Vampire Love II ~Capitulo 12~

18:19 *Mony-san* 0 Comments

Capitulo 12
~ Cuarta noche… ~

Estaba observando con gracia como era que el pelinegro se movía de un lado a otro, como era que tronaba sus dedos con nervisismo. Eran alrededor de las ocho de la noche, y no podía creer el verle tan nervioso, apurado y a la vez angustiado, si bien, esos tres días no habían sido los mejores para ninguno de los dos, ya que uno no podía estar tranquilo y el otro se la pasaba tranquilizando.

Las manos del castaño rodearon el cuerpo del otro por sobre su espalda, moviéndose a los lados con unos pequeños movimientos.

- Solo una hora más. – Dijo divertido – Si sigues moviéndote como lo haces, juro que te matare… -

- Estoy nervioso…

- No deberías de estarlo.

Shou le solto, caminando hacia el frente. Su sonrisa si bien no se había borrado para nada desde hacia tres días atrás. Su color de piel estaba al natural y no se dijera de su gran apetito, cada día necesitaba por lo menos una presa para regularizar por completo todo lo que había necesitado desde antes.
No podía mentir al decir que tenia unos grandes deseos de ver al rubio, de que por lo menos  le dijera un estúpido “hola”. Pero, desde aquella vez aun no regresaba, aun no podía olfatear su embriagante aroma. Tal vez,  todavía faltaba tiempo para que regresara.

- Shou, ¿crees que si deje pasar tres días sean suficientes? – Pregunto preocupado, llevándose las largas uñas a los dientes – supongo que necesita mas tiempo para que no le queden mas opciones… -

- ¿Estas loco? – Reprendió – tu mismo lo viviste, sabes que es agonizante siquiera esperar unas pocas horas sin ser transformado. Tora, sabes que no habrá otra opción, no le quedara ninguna mas que ser como nosotros.

- Últimamente hablas con más frialdad…

- Últimamente tú eres el que ha estado mas blando.

El pelinegro frunció el ceño desviando la mirada. En cierto modo era muy cierto eso que decía el castaño. Pero, no es que fuera blando, sino que, su escusa era solo que estaba algo distraído pero, porque no simplemente reconocía que su frialdad se había esfumado al solo ver al castaño en el casino, al estar tan encantado de su arrogancia había perdido la suya propia, no podía evitar una sonrisa a cada minuto cuando la mirada del otro, recordándola, se cruzaba con la suya atemorizada. Era tan maravilloso, tan estúpidamente hermoso sentirse de la manera en la que ahora se sentía.

Shou no dudo en sentirse de aquella manera al notar el estado del pelinegro, con una sonrisa boba al estar pensando en sabe que cosas.

- ¿En realidad te gusta? – pregunto Shou, llamando toda la atención del otro.

- No. – su voz sonó firme pero con un pequeño tono de inseguridad.

- ¿No lo sabes, o no quieres decírmelo? – Shou utilizo aquella estrategia tonta, aquella que siempre Aoi había utilizado con el, era estúpido, pero a la vez le era divertido – porque no aceptas que te gusta. –

- No lo hago, y no lo aceptare porque sabes que solo será una jugada, solo…

- “Solo será la persona indicada para mover la pieza maestra” – interrumpió recalcando las palabras con unas comillas entre sus dedos – Lo se Shinji, pero sabes que es inevitable el sentir lo que sientes. –

- Si te digo que no, es porque es no. Sabes que no podrás hacer que hable solo porque utilices tu método estúpido.

- ¿Estas retándome?

Shou se cruzo de brazos con una sonrisa más que divertida, sádica. Acercándose al cuerpo del pelinegro quien rápidamente retrocedía. ¿Qué Shou no podría sacarle palabra alguna con un método como ese? Tora sabia perfectamente que el retar a Shou en una ocasión como aquellas era realmente riesgoso, sabía de sobre manera que si Shou quería saberlo lo sabría, asi que, tal vez no le quedaba alguna otra opción, más que decir la verdad.

- Es guapo, no lo voy a negar, y solo me gusta… - aseguro, mas sin en cambio trago saliva.

- ¿Solo eso? – los ojos de Shou se tornaron rojizos.

- ¡Si! solo eso.

- No te creo.

- Porque tengo que ser yo el quien admita las cosas… - entrecerró los ojos, mirando con superioridad al castaño quien estaba cada vez mas cerca. – Estoy diciendo la verdad. Tú eres el que nunca admitiste que el maldito de Reita te gustaba. –

Shou esbozo una sonrisa más que terrorífica, ladeando su cabeza sin despegar sus ojos de las pupilas del pelinegro.

