Vampire Love II ~Capitulo 9~
CAPITULO 9
“Primera noche…”
[17/01/2010]
¿Cuanto fue
lo que había extrañado este lugar? ¿Por cuánto tiempo tenia la necesidad de
regresar? Desde que se habían ido, desde aquella noche que había partido con
Tora, había comenzado a extrañar hasta a pequeña briza fría de las noches.
Italia era un lugar maravilloso, excepcional, pero nada se igualaba con aquella
ciudad natal y a pesar de que aquellos familiares del pelinegro, Aoi, eran muy
buenos con ellos, no dudo para nada el aceptar cuando Tora le decía un “regresemos”.
Habían pasado
décadas después de su “huida” después de que en aquellos años había salido
rápidamente del país para que nadie se diera cuenta de su partida, pero ahora,
¿Qué era lo que sucedía ahora? Porque diablos tenía esa sensación extraña,
porque aquellos nerviosismos de siempre le envolvían, porque con solo aspirar
los aromas en el aire le comenzaban a volver loco. Se acomodó mejor en el
asiento de aquel coche que habían traído como recuerdo de aquel otro país,
cerrando los ojos y suspirando con fuerza.
- Es extraño
¿no? – Aquella voz ronca del conductor le hizo poner toda su atención – el
ambiente de aquí es un poco mas ligero, pero las esencias te envuelven por completo – comento
con una aire de nostalgia, tan calmado.
- ¿Extrañabas
este lugar? – pregunto el castaño, girando su cuerpo por sobre el asiento,
mirando directamente al pelinegro que ponía toda atención hacia el frente con
una inmensa sonrisa
- Lo
extrañaba. – afirmo.
Tora pudo
distinguir aquella sonrisa dulce en el castaño, dándole un poco de gracia
cuando comenzaba a mirar hacia todos lados, su mirada se centro una vez mas al
frente pensando del porque había tomado la decisión de regresar al lugar que
precisamente le haría extrañar, a aquel lugar que estaba seguro si no encaraba
no lograría romper con ese miedo que le envolvía con el solo hecho de no haber
detenido al dueño de su tristeza por años.
Shou seguía
mirando a las afueras por su ventana, recargado en el respaldo con pesadez,
miraba hacia la oscuridad en la cual un simple mortal solo vería eso,
oscuridad, pero sus ojos, aquellos que ahora le mostraban con claridad su
alrededor solo atinaron a tornarse tristes, rojizos y no precisamente porque
hubiesen cambiado a aquel color. Solo sintió como la mano de Tora se aferraba a
sus cabellos castaños despeinándolos, acariciándole el rostro con comprensión.
- ¿Tu estarás
bien? – pregunto de repente.
- No se
porque no lo estaría, Tora… Tú lo sientes más que yo.
- Humm…
supongo tienes razón.
El silencio
se apodero de aquel coche por completo al sentir aquella sensación asfixiante
al recorrer las nuevas calles de la pequeña ciudad. Podían visualizar aquel
pequeño bosquecito en un gran parque, con juegos, y por las horas,
completamente solos. Aquella casa a la lejanía, aquella completamente vieja y
en la oscuridad. Shou suspiro con nostalgia al verle, al sentir aquella presión
en su garganta al estar cada vez mas cerca.
¿Cuántas
cosas había vivido ahí? Cuánto era lo que aquella enorme y vieja casa tenia aun
guardado, aun plasmado. ¿Cuánto era lo que podría recordar al entra una vez mas
a su habitación? Quiso bajar corriendo, quiso huir de la realidad y buscar una
nueva y moderna casa como a la que estaban acostumbrados, pero no, era como una
vez Tora se lo dijo, una vez como los pensamientos le recordaron unas pequeñas
palabras que el mismo le había pronunciado a Aoi.
No podía huir
de su destino, todo era inevitable…
No podía
hacer nada más que bajar del carro ahora que Tora lo había estacionado en el
asfalto que se encontraba entre aquel jardín seco, completamente muerto.
Inhalando aquel aroma a podrido de las flores. No tomaron importancia a eso, o
realmente Tora no fue el único quien le tomo importancia. Las puertas se
abrieron en un empujón algo fuerte del pelinegro había dado, soltando polvo y
algo de telarañas.
