From now on... -Capitulo 04-

12:17 *Mony-san* 0 Comments

Capitulo 4: New feelings

La mirada de todos fue tan sorpresiva que provoco un color rojizo en las mejillas de ambos.

El castaño se había levantado rápidamente del suelo, tirando aquellos palillos que se disponía a morder con ansiedad, la llegada había sido tan repentina e incluso odiaba aquellos instintos fallidos que Tora había tenido al tratar de alejarse, actuando contrariamente deteniéndole y casi dejándolo inmóvil en su lugar, recriminándose con los ojos cerrados.

- ¿Q-Que? – trato de pronunciar el bajista.

- ¿Ustedes? No, no puedo creerlo…

Shou había entrado rápidamente, apuntándolos, ganándose una mirada odiosa por parte del guitarrista. Estaban shockeados, aun no procesaban lo que sus ojos habían visto por unos segundos. Nao con la boca abierta y Hiroto mirándolos con insistencia como si eso fuera a contestarle las interrogantes que rondaban en su cabeza a ser contestadas.

Tora simplemente sin decir algo o mirar a alguien salió dejando a Saga con millones de preguntas que por supuesto los otros le harían.

Caminar por los pasillos le ayudo a despejarse un rato, a soltar el suspiro que había estado aguantando en todo aquel momento de la comida. Aún faltaban alrededor de veinte minutos para que su hora de descanso terminara, asi que aún tenía menos de diecinueve para hacer lo necesario, pensar que era lo que haría a partir del momento en que regresaría a la sala y ver una vez más al bajista.

- Necesito un trago…

Y por supuesto que lo necesitaba, tenía esa ansiedad que le carcomía cuando las cosas tal vez no se darían de la mejor manera. Bien, lo primero estaba superado, su cabeza había estado trabajando para compartir su aire junto a Saga, sus neuronas le había ayudado para no hacer un comentario estúpido y su cuerpo se había mantenido lo suficientemente lejos como para no sentir esa incomodidad que de un momento a otro experimento.

Despeino con cansancio sus negros cabellos, camino incluso sacando un cigarrillo aunque estuviese prohibido.

- Buenas, Tora kun.

¿Cuánto había logrado caminar? ¿Porque se encontraba en ese piso donde estaban los compañeros de banda a la que pertenecía la persona que supuestamente le saludaba con amabilidad? No lo odiaba, pero algo le decía que aquella persona no era una muy buena como para tratarle amistosamente.

- Buenas tardes, Reita san.

Drásticamente sus miradas se conectaron por unos momentos, inspeccionándose ambos seres por completo. Reita le odiaba, más que eso, el simple hecho de verle cerca, le asqueaba, y Tora, no es que precisamente a él le callera de maravilla para contestarle tan amablemente como lo había hecho hacia unos segundos. Cómo explicar que su comportamiento había cambiado con el simple hecho de haber entablado una conversación de “lo siento” con su bajista.

Sin ser consciente de ello, se había perdido una vez más en las palabras de Saga, en ese tono amable con el que le hablaba.

- Estas más contento de lo normal, Tora.

La voz de la tercera persona inundo por completo el angosto pasillo, regalando una sonrisa que Tora regreso con la misma intensidad. El, a comparación de ese maldito rubio, le caía tan bien, a decir verdad, cualquiera de Gazette le caía bien, simplemente esta vez había una excepción.

- Supongo hoy tienes algo de razón. – contesto, ignorando a cierta persona que chasqueaba los dientes con un deje de molestia.

- ¿La tengo? – Tora sonrió ante la sonrisa linda que le mostraban.

- Por supuesto y supongo tienen trabajo, asi que me voy – el pelinegro dio media vuelta regresando – Fue un gusto saludarte, Uruha san. –

- Na. – Rio no tomando importancia – Salúdame a los chicos. –

- De tu parte…

Tora sin decir algo más simplemente se alejó de aquellos pasillos, no siendo consiente de aquel regaño que el castaño Gazetto le daba a Reita, no escuchando aquellas palabra que salieron de ambos labios e incluso mucho menos fue consiente de aquello que Reita se vio obligado a gritar al saber que Uruha tenía la razón.