- No me gusta. Lo…

- ¿No? me crees estúpido o que…  - se acercó amenazante interrumpiéndole – crees que cuando Aoi vivía, ¿no olfateábamos su asqueroso aroma en tu cuerpo? que tu habitación la vez que llegamos apestaba a él.

- Y que con eso, no estamos hablando de mi si no de ti. Además yo nunca le oculte nada a Aoi, si él no te conto absolutamente nada, no es mi problema.

- ¿Entonces porque te empeñas en querer saber que pasa conmigo? ¡Por que eres tan terco en saber que es lo que sucede con Saga!

- Porque me importas, porque siempre me preocupas y porque prometí cuidar de ti.

- No sostengas las palabras a un muerto.

- Ese muerto era Aoi – regaño – Era tu Aoi, quien te dio la eternidad, quien estuvo contigo tan fiel por tantos años, ¡décadas! – Su mirada regreso en un color plateado, al natural. Sus manos viajaron rápidamente al cuerpo del pelinegro una vez estando cerca – si murió fue porque lo hizo para protegerte. –

- Olvídalo ¿si? – Desvió la mirada – No me interesa saber mas, te dije que trataría de superar todo lo relacionado a Yuu. –

- Te quería… - jugo Shou, estremeciéndole.

- Y aun lo quiero.

Shou le solto llevando sus manos a su propia espalda, regalándole una sonrisa cariñosa, mostrando sus colmillo. Tora solo desvió la mirada avergonzado, tan estúpida y fingida aquella mirada de enojo.

- Se te hará tarde Shinji. Supongo que alguien te espera. – Tora le miro atemorizado – descuida, supongo que esa manía tuya hacia el acercarte a alguien es heredada de Yuu. Estaré detrás de ti asi que no hagas una estupidez y se delicado. –

- Supongo que si no fuera delicado ya le hubiese matado la vez anterior. Tal vez hasta me lo hubiera tirado ahí mismo.

- Imbécil…

Y de una risita Tora se olvido de su antigua discusión, saliendo ambos de la casa, caminando rápidamente hasta su destino. La verdad es que no tenía la seguridad de que Tora fuera actuar de la mejor manera, no como un maldito animal. Estaba tan contento por su amigo, y tenia la maldita curiosidad de conocer al parecer castaño del otro.

Mas sin en cambio se dispuso a esperar a las afueras de la casa. Tora había entrado tan familiarizado con la casa, había visto como en un abrir y cerrar de ojos entraba por la puerta sin siquiera alguien pudiera ver como esta se abría o cerraba.

Contemplar la media luna era lo que tal vez debería de hacer. Estaba tan distanciado, sentía la necesidad que a pesar de que estaba algo feliz y no precisamente algo porque la felicidad fuera suya, tenía la necesidad de algo que no diría siquiera por que, no lo diría porque su ego momentáneo no se lo permitía, se sentía tan estúpido de estar recordando a alguien que tal vez no regresaría en días, semanas o tal vez en años. Pero, se suponía que Reita no era como el, Reita no se iría por años como él lo había hecho por la necesidad de no sentir nada y porque no quería verle. Reita era distinto, el rubio le quería y lo sabia de sobra, lo sabia porque el otro se lo gritaba, porque se lo había dejado en claro por todo este tiempo.

Sus pensamientos se vieron obligados a cortarse cuando su mirada se cruzo a la distancia con la del peligro. Pudo observar muy bien su rostro, el de Tora, su sonrisa radiante aunque fuera de lo más tenebrosa. Ayudaba al que tal vez era “Saga” dirigiéndose al jardín trasero que había como estancia en esa gran casa. Pudo notar como caminaron uno abrazado al otro. Mas sin en cambio le dejo solo, soltándole y retrocediendo para darle su espacio.

- ¿Que sucede? – Pregunto Shou confuso – se suponía que le convertirías, el chico esta sufriendo, sus ojos apagados lo confirman. –

- Como lo sabes si la distancia no te permitía verlos.

- Los tuyos lo reflejan.

Caminaron tan solo unos pasos mas, antes de que se vieran interrumpidos, a pesar de la distancia, aquel llamado se escucho a la perfección.

-¿T-Tora? – su voz, estremeció al pelinegro, mas sin en cambio no se le permitió recurrir a aquel llamado.

- Tenemos tan solo unos minutos. Regresemos a casa. – pidió Shou.

Tora solo le miro desde la lejanía, observando claramente como era que Saga le buscaba con la mirada, como había sido que a pesar de estar completamente cansado y algo mucho mas “enfermo” su voz aun sonaba tan tranquila y ronca como siempre. Shou le jalo, desapareciendo ambos en una abrir y cerrar de ojos, ocultándose de los nuevos rayos de sol que dieron de lleno por completo al rostro pálido de Saga.