- Es un
desperdicio…
- No digas
eso. – rio leve – solo necesita algo de limpieza. – entro por completo
recorriendo todo con la mirada, paseando sus dedos por las viejas cortinas
aterciopeladas, tan opacas, escondiendo ese color vino en un horrendo grisáceo.
– Tal vez necesitemos comprar algo nuevo… - su mirada se oscureció por
completo, aquel sillón, aquel que siempre fue ocupado por Aoi ahora se
encontraba ocupado por aquel cuerpo hecho un ovillo por parte de Tora – Tal
vez… solo lo dejemos asi… -
Nada se podía
apreciar con claridad, todo era un completo asco, un completo desastre, un
desperdicio total. Lo único salvado era la casa, tan grande y vieja pero con
una estructura invencible. Su mirada
se pego con la escalera. Quería subir, quería poder ver lo que tal vez aquella
recamara aun guardaba pero tenia miedo de que alguien apareciera como aquella vez, sentía unos enormes nervios de
solo pensar que le encontraría ahí, asomándose a la ventana, esperándole. Pero,
¿Por qué tenia miedo? porque no solo si le veía se lanzaba a sus brazos y ya.
Pensaba que
no era tan fácil.
Una idea
completamente idiota se formo en su cabeza, negando con ella, no queriendo
subir por aquellas escaleras.
- ¿Qué pasa?
– Las manos de Tora se posicionaron en sus hombros.
- Nada, es
solo que… todo esto me trae tantos recuerdos.
- Estamos
aquí vara vencerlos ¿No? – sonrió leve, girándole para que le mirase de frente,
acariciando sus mejillas con ambas manos, moviendo lentamente sus pulgares por
sobre ellas – dijimos que empezaríamos una vez mas, aquí, sin que nada nos
afectara. –
- Lo se, pero
es tan… difícil.
Tora solo
negó con la cabeza, tomándole por el brazo para jalarle a subir las escaleras.
El cuerpo de Shou se helo mucho mas, cada que daba paso a un nuevo escalón
sentía como su baldes de agua fría cayeran a su espalda, como si al momento de
poner un pie en el suelo quemara como el fuego. Pero se suponía que desde hace
mucho había esperado por esto, poder regresar a donde todo había comenzado, a
donde Aoi le había hecho compañía, a donde había compartido tantas noches junto
al rubio.
Reita… “¿Qué
habría sido de él?” Siempre se había hecho esa pregunta cada noche, siempre
había rezado a cualquier santo o demonio a que el rubio no hiciera una idiotez,
a que le esperara como había jurado. Porque no decir que necesitaba verle, que
desde hace años necesitaba de su aroma embriagante, de sus besos, de su tímidas
pero a la vez firmes caricias. Aun le quería, aun, como siempre lo haría, le amaba.
- ¿Shou?
- S-Si… te
escucho. – mintió.
- No lo
haces. Desde que llegamos no me has puesto atención en nada de lo que digo.
- No mientas.
– rio leve.
- No miento.
– Se quejo – Te dije que abrieras tu puerta. – le miro con enojo.
Automáticamente
Shou giro a ver lo que efectivamente era, la puerta de su recamara. No supo que
hacer, incluso, sentía que tal vez habría la presencia de alguien más dentro.
Giro a mirar a Tora quien solo sonreía con los brazos cruzados, mirándole
acusadoramente y con fastidio.
- ¿Tu no iras
a tu recamara? – Se excusó – Tienes cosas que desempacar. –
- ¿Quieres
que te deje solo ¿Verdad? – Shou negó rápidamente – sabes que a mi no puedes
ocultarme nada. Sé que estas nervioso. – Ladeo la cabeza con una sonrisa –
justamente a partir del penúltimo escalón de las escaleras comenzó a oler
diferente, no creas que no lo note. –
- No sé de
que hablas. – se mordió el labio levemente.
- Te dejare
solo entonces, si necesitas algo solo llámame, trata de no salir, falta poco
para que amanezca.
Shou
entrecerró los ojos tratando de intimidar al otro quien prácticamente caminaba
con apuro por los pasillos. Llevo su mano a la perilla de la puerta. Lo sentía,
claro que había sentido un aroma diferente pero no desconocido, sus nervios estaban
a flor de piel, sus manos comenzaban, además de sudar a temblar. Robóticamente
abrió la puerta con lentitud.