…………………………………

El ensayo restante había sido algo difícil de soportar. Aquellas miradas insistentes sobre su cuerpo, aquellas palabritas curiosas y secretitos a oídos. Les había colmado la paciencia de hasta no soportarse ellos mismos. Se habían quedado sentados mirando como uno a uno, curiosos, se marchaban de la sala, como a los minutos la soledad y silencio les envolvía pareciendo una cálida frazada, templando el frio que tal vez hacia afuera.

¿Qué decir? ¿Cómo diablos entablar una conversación en circunstancias como estas? Ambos odiaban el quedarse callados o que el silencio incomodo les envolviera por completo. Ambos se levantaron de su lugar.

- No lo soporto. – Dijo el pelinegro – odio este maldito silencio. –

- Salgamos de aquí.

Cada uno se dispuso a tomar sus cosas, a salir incluso uno al lado del otro, y aunque la compañía completa, no sabía de su anterior distanciamiento, las miradas extrañadas no se hicieron esperar al verles caminar juntos. Odiaban esta situación.

- Necesitamos hablar. – dijo de repente Tora, caminando si detener su paso, lento – pero aquí no se puede, odio que me miren asi. –

- Te mandare un mensaje, y asegúrate de contestarlo.

Tora iba a replicar, a gritar una maldición por la manera en la que Saga le hablaba, pero simplemente sus palabras no salieron completas, al girarse, solo pudo ver como el bajista caminaba a la lejanía, y como sin ninguna importancia subía al ascensor y la puerta se cerraba. Pudo ver esa sonrisa antes de que ambas puertas le impidieran verlo una vez más.

Suspiro, lo hizo como jamás lo había recordado…

Saco el celular inmediatamente, tecleando con ansiedad un número que se sabía de memoria. La intranquilidad se desvaneció hasta que su llamada fue contestada, hasta que prácticamente aceptaban lo que había propuesto. Necesitaba verle, necesitaba decirle a alguien lo que sucedía antes de volverse completamente loco.

* … * … * … * … * … * … * … * … * … * …

Recargarse en la pared no le iba a calmar aquellas sensaciones que su cuerpo experimentaba. No iba a ayudarle a detener aquella velocidad con la que su corazón bombeaba la sangre necesaria para poder respirar. Todo era tan raro. El que Tora no le rechazara era lo más raro del mundo, era algo tan extraño que provocaba a su cabeza y neuronas despertar esas esperanzas que había encerrado hacia algunas semanas o meses.

¿Qué pasaba si toda esa ayuda que le habían brindado ya no servía para nada? ¿Cómo decir ahora que todo aquello que Reita había hecho para ayudarle a olvidar no funcionaba? Pero lo más importante era gravarse en la cabeza que una persona como Tora nunca le querría como lo hacía el bajista de Gazette.

Su cabeza era un caos, por culpa de Shou, por culpa de Tora, por culpa de sí mismo…

La puerta se abrió con aquella lentitud característica de los elevadores justo un piso antes de que el llegara a su destino, topándose con una persona que en estos momentos ni siquiera recordaba de su existencia, y a pesar de que se conocían lo suficiente y no por ser amigos sino por ser nuevos compañeros, solo una sonrisa se dibujó en los labios.

- Hoy estas sonriente, Joe. – alzo una ceja mirando a la nada, llamándole como suele hacerlo con la otra banda.

- En lo absoluto.

- Alguien me dijo que hablaste con Tora. – insistió.

- Algo sin importancia, Keiyuu.