A la noche siguiente, Shou había despertado completamente solo en casa.

No se sobresalto, ni mucho menos hizo ademanes de buscar palabras para reprender al otro. Solo se dispuso a esperar, a observar la entrada principal de la casa, a mirar hacia las escaleras no teniendo presente ningún aroma familiar o ruido en la planta alta de la casa. Suspiro. Tal vez los recuerdos de tiempos pasados serian una buena idea para un momento de soledad como este. Salió de la casa sentándose en las escaleritas de fuera, mirando la noche, mirando aquella luna que cada vez se oscurecía mas, sus pupilas se clavaron en el oscuro lugar, en aquel aire refrescante que removía sus cabellos despeinándolo ligeramente, no dudo en echar una sonrisa junto a una risita acomodando sus cabellos. Observando como el pelinegro regresaba con una sonrisa un tanto mas que contenta.

- Regresaste temprano. – escupió con burla imaginándose tal vez que Saga había sacado de sus casillas al pelinegro, de burlarse tal vez al haberle corrido inmediatamente, justo como él lo había hecho mucho tiempo atrás con ”su creador” – le hiciste algo y te corrió. – dijo con seguridad, con una sonrisa autoritaria borrándosele al momento cuando Tora negaba, sorprendentemente suspirando. – ¿No me digas que lo hiciste bien? –

- Me he enamorado. – Solto dramáticamente cubriéndose los ojos, apretando el puente de su nariz con frustración – es tan malditamente chocante, egocéntrico, tan muy seguro de si mismo que me ha envuelto, es tan sexy, tan endemoniadamente hermoso que quiero tirármelo. Sus ojos son tan parecidos a los míos, tan hermosos que estoy orgulloso de mi creación… -

Shou elevo una ceja.

- ¿Quieres decir que solo te “enamoraste” por lo que creaste? – Tora negó rápidamente con las manos.

- ¡No! es algo que va mas haya – casi grito - Me enamore de él, de su carácter, de su todo. ¡Maldición! llevo tan poco conociéndolo que me es imposible asegurarlo.

- No es imposible…

- Pero no le he tratado y cada que me acercaba a él, me prendía tanto que tenia miedo al hacerle algo. Necesitaba convertirlo de una vez por todas para no lastimarle, para poder estar aun mas cerca, para que fuera mio completamente, pero tengo miedo. – Suspiro – Miedo de que solo se acerque a mí porque no tenga ninguna otra opción. –

- Aoi hizo lo mismo contigo y tú te acercaste por no tener otra opción.

- Lo se.

- Y al final te enamoraste.

- Pero es diferente, es una persona tan terca…

- Como tu… - interrumpió con una sonrisa – porque mejor no me llevas a conocerlo, asi, podríamos saber un poco mas de lo que piensa y podría decirte cual fue la impresión que le dejaste.

- ¡Ha-harías eso por mi!

- Claro. – Dijo con una sonrisa – Asi que vamos de una vez, muy pronto amanecerá y tendremos que regresar rápidamente.

Tora por supuesto que accedió a su pedimento. ¡Era lo que quería! Por lo menos ver una vez mas ese cuerpo, a aquel castaño que le había embrujado con su antigua y nueva mirada, con esa media sonrisa sincera que algunas veces pudo percibir, con aquella estrecha y tan socarrona con la que hablaba y se burlaba de los demás. Estaba tan contento, tan estúpidamente idiotizado que nunca se dio cuenta en el momento en que habían llegado.

Sus sentidos, de ambos, se agudizaron. Pudieron subir rápidamente por las escaleras aun estando el castaño, Saga, en la sala dando instrucciones a quien sabe quien de la servidumbre para que pusiera unas cortinas.

- Y es obediente… - hecho una risita, llevándose a Shou a la habitación que le era ya conocida al pelinegro.

- Y tu ya hasta sabes donde es su recamara… - no recibió respuesta mas que un guiño juguetón por parte del pelinegro.

Las luces estaban completamente apagadas más aun asi, podían distinguir y ver todo a la perfección, observaron como Saga entraba a la habitación, como al entrar cerraba la puerta con el seguro justamente por dentro

- Hola… a ti quería conocerte. – dijo Shou, provocando un brinco por parte del otro, Tora solo hecho una risita completamente divertido por la situación.