Su shock fue
enorme, su respiración se aceleró sobremanera, sus ojos se cristalizaron
levemente ante lo que veía. Nunca se imagino que algo como esto le estuviera
pasando. Aquel aire que entraba por la ventana abierta le arrojaba directamente
a su cuerpo aquel aroma embriagante dejándole una sensación de sorpresa y
felicidad. Ante la falta de luz eléctrica tuvo que agudizar su sentido de la vista,
quedando prácticamente con la boca abierta al ver todo aquello regado en el
suelo.
Su Recamara
estaba tal y como la había dejado, aquella ultima cobija aterciopelada estaba
perfectamente tendida sobre el colchón, paso la yema de sus dedos por sobre la
tela sintiendo su suavidad. No había ningún rastro de polvo, ningún rastro de
aroma a viejo. Todo olía a él, todo,
absolutamente todo tenia su aroma impregnado y sino se equivocaba, si es que
aun podía estar seguro, aquella rosa rojiza, una de las tantas que reposaban
sobre el piso tornándose oscuras, por lo menos tendría dos días sin estar en
agua, por lo menos Reita tenia que haber estado ahí dos noches antes de que
regresara.
Se llevo sus manos a la boca ocultando
aquellos gimoteos, saliendo disparado de la recamara, bajando las escaleras
corriendo fuera de la casa importándole la poca hora y minutos que restaban
para la salida del sol. Quería verle, ¡Necesitaba verle! Decirle tantas cosas,
agradecerle por siempre esperarle… en su recamara.
Camino por las calles no conociéndolas
ya, mirando para todos lados perdido por cada sabroso aroma en el ligero
resoplar del viento, aquella sensación en su garganta le pedía que consumiera
la vida de la primera chiquilla o chiquillo que pasara a su lado, exigiendo que
alimentara a su cuerpo después de no haberlo hecho en dos días por los
preparativos para regresar.
Los parques lejanos eran cubiertos por
un silencio tormentoso, por uno de esos que se le hacían maravillosos. ¿Como
empezar? Por donde le tenía que comenzar a buscar.
*****************
¿Qué día era ya? ¿Cuántos días tenia
que esperar más? Hoy era el tercer día en el cual no había ido, en el cual, no
se había sentado sobre el colchón o mirar por la ventana con la esperanza de
que llegara. Porque llegaría ¿cierto? Volvería y cumpliría con su promesa de
estar juntos ¿Verdad? no perdía las esperanzas, no dejaría de tener esa
seguridad de que Shou llegaría en cualquier momento a decirle que le había
extrañado, a besarle como hacia mucho lo necesitaba.
- Es bastante tarde para que una
señorita como yo, ande por las calles.
El rubio quiso aventar una carcajada,
¿señorita? ¡Señorita su puta madre! Dios, la había sacado de una maldita
esquina y la muy estúpida se había dado aires de grandeza al según ella haberse llevado lo mejor. Vamos, ella si
que debería de estar agradecida, Reita no la quería para un servicio, no, Reita
la quería para una cosa mejor que esa, algo menos asqueroso. La había cortejado
lo suficiente, le hablaba de la manera más caballerosa posible ¿Por qué? porque
simplemente su sangre le había llamado al instante.
- Descuida linda, iremos a mi casa y me
divertirás por toda la mañana, día y tarde.
- ¿Crees poder aguantar tanto? – Reita
rio escandalosamente - ¿Qué? –
- No, no… ¿Tú crees poder aguantar
mucho sin gritar?
La mujer se puso de todos los colores
posibles. Reita le había tomado posesivamente por las caderas pegándola a su
cuerpo. La chica claro que ya estaba bastante caliente, con un cuerpo como
aquel, tan blanco, tan bien formado, por supuesto que no lo desaprovecharía.
Subió su pierna hacia la cintura del rubio, importándole una mierda su aquella
falda mostraba de mas.