- En veces las personas necesitamos guardarnos algunos secretos… - La manera de hablar en el vocalista de Kra cambio drásticamente obligando a que el bajista le pusiera atención. Saga sabía que Keiyuu como Naoki eran unas personas muy apegadas al pelinegro incluso tan cercanas como el mismo Shou. El más bajo continuo – Sabes que a pesar de ello Tora odia las mentiras. –

Saga simplemente se alzó de hombros no contestando nada. Estaba consiente que la persona a su lado tenía toda la razón. Pero ahora mismo como llegar a decir la verdad que el pelinegro quería escuchar si sabía que sería algo difícil para ambos. ¿Cómo diablos llegar y decirle a Tora un simple “Yo te quería”? porque le quería y no precisamente como los buenos amigos que alguna vez había sido.

- Piénsalo.

Y precisamente eso hizo al ver como el más bajo salía a toda prisa del elevador. No tardo en darse por vencido y caminar por el pasillo antes de llegar a una sala que prácticamente le recibió como era debido, con algún saludo, abrazo y hasta un pequeño beso, que a pesar de todo le dibuja una sonrisa en los labios al sentirse importante aunque fuera para una única persona.

* … * … * … * … * … * … * … * … * … * … * … *

Siete o quince horas habían pasado después de que habían salido de la compañía. Era un estúpido al ver el celular a cada minuto, abrir la pantalla del mismo para verificar que el timbre de alerta de mensaje no estuviese en vibrador.

 ¡A quien engañaba! Había estado esperando inconscientemente a que unas simples letras aparecieran en la pantalla como hacía tiempo no lo hacían. Incluso había dormido con el aparato muy cerca de si para escucharle entre el sueño. Y su ahora estado de ánimo era tan notorio que hasta al mismo Hiroto asustaba.

- No dormiste bien. – afirmo llamando su atención, dándose cuenta el más alto que los demás se encontraban haciendo sus arreglos individuales para las melodías. – Tora… –

- Te escuche la primera vez. – bufo molesto.

- Eres insoportable. - Este era el momento en donde Hiroto no dejaba intimidarse por la mirada molesta de su compañero de cuerdas prefiriendo ignorarle. Yéndose a un lugar donde solo, pudiese trabajar mejor  sin tener que soportar aquella aura negra que rodeaba parte de unos de los silloncitos de la sala.

Y su mirada a pesar de estar en las cuerdas gruesas de su bajo, también estaban pendientes de aquel que somnoliento trataba de cerrar los ojos por el cansancio y aburrición que esos momentos le causaban. No tardando en pedir un momento de descanso, en decir estúpidamente que su cabeza había comenzado a doler por no haber desayunado nada, obligando al vocalista a que saliera a una llamada con el manager, a que Nao fuera en busca de una comida y a que Hiroto sin dudarlo, les dejara solos por no querer presenciar sus miradas frías, que según él, se estarían dando todo el rato en el que estuviesen sin hacer nada.

- Hiroto tiene razón.

Saga había llegado a sentarse a un lado suyo, recargándose en el respaldo mientras el pelinegro abría uno de sus ojos para mirarle de soslayo. Su sorpresa no fue perderse en ese perfil ni mucho menos en esa manera de acomodarse, sino en aquella castaña y perdida mirada que clavada a la pared, que cristalizada le llamaba.

- ¿Tú también piensas que soy insoportable? Que novedad.

- Me refiero a que te vez algo cansado. – Frunció el ceño, preocupado – pero últimamente si estas siendo insoportable. –

No sabía cómo es que podía llegar a hacerle una merecida plática para que las cosas no se hicieran más tediosas de lo que ya eran. Sabían mucho del otro y no había cosas nuevas que pudiesen esperar por saber, sabían que les molestaba, que les gustaba, que les disgustaba. Saga mordió su labio al ser consciente de que estaba mal lo que intentaría hacer, quedándose callado solo asustándose cuando el otro tomándole desprevenido, le llamaba.

- No me llamaste.

- ¿Estuviste esperando a que lo hiciera?

- Lo prometiste.