- ¡Maldición! – Se giró asustado encendiendo rápidamente la luz– ¡Tu quién diablos eres! -

- Ese mismo – rio mostrando sus colmillos – El mismo diablo para ti –

- Lo asustas, deja de jugar, quieres…

Saga desvió su mirada hacia la cama y con un gran enojo miro al pelinegro. Shou le había mirado, había viajado su mirada en todo el cuerpo de Saga, mirando sus ojos con una sonrisa adorable. Podía notar su enojo, vamos, no había visto a una persona o mejor dicho nuevo vampiro enojado con su creador desde hace siglos, se suponía que siempre habría rencor y miedo de por medio, pero esta vez no era asi.

Saga se había acercado, tomando por el cuello de la camisa al pelinegro.

- Aun eres lento cariño… - rio teniendo a Saga recostado sobre la cama justo debajo de su cuerpo – sigo siendo más rápido, incluso aún más que ese. – le señalo.

- Quítate de encima y lárgate de mi casa…

- Oh no, eso no se va a poder, mira – señalo la ventana.

- Pronto amanecerá y no alcanzaremos a llegar a casa – frunció Shou los labios con fastidio.

- ¡Un momento! Tú quién eres y que haces en mi casa y que haces con Tora…

- Soy su amigo – hizo ademanes con sus manos - y ¡No!, no malinterpretes, yo no tengo nada que ver con tu noviecito – se defendió.

- ¡No en mi novio! – se defendió Saga empujando a Tora.

- Vaya querido, tu novio es algo, no sé, tiene un geniecito… - rodo los ojos mientras hablaba con Tora.

- Verdad que si…

Saga había hecho muecas cada vez más extrañas tratando de quitarse al pelinegro de encima, había algo en Tora que le hacía sentir escalofríos, algo que realmente le asustaba mucho. Shou pudo observar el temblor en sus manos, claramente y aunque lo ocultaba, su miedo era enorme. Saga parecía un libro abierto, tan fácil de leer que no dudo ningún segundo el “leerlo”.

- Necesita ayuda urgente. - comento de repente, llamando la atención de los otros dos. Tora le miro raro, con un “¿Quién?” grabado en sus ojos - Tu novio se pierde en su cabeza imaginando cosas sin sentido… - frunció los labios llevando su dedo índice sobre ellos haciendo como si estuviese pensando en algo - ¡Ah ya! Takashi ¿verdad? – Saga asintió – ¿Me podrías prestar tus manos? -

- Para que… - le miro desconfiado – Qué piensas hacer. -

- Yo, por supuesto que nada, si te hiciera algo te aseguro Tora me mataría, solo déjame ver algo, ¿si? – Sonrió infantil provocando una risa en Tora – necesito asegurarme de algo, no pasara nada, lo prometo. -

- Vamos, Shou no te hará nada… - dijo Tora de repente.

- ¿Shou? – Saga entrecerró los ojos

- Digamos que es como un nombre artístico – rio – solo dime Shou, ok. No necesitas saber mi nombre ahora, ya lo entenderás. Ahora, ¿me permites tus manos? -

Saga obedeció desconfiado extendiendo sus manos hacia adelante. Shou le había regalado una sonrisa, pero más que la sonrisa, lo hacia para que el otro castaño se perdiera en sus ahora ojos en un rojizo brillante, unos que le hicieron al instante perderse de todo su presente y regresar a su pasado.

Sintió como si estuviese en un especie de Flash Back, veía todo lo que antes había vivido, todos sus miedos, todos lo momentos felices y lo mejor de todo, fue cuando vio a sus padres una vez más, sonriéndoles como siempre lo hacían tan detenidamente. Tora miraba todo, expectante, Shou y Saga estaban perdidos en los ojos del otro, sus manos innecesariamente apretadas, haciendo gestos que no pudo definir.

Shou sintió como era que Tora abrazaba al castaño, cuando justamente le vio derramar algunas traviesas lágrimas. Era algo sorprendente hasta para sí mismo, era tan extraño, ese nuevo poder de intrigar hasta el pasado de las personas, regalado por parte del rubio al haber bebido de su sangre, era completamente hermoso y tan triste a la vez. Veía a Saga llorar sin moverse, su cuerpo estremeciéndose, sintiendo un pequeño nudo en la garganta que aunque fuera muy pequeño y diminuto podía sentirlo.

Después de unos minutos Shou sonrió ante alguna visión que Saga le mostraba, ahora su poder original le hacia ver el futuro, todo lo que pasaría incluso desde ese momento o noche siguiente, semanas, meses tal vez. Estaba contento pero a la vez un poco asustado, su futuro solo se mostraba gracias a la ayuda del mismo Shou y su pasado gracias a los pensamientos de Saga, pero aun asi aunque hubiera algo malo, siempre había algo bueno. Shou comenzó a cambiar el rojizo de sus ojos a su color natural, provocando que Saga, al no controlar ese nuevo sentido le hacia despertar del trance en una manera brusca, dejándolo prácticamente desmayado en los brazos del pelinegro.