- Entonces… - La voz de aquella mujer
se torno lujuriosa sobre el oído del rubio, lamiéndolo, mordiendo con la punta
de sus dientes juguetonamente –… ¿nos divertiremos hasta el cansancio? –
- Como no tienes idea…
Sin ningún tipo de delicadeza tomo
aquella pierna que se aferraba a su cintura, apoyándose de ella para elevarle
unos centímetros del suelo. Aquella se había aferrado a su cuello como una
sanguijuela, mordiendo su cuello con insistencia con el simple placer de
dejarle marcado. Reita le empujo hacia cualquier lugar cercano, delineando su
cuello con la punta de la lengua. Aquella piel le regalaba la dulzura amarga de
su próximo alimento. Podía sentir el éxtasis de la sangre recorrer por su
cuello cuando este mismo se había negado a pasar saliva dejándolo completamente
seco.
La chica se tenso.
- ¿Qué pasa? – pregunto con gracia
regalándole una media sonrisa.
- A-Acabo de…
Su sonrisa no se borro en ningún
momento, mucho menos cuando comenzaba a delinear una vez mas aquel cuello con
la punta de la lengua, cuando con un colmillo tallo ligeramente. Podía sentir
las manos de la chica queriéndole apartar, empujándole con todas sus fuerzas
sin lograr absolutamente nada.
- ¿Con que me has tallado? – pregunto
una vez mas nerviosa, siguiendo con las intenciones de apartarle de su cuerpo.
El rubio siguió aferrado a ella.
- ¿Tallado? – Pregunto con confusión
fingida – Yo no he hecho nada, linda… -
Iba a replicar, estaba apunto de
gritarle para que se estuviera quieta y dejara que le hiciera lo que el
quisiera, le perforo el cuello con enojo, succionando fuertemente, tratando de
cubrirle la boca mientras su otra mano bajaba a delinear sus piernas,
subiéndola lentamente provocándole que con el dolor y el contacto se
estremeciera.
Estaba apunto de terminar de beber lo
suficiente, de extasiarse del sabor metálico y de una vez por todas cortarle la
cabeza a aquella maldita que ahora ya no le servía para nada, pero, se quedo
petrificado, provocando que la chica callera prácticamente moribunda sobre el
suelo, quejándose, suplicando por su vida.
- P-Por favor no me mates…
Reita no contesto absolutamente nada,
solo se dispuso a mirar hacia todos lados sorprendido, buscando aquellos que
había logrado percibir. La mujer aun tirada jalo de su pierna. Bajo la mirada
con enojo a verle directamente, frunciendo el ceño por haber sido interrumpido
en algo realmente importante.
- No me jodas. – dijo con furia.
De una patada en su cráneo le provoco
una muerte rápida, una que hasta la misma ropa oscura de Reita había sufrido
con las consecuencias al haber sido manchada de sangre. Sonrió con alegría,
¡Dios! Había encontrado a aquel bastardo que le había provocado unos problemas
con Uruha, decidido, o más que eso, se acercó fugas, abrazándole por detrás
mientras que con sorpresa aquella persona le miraba. Asquerosamente,
aquellos labios se posaron sobre los suyo…
*****************
¡Maldición!
Llevaba poco más de veinte minutos caminado por los alrededores, claramente y
por unas milésimas de segundo había alcanzado a olfatear aquel aroma en algún
lugar algo lejano. No perdió tiempo, apresurado camino hasta donde el aire le
llevara, hacia los lugares donde recordaba frecuentaban.
Pero
por un momento tuvo que esconderse. Aquella persona que había pasado fugaz casi
a su lado le advertía que era una especie por igual a él, un vampiro,
primerizo, pero un vampiro. Sabía ocultarse, sabia muchísimas cosa que con los
años había logrado aprender cuando estaban en el otro país. Sus ojos no le
mentía, sus ojos no pudieron mentirle cuando trato de ver las pupilas de aquel
hombre aunque fuera de perfil, aunque fuera menos de un segundo, lo que estaba
seguro era que en esos ojos verdes, se reflejaban los rojos del rubio.
Sintió
una tristeza enorme, sus ojos una vez mas se cristalizaron. Cuando le había
seguido pensó solo pasaría cualquier cosa, a entregar cualquier cosa, pero no
fue asi.
- A ti,
te estaba buscando… - sus voz le asqueo.
- Humm…
pensé que no vendrías. – contesto el rubio.
