormiré aquí porque no quiero ir mas a aquel cuarto y así será hasta que “aquel” llegue y tome su lugar.

- Pero es mi cama.

- ¡No me importa! Y ahora ven aquí que ya amaneció.

Rodando los ojos y sonriendo divertido obedeció, se acomodó a las espaldas del otro despeinando su castaño cabello, peinando después con sus propios dedos al sentir como si aun Shou fuera alguien pequeño justo como un niño, verle descansar mas no dormir era algo que le parecía realmente gracioso, incluso Aoi no tenia esa necesidad de descansar sus sentido porque ya no era tan joven. Solo se limito a ver al otro sin despegarse de su lado hasta que volviera a anochecer.

*******

Y el rubio de ninguna manera dejaría que Aoi siguiera cerca de Shou, sabiendo que de alguna manera le pudiera hacer cambiar, pero sabia también que no debía de meterse mucho en los asuntos de Uruha porque eso no le beneficiaria en lo absoluto porque el pelinegro se daría cuenta. Pero vamos, el solo enredaba su cabeza, o dejaba a Uruha o dejaba que este terminara con Aoi.

Llego a casa antes de que amaneciera por completo, siendo recibido por el mas bajo quien le miro con algo de temor, observo la casa con la mirada  hasta que dio con aquel que le esperaba justo en unos de los lugares apartados de la puerta principal.

- ¿Y bien…?

- Creo que tendrás diversión de sobra. – Contesto con una sonrisa fingida – Aoi esta aquí asi que cuando tú quieras, actuaremos… - nunca pensó que el decir esto, le causaría bastante satisfacción. 




Gracias por siempre leerme...

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