- Tienes mucho que hacer Tora… - dijo Shou, restregando sus ojos – Este chico es algo difícil. –

- ¿Que viste?

- Nada malo pero tampoco bueno, sabes que no puedo contarte, solo digamos que tiene un especie de trauma y le será difícil salir de el… Te cuento aprovechando que está dormido – Shou se acomodó sobre la cama mientras Tora acomodaba a Saga  abrazándole – Se perfectamente que sabes algo, asi que cuéntame que paso con su familia. -

- No… No lo se…

- No sabes mentirme y no puedes hacerlo, quiero que tu mismo me lo digas.

- Yo fui quien, los mato… pero él piensa que fue un accidente.

- Eso es lo difícil… - suspiro.

- Malo, diría yo.

- No te preocupes por eso, lo malo aquí es que no puede tomarle confianza a nadie, piensa que sucederá lo mismo que con su familia y se terminara quedando solo. Pero déjame decirte que eres astuto – dijo risueño – mira que utilizar tus métodos, bueno, aquellos métodos que yo te di, sirven, el confío en ti desde que te conoció pero tiene miedo al que le dejes solo. -

- Pero tú sabes que eso es im…

- Lo sé. – Interrumpió - Es imposible porque tu amor es verdadero, pero recuerda que tienes tres noches para que él mismo te diga lo que quieres escuchar, una vez juntos ni aunque él te odie se podrán separar, su amor va a poder más que su mismo dolor. Sabes que lo necesitas, lo necesitamos. -

- ¿Pero como voy a lograr eso?

- Eso, tú tienes que darte cuenta, tienes una oportunidad de decirle lo que sientes y de decirle la verdad, de mencionarle tus planes. No te diré si es ahora o en una hora o mañana, sabes que no puedo alterarlo porque es como alterar su presente…

- Gracias Shou, de verdad muchas gracias…

- Agradéceme cuando todo haya pasado… ahora solo cuida de ese gran chico porque algo grande puede pasar antes de que tú le cuentes todo…

Tora suspiro con miedo, entendía completamente las palabras de su amigo, sabia también que todo se le podría venir abajo, él había asesinado a los padres de la persona que le había enamorado desde hace poco menos de un año, de cuando había visto a ese chico caminar con su madre por las noches en el jardín. Pero es que le veía tan feliz, esa sonrisa suya se le hacía hermosa, sabía que era prohibido el que un vampiro tuviera algún contacto con otra especie, aquella que solo servía para alimentarse, igual como sus padres que solo fueron el alimento de una bestia que se regocijaba por la noches.

- No te atormentes… todo estará bien “querido” – jugueteo -  solo protégelo, ¿bien? -

- No, no, no… nada de “Querido” aquí.

Saga se comenzaba a mover, mientras empujaba al pelinegro, no había alcanzado a escuchar nada de lo anterior pero si esto último. Había sentido algo dentro suyo en el momento de escuchar aquella palabrita siendo dirigida hacia Tora, no eran celos pero tampoco le daba nada de gracia el escucharlo. Shou sonrió maravillado.

- Disculpa querido, creo que me pase un poquito contigo – se llevo las manos al cabello  despeinándolo – aun no lo controlo. –

- Dije nada de “querido” y que fue lo que me hiciste, me pesa el cuerpo.

- Pero si el que carga con tu peso es Tora – rio – Y anda, mejor porque no le dices a  Tora que le vez atractivo, que te gusta. -

- ¡N-No me gusta! – desvió la mirada apartándose del pelinegro.

- No te mientas. – Dijo Shou con superioridad – se perfectamente que algo de él te atrae y te gusta. –

- Atraer no es lo mismo que gustar – contesto desviando su mirada.

- ¿Pero ni un poco sientes algo por mí? – dijo Tora, sacando a los otros dos de su pelea visual dejándolos confundidos - Si te beso ahora, ¿Me corresponderías? -

Shou se había levantado de la cama justamente cuando Tora comenzaba a acercarse al castaño, sabía lo que sucedería a partir de ahora y era más que obvio que él no observaría algo que le dejaría traumado, que le jodería a si mismo al no tener con quien ponerse meloso, comenzaba a odiarlo. Y con una sonrisa ladina abrió la puerta de la habitación, saliendo de ella desapareciendo en un abrir y cerrar de ojos, tal y como habían entrado. Recurriendo a una habitación cercana, ocultándose bajo las sabanas de aquella luz cegante, tan calcinante que de solo pensarlo le daba miedo. Estos eran unos de los momentos en los que no podía siquiera descansar un brazo o un maldito dedo, aquella opresión en su estomago, aquella que subía hasta su garganta siempre, desde hace un poco mas de setenta y dos horas le atormentaba y al pareces su atormentada existencia se aplazaría doce horas mas.