-
Porque crees que no vendría, amor, necesitaba verte…
Lo
estaba escuchando, había escuchado eso y más. Había visto como los labios de
Reita eran presos en un beso salvaje por el otro, como le correspondía y como
le tomaba de la cintura. Los ojos de los otros dos, los pudo ver completamente
cerrados como si los muy malditos disfrutaran del momento. Les vio aferrarse el
uno al otro, casi tragándose a los segundos de haberse separado por primera
vez.
Sus ojos
le impidieron ver más, las lágrimas inundaron sus ojos por completo. Llevo sus
manos a sus ojos limpiándolos con furia, dejándolos mucho mas rojos de lo que
ya estaban. Pero, Reita estaba equivocado si creía que esta vez jugaría con el
aunque verdaderamente nunca lo había hecho. Le enseñaría que el si había
cumplido con su promesa y que mas sin en cambio él era un verdadero mentiroso,
como siempre. Hizo ruido con sus pies, arrastro sus botas alarmando a los otros
dos.
Aquel
desconocido le miro molesto y el rubio solo había atinado a ponerse mucho mas pálido
de lo que ya estaba, soltándose rápido, empujado al otro ligeramente para hacer
distancia entre los dos.
- S-Shou…
¿Shou?
aquel castaño de ojos hermosos tenia que ser Shou ¿Verdad? inevitablemente esbozó
una sonrisa de felicidad sintiendo como su cuerpo comenzaba a reaccionar con
estupidez, quería abrazarle, correr hacia donde estaba y besarle, gritarle por
todo el tiempo que le había hecho esperar.
- ¡¡No
te acerques!! – Grito con frialdad, provocando que el rubio se detuviera – Ya no
quiero que se acerque mas a mi… - su voz se quebró por un momento mientras
agachaba la cabeza – que estúpido… que bien te has burlado de mi… -
- Shou,
de que di…
- ¡¡Pensé
que podía confiar!! – Interrumpió – Pensé que podía llegar a esperar a que yo
llegara, a que formalizáramos lo que alguna vez tuvimos. A que escuchara lo que
yo tenia que decirle… pero veo que fui un idiota… - sonrió con tristeza.
- Esta
pensando más.
- ¡¡Un
completo idiota!!
¡¿Qué diablos?!
Shou había visto todo ¿verdad? eso tenia que ser, maldición. Reita se había
desesperado cuando vio como el castaño se iba, como avanzaba una distancia
considerable mientras él como todo un estúpido se había quedado a procesar todo
lo que le había dicho. Quiso correr, tenia que alcanzarle pero le detuvieron.
- ¿A
donde vas? – Pregunto con enfado tomándole del brazo – No me digas que iras a
con, ese. Maldición, ¡¿Quién es el?! –
- No
estoy para explicaciones, suéltame, - se jaloneo – por mi puede morirte, puede
Uruha hacer lo que quiera, ¡¡Vete al puto infierno!! –
- ¡A-Akira!
No le
escucho, demonios, por culpa de Uruha todo lo que había pasado, Shou, su Shou había
visto ese truco que tenia para envolver a la gente como aquel para buscar información
y después matarles. Había malentendido las cosas aunque realmente sabia que él
otro tenia todo el derecho de estar enfadado por lo que había visto. Pero eso
no era escusa para tratarle como lo hizo, además, no le decía Reita, maldición le
había hablado de “usted” como cuando hacia mucho tiempo atrás.
- Cariño…
- le alcanzo metro adelante tomándole de la mano para detenerle – Yo… yo te
extrañe bas… -
- ¿Cariño?
– Rio - ¿Asi es como le dices a los demás? Pensé que podía confiar, que esperaría,
pero ya veo que no… - negó con la cabeza agachándola – Sigue siendo el mismo
mentiroso de siempre… -
Se giro
ante el shock del rubio, se jalo del agarre con fuerza comenzando a caminar.
Reita estaba estático, ¿mentiroso? ¡Nunca le había mentido! Quiso alcanzarle
una vez mas, pero no pudo, simplemente sus pies no respondieron y menos lo
hicieron cuando desde la lejanía observo como el castaño se iba restregando los
ojos. Se odio en esos momentos, tal vez si era un mentiroso, tal vez se merecía
todo aquello por haber jurado no hacerle llorar y hacer roto aquella promesa.
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