Sin saber que hacer o decir solo cerro los ojos con una sonrisa nerviosa, sintiendo como sus labios temblaban impidiendo que la expresión de felicidad dibujara su rostro. Hacia tanto que no se sentía de esta manera, que su corazón no latía desbocado por una simple tontería. La insistente mirada curiosa de Tora, su expresión rígida pero preocupada. ¿Qué tenía que hacer para que nada se saliera de control?

- Pensé que no querría hablar conmigo. – Susurro despacio, tragando el nervio con la ayuda de su propia saliva – No sabía qué diablos decirte. –

- ¿Sabes que es la espontaneidad? – Tora rio al ver la “molestia” del otro – Tal vez si solo eras tú mismo, las cosas no se hubiesen hecho tediosas al hablar. -

Estaba sorprendido de sí mismo. De que sin dudarlo su voz saliera lo más calmada y alegre que nunca se hubiese imaginada. Aquella mirada le gustaba, le llamaba a pensar que era lo más linda de todas las que había visto, que aquel timbre ligero en la voz del castaño solo era una de las tantas cosas que antes de alguna manera le gustaban, y que en estos momentos comenzaba a amar.

- Porque no vienes a casa por la noche – pidió el pelinegro – tratemos de llevarnos bien de nuevo. –

Sin creerlo mucho asintió rápidamente. Ninguno de los dos creía lo que escuchaban o decían. Ninguno se hacía a la idea de que sus palabras eran de lo más seria de lo que pensaban. Tora no dudo en salir rápidamente de la compañía una vez que los ensayos terminasen, en pedir a Naoki no aparecer en su casa por ningún momento. Sus intenciones eran buena, las mejores, sin lugar a dudas no estaba dudando en volver a llevarse bien con aquella persona que tenía que llegar en al menos unas dos horas a su casa.

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- ¿Esperas alguna llamada?

El castaño se movía de un lugar a otro, sacando y escondiendo algunas cosas que se pondría o utilizaría. Era observado y más que eso hostigado a cada momento. Su pareja le miraba sin descanso, le jalaba a cada segundo para que le pusiera la atención que se merecía. ¿y que se ganaba el rubio al ser tan atento? ¡Nada! Solo que Saga como cualquier chiquilla moviera de aquí y haya las obvias ropas para ponerse.

- Te estoy hablando Takashi. – llamo una vez más caminando y abrazándole por la espalda.

Sentir sus besos por sobre su nuca, la manera de que aquellos dedos, intrusos, comenzaran a recorrer su pecho por debajo de la camisa. La sensación era extraña, las caricias toscas, aquella lengua húmeda que con vulgaridad recorría su cuello de a poco. No le gustaba. Se giró para reprenderle, para pedirle de favor que dejara de hacer aquello y no le quitara su tiempo para cambiarse, estaba a menos de treinta minutos de salir de casa.

- Espera, tengo que salir un momento. – Trato de alejarle – es importante. –

- ¿Tan importante como para vestirte bien y dejarme solo? - Reita negó con una sonrisa – No iras a ningún lado a menos que yo vaya contigo. –

Odiaba esa manera sobreprotectora, enfermo de celos de cualquier mosca que se cruzara. No mentiría al decir que desde la primera vez que acepto salir con el Gazetto le encantaba que fuera de esa manera, pero ahora, ahora le impedía salir corriendo y llegar a casa del guitarrista. Reita negó una vez más al sentir las intenciones del Alicio.

- Tenemos tanto tiempo saliendo juntos… - Reita le había acorralado, tomándole con la ayuda de su mano ambas muñecas del castaño, adentrando su mano a aquella flácida entrepierna, apretando y dejándole inmóvil con ese simple acto. - ¿Sabes cuánto he deseado tenerte solo para mí? – Saga negó.