**********************************

Verdaderamente no supo cuanto había sido el tiempo en el cual trataba de que la almohada de aquella habitación se hiciera rollo y entrara por sus oídos, podía comprender a la perfección que nadie, absolutamente y por ordenes de Saga, habían siquiera entrado a la “casa grande” ¡y diablos! que bueno que no lo habían hecho, sino, estaba mas que seguro saldrían corriendo ante lo que el había escuchado.

Era verdaderamente avergonzante las veces que estuvo escuchando como Saga había gemido, como al estar lejos de la habitación pero por su buen sentido del oído había hasta escuchado los rechinidos de la maldita cama. Y todo por querer joderles la vida, se había ido a meter a la habitación sin siquiera tocar, encontrándolos en pleno cambio de ropa, o por lo menos eso hacia Saga.

Para Shou era algo divertido el estar observando ahora una pequeña riña al no querer Saga que Tora se le acercara. Estaba contento por él, por ellos, y sabiendo que el pelinegro era alguien realmente atento, no dudo en reír abiertamente cuando veía las intenciones del pelinegro al tratar de acercarse una vez mas Saga le empujaba. Tora se la pasaba observando cada movimiento del castaño con detenimiento, lo observaba como un vivo acosador al ver como buscaba algo de ropa.

- Si Takashi te viera, juro que te mataría, pareces acosador mirándole a cada rato, ¡Aunque claro!, supongo que ya viste bastante… - levanto las cejas juguetonamente repetidas veces.

- ¿De qué hablas? Nadie lo mira de ninguna manera – se defendió desviando la mirada.

- Si, lo que digas – levanto los hombros con indiferencia.

Saga sin escuchar ningún comentario dirigió su mirada hacia la ventana, había sentido en la brisa del aire un pequeño olor a sangre, uno muy dulce y a la vez tan salado. Rápidamente se puso aquel abrogo negro largo. Shou le observaba, a pesar de actuar normalmente el también había olfateado algo, siendo jalado a los segundos al ser el primero que se cruzo en el camino de Saga, saliendo de la habitación dirigiéndose a la salida de la casa.

- ¡Oye! ¿Qué diablos les pasa? – grito confuso, saliendo al igual que los otros de la casa.

- ¡Yo que sé! Takashi me ha arrastrado fuera…

Saga desvió la mirada avergonzado, los otros dos lo miraban confusos. ¿Qué diablos le pasaba? Tora sabía muy bien cuáles eran los instintos que cada uno tenía, pero esto era mucho, Saga comenzaba a mover la cabeza hacia todos lados desesperado hasta que el mismo detecto el olor.

- Vámonos... – pidió Shou.

¡Por supuesto que lo olfateaba! Sabia que a pesar de que la sangre era desconocida, ese aroma que desprendía el otro lo conocía bastante bien. Tan asqueroso, tan, como si con solo oler lo quisiera matar. Apretó sus puños, observando como Saga, hipnotizado, se acercaba hacia aquella fragancia.

- La necesito…

La voz de Saga era baja, los otros dos la notaron a la perfección, aquella esencia era inevitable, la deseaba, deseaba probar de ella, necesitaba saborearla. Sus instintos lo estaban matando, aquel olfato tan sensible le hacia parecer un perro siguiendo a su comida, cerrando los ojos, llenando su pecho de eso delicioso olor con tan solo una inalada de oxigeno. 

Shou con una mirada seria, advirtió a Tora, pidiéndole que lo detuviera.

Observo de soslayo sin perder de vista aquella sombra al pelinegro quien se había hecho un corte algo profundo en la muñeca, casi suplicando en sus pensamientos que Saga la percibiera, pero para su sorpresa este no lo hizo, sino al contrario, le había ignorado.

Shou dio unos pasos hacia atrás, deteniéndose, apretando cada vez mas sus puños sin hacer ninguna mueca, solo, reteniendo sus ansias.

- Que sorpresa…

Y vaya que había sido una sorpresa. Tora se había quedado petrificado, Shou se había quedado estático al corroborar de quien era ese olor que tenía embrujado a Saga. El pelinegro por su parte solo había optado por jalar a Saga, arrojándolo a  lado de Shou.

- Te estaba buscando, mí querido Tora… - asco, un maldito asco que Shou podía sentir a la perfección.

- Que es lo que quieres aquí.

- Tienes algo que me pertenece, algo al que yo le había puesto el ojo desde hace poco.

- No tengo nada tuyo ¡A qué has venido Uruha!

- ¡Ya lo dije! Tienes algo que me pertenece.  - Uruha había extendido su dedo índice, apuntando a Saga.

- No dejare que te lo lleves… ¡Yo lo convertí! No puedes quitarme algo que desde el momento que bebió de mí  pasa a ser de mi pertenencia, ¡De mi propia sangre!

Uruha rio escandalosamente.

- Quieres ver que yo soy mejor, que nunca debiste de haberme quitado lo mío… - extendió su mano hacia Saga – Vamos pequeño, ven aquí… - Hipnotizado y de manera fugaz, Saga tomo la mano de Uruha. – Lo vez, has perdido Tora, esta vez yo te quitare algo tal y como tú lo hiciste conmigo. – jalo a Saga en una manera brusca abrazándolo por detrás aspirando el olor de su cuello – por cierto… – hablo a su oído – ¿Tora te ha dicho que fue lo que verdaderamente le paso a tus padres? -

- ¡Uruha no…!

- Porque no, ¿ah? Tienes miedo que el tiempo se acabe y no encuentres a la persona indicada. – Sonrío mostrando sus colmillos, relamiendo sus gruesos labios para plantarle un beso a Saga en el cuello – Takashi… hay muchas cosas importantes que no sabes, de las cuales yo te puedo contestar… - Saga se había quedado perdido - Búscame Takashi… yo te daré todo lo que quieras, yo nunca te mentiré… -

Y dicho esto lo solto abruptamente dejándolo caer de rodillas, arrodillándose junto a el mientras levantaba su barbilla lentamente.

Porque decir que a Uruha no le había maravillado aquel color de ojos de Saga, le eran tan parecidos a los de él, a los de la persona por la cual había jurado velar toda  la eternidad, tan parecida a la de su Hiroto. Nunca le perdonaría lo que el pelinegro le había hecho, nunca dejaría que fuera feliz, tenía que pagar, tenía que sufrir justo ahora como él lo hacía, acabando con Saga como Tora lo había hecho.

- Que haces aquí Uruha, será mejor que… que sorpresa…

Esto tenía que ser mentira ¿No? Aquella voz intrigante había provocado de Shou se quedara completamente estático. ¿Cómo había sido posible que pasara desapercibido? ¡Como era posible que no sintiera su presencia sabiendo que Uruha estaba ahí! Su olor. No pudo evitar tragar saliva, a aflojar un poco sus dedos al escuchar su grave voz, su ligera y contenta sonrisa.

- Que haces aquí – dijo Uruha – dije que saldría a comer, no tienes por qué estar detrás de mí. –

- No te hagas el importante – gruño aun con una sonrisa – solo vine a corroborar de quien era tan dulce olor. – guio su mirada hacia Shou, cruzándolas al instante, guiñendo su ojo, pidiendo con la mirada que no dijera absolutamente nada – y ya veo que es de quien esperaba. – se relamió los labios.

Shou tembló. ¿Porque se tenía que aparecer él en este preciso instante? porque precisamente ahora que tenia todas las intenciones de deshacerse de esa maldita sonrisa de Uruha. Quiso irse y dejar a todos solos, si se lo proponía ahora, sus movimientos podrían llegar a ser incluso un poco más rápidos que los de Tora, pero no eran suficientes. No al menos ahora que al tratar de huir fue acorralado a tan solo un metro de haberse movido.

- He regresado – susurro despacio – y no me vas a saludar, Shou. -

Su voz. Aquella que tanto amaba. ¿Por qué le hacia esto? Porque no solo Reita se largaba ahora y le dejaba solo para tratar de calmarse, para deshacerse de esas inmensas ganas de arrojarse a su cuerpo, de abrazarle, de besarle, ¡Maldición! tenia tantas ganas de que Reita le tocara.

- B-Buenas noches – agacho su mirada completamente nervioso, reprimiéndose.

- Buenas noches… - se acercó a su mejilla besándola - …cariño –

Shou cerró los ojos sintiendo como la mano del otro acariciaba justo donde le había besado. Sintió una inmensa vergüenza al sentirse tan tonto, sabía que de alguna manera su rostro reflejaba nerviosismo y a la vez aun aquel instinto anterior de querer ver muerto a Uruha, pero cuando se sintió peor fue cuando una risita se escuchó salir de los labios del rubio.

Reita conocía su muecas, sabia a la perfección que estaba nervioso por verle, que había reprimido su enojo con tal de que no lo descubriera. Pero, su Shou era tan transparente, era justamente como le conocía. De soslayo miro a Uruha y a los otros dos.