- Akira, necesito…

- Yo si te necesito. – Le beso lento – yo soy el único que te quiere, que haría este tipo de cosa por ti. – Su cabeza trabajo rápidamente, sonriendo sobre los labios del asustado bajista – Yo no te rechazare en ningún momento, sabes que absolutamente nadie te querría por lo que eres, ni el mismo Tora, le asquearas… -

Solo negó ante las palabras que le eran dichas y sin cerrar los ojos derramó una traviesa lágrima al saber que el rubio tenia razón. Esta vez Reita no permitiría que Saga se le escapara como anteriores ocasiones. No habría ninguna excusa, nadie que les molestara e incluso estaba más que seguro, que con esto que había dicho, Saga terminaría convenciéndose que nadie más que él podía tocarle de la manera en que comenzaba a hacerlo.

¿Tanta razón era la que el rubio tenía como para llorar y dejarse hacer lo que el otro quisiera? Estaba decepcionado de sí mismo al darse por vencido tan rápidamente.

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Había pasado una hora después de la acordada. Por supuesto que estaba preocupado, molesto, fuera de sí, pero más que eso algo asustado. Quería llamar y saber por qué la tardanza del otro, salir de casa e ir rápidamente a donde el otro vivía, pero no podía. ¿Tal vez si le daba quince minutos más? Tal vez Saga no llegaría. De alguna manera dolía, dolía no comprender por qué jugaba el castaño de esa manera con el sí lo único que quería era volver a tener su atención, su amistad aunque fuera.

- Takashi…

Su celular abría y cerraba la pantalla repetidas de veces, lo suspiros salían de sus labios a cada segundo que pasaba. ¿Y si ahora si llamaba? ¿Pero y si no le contestaba? Era tan estresante estar de esta manera, preocuparte tanto sin saber si estaba bien o no. El solo era consiente que nada de esto estaba bien, que aquella corazonada no era de lo más lindo.

Brinco al sentir el vibrar del celular, abriendo al instante con rapidez, sorprendiéndose de lo poco que venía escrito. Sin duda, ese no era Saga.

“No me siento bien asi que dejémoslo para después, ¿sí?” ¿Para después? ¡Que se sentía mal! ¡Saga nunca le hubiese mandado un mensaje tan corto solo diciendo que se sentía mal! ¿Dónde estaban todas esas explicaciones? ¡¿Dónde habían quedado esos odiosos emoticones que el bajista ponía?! Sin lugar a dudas, algo estaba más que mal.

Salió de casa importándole una mierda si Saga no quería verle, si se burlaba después de el por ser tan impulsivo al salir corriendo de casa. Incluso le importaba una mierda no llegar con un buen discurso planeado. Estaba tan preocupado como lo hubiese estado si algo le pasaba a los demás, estaba tan preocupado que solo quería llegar a verle y saber que estaba bien.

Cinco minutos bastaron para que llegara casi derrapando, para que sorprendido no bajara inmediatamente de su vehículo, incluso se alejó un poco, apagando las luces del coche para observar fijamente con curiosidad quien era el que salía como si estuviera en su propia casa. No pudo evitar dejar salir un jadeo al ver de quien se trataba, de que sus puños se cerraran con fuerza y sus ojos se achicaran en rabia. ¿Qué hacia Akira saliendo de la casa de Saga? ¿Qué era lo que esta vez le estaba ocultando?

Pero lo más importante, ¿Por qué era que se sentía tan engañado? ¡Con unos evidentes celos saliendo de hasta sus poros! No le perdonaría esto si es que era lo que se imaginaba. No le perdonaría que Reita fuera la persona con la que estuviera saliendo. No le perdonaría incluso que siguiera con el después de lo que había visto.

Y para Saga fue tan sorprendente sentir como la mano del pelinegro se estampaba en su mejilla al abrir la puerta, como al ver sus lágrimas se arrepentía de lo que hacía y le abrazaba sin pensarlo.

¿Qué era esto? ¿Porque ninguno sabía como responder al estar plasmados en la puerta de la casa? sin saber decir un “Pasa, te estaba esperando” o un “Me sentí tan engañado con lo que acabo de ver”…


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Gracias por siempre leerme...

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