- No lo mires – alcanzo a oír – si lo haces te atrapara, mírame. Quedamos en que no podías ver a nadie más que a mí – sus ojos estaban centrados en los del castaño – hay un pacto en nosotros donde prometiste estar conmigo. –

Reita les escuchaba aun sin dejar de mirar a Shou. Era cierto todo lo que el pelinegro decía, sabia a la perfección que ese lazo de sangre les obligaba a hacerlo, le obligaba a estar con él. Le costaba admitir que eso era lo que había sucedido con Shou, que Aoi aun no queriéndolo para él, le había ayudado a no morir en aquellos años y sabía porque era que Shou le era tan fiel.

Shou solo observo al desviar su mirada como era que los ojos de Saga cambiaban de su color naturalmente platinado a un verde grisáceo.

- Lo sé – contesto Saga soltándose – Se cuál es nuestro acuerdo… solo eso… – Su voz había sonado tan rasposa, tan indiferente, tan distante que si alguien no lo notaba seria un completo estúpido. Reita rodo los ojos con una sonrisa burlista. Shou le miro frunciendo el seño. Confundido.

- Vaya – Uruha sonrió complacido – ¿entonces  están por un acuerdo? Me sorprende –

- Algo que no te importa Uruha – hablo Tora.

- Espero su acuerdo dure mucho, porque les dolerá a los dos y eso me alegrara… será una alegría que no había tenido en más de cien años.

Al parecer esto le había agradado de sobremanera a Uruha y eso Reita lo sabia a la perfección, pero ¿que acaso Uruha no sabía es que con aquella corta mirada entre Tora y Saga había una conexión?, una donde Tora había estado manipulando sin que nadie se diera cuenta. Shou lo sabia, los conocía, pero Reita no era estúpido, el mismo podía llevar a cabo un truco tan tonto como ese.

- Dime Shou… - este se sobre salto desviando su mirada, de un momento a otro el rubio se había acercado bastante a su cuerpo – ¿Puedo decirle a Uruha lo que está haciendo Tora? - pregunto.

- ¿Disculpe…?

No quería que se acercara, ¡demonios! si lo hacia estaba seguro abría otra riña, o hasta el mismo Tora le reprendería y terminaría partiéndole la cara al rubio. Pero por lo visto a este último le había importado una mierda aquello, le había rodeado con su brazo las caderas acercándose de lado a su oído, tensándolo al sentir su reparación cuando hablaba. Shou cerró los ojos lentamente al sentirlo una vez más.

- No se acerque tanto… - se tensó – Uruha podría sospechar y Tora te haría algo. –

- No me importa. – Mordió su oído provocando que Shou cerrara mas los ojos – Uruha es tan estúpido, ahora lo único que quiere es joderle a Tora, no te preocupes por nosotros. – Beso su mejilla - Puedes ver el color de ojos, del chico de Tora – Susurro y Shou asintió – Nosotros sabemos que el que esta manipulando es Tora, pero Uruha no lo ve, su sentido común desaparece cuando esta furioso. –

- C-Como sabe eso. – se apartó un poco mirando su sonrisa.

- Te lo diré si me regalas un beso. – Shou lo miro sorprendido, apartándose aún más – regrese después de días ¿y tu me restringes de probarte? Uruha no nos mira, Tora esta en su asunto… solo uno cariño. -

- S-Sabe, que no podemos hacer eso…

- Humm~

Shou se apartó rápidamente a un lado de los otros dos, observando como el rubio con una sonrisa de acercaba a Uruha. Estos últimos dos se miraron con una sonrisa y cruzaron algunas palabras que no pudo oír.

- Creo que será mejor que nos vayamos, me dejaron con hambre – miro a Shou – y necesito beber algo para distraerme. -

- Tu siempre tienes hambre – dijo Uruha rodando los ojos. – Pero está bien, me queda claro que por el momento Saga no se interesara en Tora… - suspiro alzando los hombros – pero eso no quiere decir que no los buscare, Tora, será mejor que estés preparado… Reita, vámonos –

- Hasta luego – se despidió cínicamente de Tora, regalándole un giño a su castaño – Adiós, Shou. –

Antes de que Shou o Tora parpadearán los otros dos habían desaparecido, Tora abrazo a Saga por la espalda, susurrando un despierta a su oído. Este reacciono al instante y con algo de dolor en su cabeza giro su rostro para mirar de frente al pelinegro, pero no se topó con sus ojos sino con sus labios, los cuales habían atrapado los suyo en un beso bastante tierno.

Que equivocado estaba Uruha. Shou no pudo reprimir una sonrisa en su rostro, ¡había visto al rubio! y mas aun se había dado cuanta de, que como Reita lo había dicho, Uruha era realmente estúpido.


Gracias por siempre leerme...

0 comentarios: